¡Todas a las manifestaciones!

Un 25 de Noviembre más, Día Internacional contra la Violencia Machista, millones de mujeres en todo el mundo volveremos a las calles y plazas de nuestras ciudades en defensa de nuestros derechos al grito de ¡ni una menos!

La violencia machista sigue extendiéndose como una plaga; los feminicidios siguen arrebatándonos la vida todos los días; la extrema derecha nos persigue y recorta todos los avances que hemos conseguido… Mientras, la justicia patriarcal sigue amparando a violadores, maltratadores y machistas.

Este año ha habido cifras y casos especialmente escalofriantes. Una mujer asesinada cada dos horas en América Latina. La absolución de un agresor sexual en Italia porque “la victima tardó 20 segundos en reaccionar”. La libertad concedida a la repugnante manada de empresarios y proxenetas pedófilos en Murcia, tras haber prostituido a niñas de entre 14 y 17 años en situación de vulnerabilidad y riesgo social. Y por supuesto, la violación más grande de la historia de Francia: Gisèle Pelicot fue drogada durante diez años y agredida más de 200 veces por 51 hombres, todo orquestado por su exmarido. Es una pesadilla.

Feministas antifascistas. No pasarán

Aquí en el Estado español, la derecha españolista no se corta ni un pelo en ridiculizar la violencia machista y dejar claro que vienen con ganas. El derecho al aborto bajo ataque, recortes permanentes en los recursos de atención a las víctimas de violencia de género, la defensa sagrada de la familia tradicional y patriarcal que cuenta con la divina bendición de la jerarquía de la Iglesia Católica para esparcir todos estos mensajes… El ADN franquista que supura en Vox y el Partido Popular está claro. Los dirigentes de ambas formaciones, el aparato estatal, policías, jueces y fiscales, sus colegas en los medios de comunicación que les dan un altavoz permanente en tertulias y programas para que esparzan su bilis y sus bulos… se sienten con total confianza para decir y hacer lo que quieran sin que nadie les rechiste.

Excepto nosotras. El movimiento por la emancipación de la mujer trabajadora que hemos levantado con nuestra fuerza, valentía y rabia, con nuestra organización por abajo, ha sido un grito de guerra contra esta extrema derecha cada vez más fascista. Hemos enseñado el puño a décadas de negación de derechos y desigualdad, y hemos dicho alto y claro que nuestros enemigos son todos estos machotes fascistas: los Abascales, los Feijóos, los Alvise, los Pablo Motos y los Vito Quiles.

Pero a esta horda de empresarios acosadores y banqueros, de jueces y juezas que copan las altas instancias judiciales, a los engominados nazis de Desokupa, y a los machistas que se ríen de nuestro sufrimiento, no les vamos a frenar con debates parlamentarios ni con cordones sanitarios. Al fascismo no se le discute, se le combate, y se le combate desde la movilización y la acción directa.

La lucha sigue, cueste lo que cueste

Qué casualidad que aquellos y aquellas que nos han vendido que a la ultraderecha podemos convencerla con abrazos, sonrisas e ilusión, todo teñido de un rosa muy cuqui, han acabado reproduciendo los mismos comportamientos asquerosos que muchos machitos de derechas. Cuando millones de mujeres dijimos “se acabó”, lo decíamos muy en serio. Lo decíamos para todos. Venga de donde venga el acoso, la violencia y la humillación.

El caso de Errejón tiene que hacernos reflexionar. En primer lugar, esto ha salido a la luz gracias a la valentía de las mujeres que se atreven a desenmascarar a estos degenerados. Víctimas y periodistas que no se callan, que dan voz a las que no tenemos voz.

Y en segundo lugar, porque esto no es algo solo individual. Errejón ha sido protegido. Por la cúpula de Sumar y por el PSOE. Lo que esto demuestra es que hay que levantar una izquierda que lo sea de verdad, y esa izquierda nunca puede participar en la gestión de un sistema criminal. Si lo hace no solo es cómplice, sino que se verá infectada por toda la escoria que el sistema produce.

No se puede ser feminista consecuente y participar en un Gobierno que sigue blindando la justicia patriarcal, si se permite que la policía siga llena de fascistas, si no se deroga la Ley Mordaza y se endurece la legislación contra las personas migrantes, si se siguen permitiendo dobles escalas salariales y la desigualdad laboral. Si se sigue protegiendo a los proxenetas, el negocio de los caseros rentistas, los bancos y los fondos buitre o si vendes armas al genocida de Netanyahu.

El feminismo no es hacerse una foto el 8M, ni poner un tweet el 25N. El feminismo de verdad, es otra cosa. Lo sabemos porque lo hemos defendido millones: es el que señala al sistema como el problema y el enemigo. No es el feminismo de los techos de cristal. Es el feminismo de las de abajo, de las que con nuestras manos y nuestro sudor hacemos funcionar la sociedad. El feminismo que hermana a las mujeres trabajadoras con el conjunto de la clase obrera, con la lucha del colectivo LGTBI y trans. El único que se ha mostrado capaz de frenar a la derecha, y el que necesitamos para cortar de raíz la demagogia de los fascistas.

Este 25N, el feminismo que no se vende ni se compra, el que no se arrodilla, volveremos a alzar nuestra voz.

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