Asco y rabia. Eso es lo que estamos sintiendo estos días viendo los vídeos que se han filtrado del juicio a Íñigo Errejón tras la denuncia de Elisa Mouliaá.
Muy lejos queda aquello que declaraba como portavoz de Sumar de "no hay denuncias falsas, hay una derecha fanática cuyo trabajo es criminalizar a las mujeres". Ahora ha pasado a afirmar que "en la vida real la gente no habla con consignas" refiriéndose al solo sí es sí, algo que no ha podido declarar que ocurriera con Elisa Mouliaá. ¡Es repugnante! Solo un machista acomodado y amparado por el sistema podría atreverse a esto. Por eso, cada palabra de la declaración en el juicio es una ofensa total y un insulto a las víctimas de la violencia machista.
Sin embargo el cinismo de Errejón se hace aún más sangrante por la actitud de acoso del juez, Adolfo Carretero, a Elisa Moliaá. En un tono violento y agresivo, haciendo gala del machismo más rancio, no se ha cortado ni un pelo a la hora de atacarla, poniendo en duda lo que había sucedido y llegando a señalarla a ella como la culpable insinuando que ella “quería algo con ese señor y, al no corresponderle, ahora le denuncia”.
La violencia, la inquina, el desprecio y la burla de este individuo en su interrogatorio a Elisa, llega a tales límites que es difícil ver la declaración entera sin tener que parar a coger aire.
Después de que Elisa Mouliaá declarase que “le dije que me estaba sintiendo muy incómoda”, el juez Carretero le espeta: “No, muy incómoda, no. ‘Que me dejes en paz, que no me toques’. ¿Le dijo usted algo de eso?”. Para a continuación insinuar que es una mentirosa: “Usted es una persona acostumbrada a tratar con el público, ¿no? Es que no entiendo por qué se siente violentada”.
Pero el sadismo continúa. En un momento de la declaración, el Juez Carretero le pregunta: “¿Para qué se sacó [Errejón] el miembro viril?”. Y cuando Elisa Mouliaá trata de articular palabra para expresar que lo hace para violentarla, el juez la corta preguntándole prácticamente a gritos: “¿Pero le intentó a usted bajar las bragas o algo?”.
Porque para este representante de la judicatura del régimen del 78, que alguien te intimide, te “chupe las tetas”, o te manosee sin tu consentimiento no es algo digno de ser considerado agresión sexual. Al parecer todo vale mientras las bragas se queden en su sitio.
Pero estos fueron solo algunos ejemplos de la vergonzosa diferencia de tono que utilizó el juez entre las preguntas que hizo al impresentable de Íñigo Errejón y a Elisa Mouliaá.
Y es precisamente esta violencia judicial machista y patriarcal la respuesta a por qué las mujeres no queremos denunciar. ¿Pero cómo vamos a sacar las fuerzas para hacerlo, si cuando lo hacemos nos maltratan de esta manera? ¿Cómo vamos a querer denunciar, si nos exponemos a ser las mentirosas, las culpables de que nos agredan o las rencorosas y vengativas que denunciamos porque “no hemos sido correspondidas”?
Cuando las mujeres como Elisa Mouliaá nos atrevemos a denunciar, lamentablemente no lo hacemos buscando algún tipo de reparación que a través de esta judicatura no va a llegar. Lo hacemos para señalar a esta calaña, para que no puedan ejercer su violencia contra otras.
Por eso también le enviamos todo nuestro apoyo a Elisa. Cuando el movimiento feminista gritamos “hermana no estás sola”, lo gritamos de corazón y a todo pulmón.
Cuando decimos que la justicia es machista, franquista y clasista, no nos equivocamos, todo lo contrario. Jueces y juezas como los de la Manada, como el juez Carretero, como tantos y tantos casos que no conocemos, no desaprovechan ninguna de las oportunidades que se le presentan para dar una nueva vuelta de tuerca e intentar poner contra las cuerdas al movimiento feminista combativo, para silenciarlo y sepultarlo.
Pero va más allá. El caso de Errejón, también señala al Gobierno, y especialmente a Yolanda Díaz y Pedro Sánchez. ¿Dónde están sus declaraciones condenando a Errejón y al juez Carretero? ¿Cómo es posible que este individuo no haya sido cesado fulminantemente como juez del caso?
Somos cientos de miles las y los que viendo los vídeos que se han filtrado del caso Errejón, nos hemos acordado del acoso y persecución a Irene Montero por la ley del Solo sí es sí, precisamente por reconocer en la ley que lo que separa una relación sexual consentida de una agresión es el consentimiento. Y sí, nos hemos acordado también de cuando el presidente planteó la incomodidad que sentían sus amigos de entre cuarenta y cincuenta años con este feminismo que hacía tanto ruido.
La caverna mediática, el PP-Vox, se regocijan hoy. Pero su sonrisa es tan corta como es de grande su miedo al movimiento feminista. Se regocijan no porque sean defensores de los derechos de las mujeres o condenen las agresiones sexuales. Lo hacen porque están encantados viendo como el ex portavoz de Sumar ha cogido con las dos manos su discurso falso y mentiroso de las denuncias falsas para salvarse a sí mismo. Lo hacen porque quieren machacar al movimiento feminista que les señala.
Precisamente por eso hay que ser claras. El relato de Errejón no es el de una persona de izquierdas comprometida con la lucha contra la violencia machista. Es el relato de un machista que quiere aparecer como víctima del… ¡feminismo! Que se esconde detrás de la salud mental despreciando a los millones de personas que padecen y sufren una dolencia terrible, para encubrir la realidad que todas estas mujeres han señalado.
Por eso, ante esta realidad hostil y patriarcal, debemos seguir peleando. Si el sistema capitalista y su justicia patriarcal nos atacan, nos defenderemos como hemos aprendido: con la organización, la movilización y la lucha. Y el próximo 8M mostraremos toda esta rabia acumulada y enviaremos un mensaje muy claro a la judicatura y al aparato del Estado: ¡No estamos solas!¡No podrán con el movimiento feminista combativo!