Hoy más que nunca:

SOCIALISMO O BARBARIE

  • LA IZQUIERDA DEBE DEFENDER LA EXPROPIACIÓN DE LA BANCA, DE LAS MULTINACIONALES Y LAS EMPRESAS EN CRISIS BAJO CONTROL OBRERO
  • TENEMOS FUERZA PARA DERROTAR A LA BURGUESÍA, LO QUE NECESITAMOS SON ORGANIZACIONES SINDICALES Y POLÍTICAS, COMBATIVAS, DEMOCRÁTICAS Y CON UN PLAN Y UNA ESTRATEGIA PARA CONSEGUIRLO
  • POR UNA HUELGA GENERAL DE 48 HORAS PARA CONTINUAR LA LUCHA

Introduce: Lluís Perarnau, marxista de El Militante, Presidente de la Junta de Personal PAS-funcionario en la Universidad Autónoma de Barcelona

En 2007 comenzó una crisis económica mundial que ya ha sido caracterizada como la Gran Recesión. Comenzó por la explosión de unas hipotecas tóxicas en EEUU pero pronto contagió al sistema financiero de todo el mundo. Tras la quiebra del gigante bancario Lehman Brothers (cuyo director gerente en Europa era el actual ministro de economía Luís de Guindos), los Estados capitalistas corrieron a rescatar a la banca. Comenzaron a inyectar miles de millones de euros que, sin embargo, lejos de solucionar ningún problema, provocaron otro mayor: un agujero tremendo en las cuentas públicas.

A la “crisis financiera” le sucedió la “crisis de la deuda soberana”, cuyo epicentro se traslado a Europa. Para evitar las sucesivas bancarrotas de Grecia, Irlanda,  Portugal, Italia y el Estado español la UE y el FMI han intervenido en estos países –en algunos de manera directa y visible, en otros de manera más indirecta- imponiendo durísimos planes de recortes del gasto público y ataques salvajes a la clase obrera. Todas estas medidas, si bien han garantizado un flujo ininterrumpido de dinero de los Estados al capital financiero, han conseguido hundir aún más las maltrechas economías de estos países.

Lejos de tener una perspectiva de recuperación, la economía se hunde en una Gran Depresión con terribles efectos sociales. Pero no para todos. Mientras el paro no deja de crecer y el llamado “Estado del bienestar” se está desmantelando, los productos de lujo viven un particular florecimiento, la lista Forbes con los hombres más ricos del mundo no deja de hincharse y la concentración de capital en menos manos avanza trepidantemente.

Está claro que no estamos ante una mera crisis. Por su naturaleza es una crisis mundial de sobreproducción. Este hecho es muy importante porque revela la naturaleza caótica del capitalismo, pero por supuesto es ocultado y negado conscientemente por los medios de comunicación de la burguesía. Pero como Marx explicó en su día, hay crisis y crisis. Ésta está sacando a relucir muchas contradicciones que se acumulaban en la sociedad: El absoluto dominio del capital financiero que ejerce una férrea dictadura. En relación, el papel del Estado burgués, como instrumento ejecutivo del capital financiero, absolutamente subordinado al mismo. Las crecientes tensiones entre potencias imperialistas enfrentadas (EEUU y China, Alemania y el resto de la UE…). La ofensiva generalizada de la burguesía para terminar con las conquistas del movimiento obrero (sanidad, educación pública, derechos laborales colectivos…). La escalada represiva del Aparato del Estado, recortando derechos democráticos…

Pero también ha puesto de manifiesto la tremenda fuerza de la clase obrera. En la huelga general del pasado 29 de marzo tuvimos un pequeño ejemplo de lo que los trabajadores son capaces de hacer. El odio de la burguesía a la huelga general no es por consideraciones económicas. Es por consideraciones políticas: un día exitoso de huelga general demuestra de manera muy clara el verdadero papel de los trabajadores: no brilla una luz, no gira una rueda sin el permiso de la clase obrera.

Esta fuerza se alimenta de un cuestionamiento cada día mayor del sistema capitalista, de acontecimientos que demuestran a capas cada vez más amplias de la sociedad la absoluta putrefacción del sistema y de una oleada creciente de lucha de clases y revolución que recorre todo el mundo (revolución en el mundo árabe, situación prerrevolucionaria en Grecia, huelgas y movilizaciones por toda Europa, gobiernos que se reclaman socialistas en América Latina…) Lo cierto es que la burguesía está preocupada porque es consciente de que tiene en frente un coloso que se está despertando.

Sin embargo, importantes valedores de la burguesía y de su sistema social y político –el capitalismo- se encuentran, hoy en día, dentro de las organizaciones tradicionales de la clase obrera. Muchos de los dirigentes de los grandes sindicatos y partidos obreros hace tiempo que abandonaron una perspectiva de transformación revolucionaria de la sociedad. Están convencidos de que el sistema capitalista es el único sistema posible y en consecuencia, se limitan a tratar de gestionar el capitalismo para evitar el “mal mayor”, tratando de llegar a acuerdos una y otra vez con la burguesía. Pero esa política, como hemos visto en el Estado español, demuestra debilidad y lleva a un envalentonamiento de la burguesía. Cuando los sindicatos finalmente han convocado movilizaciones, como la huelga general, éstas han sido más bien producto de la presión, tanto de los trabajadores, como de la burguesía, más que de un plan y una estrategia sindical orientada a defender a los trabajadores. La principal debilidad de la clase obrera está en su dirección, o más bien, en la carencia de una dirección revolucionaria a la altura de los acontecimientos.

Los marxistas de El Militante, confiamos en la capacidad de la clase obrera para terminar con el capitalismo y transformar la sociedad. Lo que falta es un programa, una táctica y una estrategia, es decir una dirección revolucionaria.

Por ejemplo, después de la huelga general del 29 de marzo, es evidente que el PP no va a negociar nada sustancial, todo lo contrario, se han sucedido más ataques. ¿Qué hacer para continuar la lucha? En nuestra opinión los sindicatos deberían haber planteado un plan de lucha, general y sostenido en el tiempo, que enlazara el 29 de marzo con una nueva convocatoria de huelga general de 48 horas. Éste plan debería ser discutido y votado en asambleas democráticas de trabajadores en las fábricas y barrios, formando en cada centro de trabajo un comité de lucha amplio, con representantes elegibles y revocables en todo momento por la asamblea de trabajadores, coordinados a nivel local, para organizar e impulsar las movilizaciones. En definitiva un plan de lucha contundente que, en primer lugar, demostrara que no se trata de una movilización para demostrar nuestro rechazo e indignación por los ataques, sino nuestra disposición a luchar hasta el final, con confianza en que podemos derrotar a la derecha.

Pero como los ataques son de fondo y detrás de Rajoy está el capital financiero mundial, también necesitamos que la izquierda recupere un programa político anticapitalista. Por ejemplo, exigir la expropiación de la banca, al fin y al cabo, el sistema financiero es parte del problema y está hoy en día sostenido con fondos públicos. Pero no para crear un banco público juntando los bancos no rentables, rodeado de bancos privados y al servicio del capital financiero internacional, sino expropiar todo el sistema bancario sin indemnizaciones y bajo control obrero, para ponerlo al servicio de las necesidades sociales: conseguir fondos para la educación y la sanidad pública, conceder créditos baratos, invertir en tecnología y ciencia… Es un ejemplo, pero bastante ilustrativo de la diferencia entre un programa de reformas bajo el capitalismo, que en el fondo crea ilusiones en que puede existir un capitalismo “de rostro humano” y un programa anticapitalista, consciente de que este sistema no se puede reformar y que la tarea es derrocarlo antes de que nos hunda a todos en la miseria y el caos. Hoy más que nunca, como decía Rosa Luxemburgo, SOCIALISMO O BARBARIE.

Organiza:

Corriente Marxista Revolucionaria El Militante

Apoya:

Fundación Fiedrich Engels

Sindicato de Estudiantes

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