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¡Por una organización revolucionaria de lucha por el socialismo!
La vida de millones de trabajadores y jóvenes en el Estado español y en todo el mundo se ha visto sacudida por una recesión económica devastadora, por el paro masivo, los recortes salariales y la precarización, una oleada de ataques a los derechos democráticos, y una gran agudización de la desigualdad y de la pobreza…manifestaciones de la profunda crisis del sistema capitalista, y cuyas consecuencias han trastocado también las relaciones internacionales, recrudeciendo la lucha entre las potencias imperialistas por los mercados, las guerras y el sufrimiento de una gran parte de la humanidad.
Las medidas de austeridad que han golpeado a cientos de millones de hombres y mujeres no han sido suficientes para enderezar la situación económica y para que el capitalismo vuelva a la senda del crecimiento. Por el contrario, el sistema ha perdido su equilibrio interno y la burguesía se prepara para hacer recaer más duramente sobre la clase obrera el coste de la crisis. El gran capital financiero y empresarial, ese puñado de poderosos que controlan los resortes de la economía mundial (a los que la prensa burguesa se refiere con el nombre de “los mercados”), ejercen una auténtica dictadura.
Países enteros han sido arrasados, a poblaciones enteras se les ha arrancado de cuajo cualquier esperanza y se les ha empujado al abismo. El regreso al capitalismo en su forma más clásica ha golpeado la conciencia de millones de oprimidos, de la clase trabajadora y la juventud, y de amplios sectores de las capas medias que se han visto violentamente empobrecidas; la correlación de fuerzas en la sociedad se ha modificado. Este es el combustible que propulsa la lucha de clases en todo el mundo. Las formas de dominación en los países capitalistas desarrollados, que se mantuvieron estables en las últimas décadas, atraviesan una profunda crisis. La confianza en el sistema ha sido herida considerablemente: la democracia burguesa, y los partidos que la sostienen, están sometidos a una amplia crítica.
La correlación de fuerzas ha cambiado
Si algo ha quedado claro es que esta crisis no es un acontecimiento casual, un accidente inesperado provocado por circunstancias ajenas al normal funcionamiento de la sociedad. Por el contrario, estos acontecimientos demuestran la plena validez del análisis realizado por Marx y Engels, que situaba el origen de las crisis en el corazón mismo del capitalismo, en las contradicciones de su mecanismo más básico. El auténtico motor del sistema capitalista es la búsqueda incesante de beneficios, pero en un momento determinado la expansión de las fuerzas productivas choca con el límite de la propiedad privada de los medios de producción y el Estado nacional, y estallan las crisis de sobreproducción.
Para salvar del hundimiento al sistema financiero y restaurar la tasa de ganancias de los capitalistas, los diferentes gobiernos de EEUU, la UE, Japón, han dedicado billones de euros del Estado a planes de rescate que han generado una deuda pública explosiva, sin lograr restaurar el equilibrio ni remontar las tasas de desempleo crónico. Por el contrario, la socialización de las pérdidas y la privatización de las ganancias, ha generado nuevas burbujas especulativas y una polarización mayor de la riqueza. Ni la revolución productiva de los últimos cuarenta años, ni la extensión formidable de las nuevas ramas de la información (Internet, fibra óptica, etc.,), ni la globalización de las relaciones sociales y económicas, han impedido la creciente pauperización de la sociedad: una pequeña isla de prosperidad, lujo y privilegios obscenos rodeada por un océano de miseria. ¿No era esto precisamente lo que Marx señaló como una ley inevitable de la producción capitalista?
El hundimiento de los niveles de vida de la población, los ataques a la enseñanza y la sanidad pública, a los derechos democráticos, el furor del nacionalismo españolista contra las nacionalidades históricas, la corrupción y el latrocinio, ha deslegitimado a la derecha en el poder. Pero este no ha sido el único fenómeno que hemos vivido. La fusión de la dirección del PSOE con la burguesía y la política de paz social y desmovilización de las cúpulas de CCOO y UGT; o la esclerosis burocrática de sectores decisivos del aparato de Izquierda Unida, han dado lugar a una respuesta en la calle que ha desbordado a todas las organizaciones que se han mostrado pasivas y conciliadoras con el poder.
El 15M marcó el punto de ruptura; inmediatamente después las Mareas Ciudadanas, las huelgas generales de 2012, la lucha ejemplar de la PAH contra los desahucios, las marchas mineras, las movilizaciones de los empleados públicos, las 17 huelgas generales estudiantiles impulsadas por el Sindicato de Estudiantes, el levantamiento de Gamonal, el triunfo del movimiento contra la privatización de la sanidad pública madrileña, las grandes huelgas en la limpieza viaria de Madrid, de los trabajadores de Panrico y el triunfo de los compañeros de Coca Cola tras una huelga que ha durado más de un año… dan el tono de un nivel de conflictividad social, de ocupación de las plazas y calles en toda la geografía del Estado, que sólo es comparable a lo ocurrido en los años setenta o incluso en los treinta del pasado siglo. Esta irrupción de la lucha de clases, muestra una gran autoorganización y participación desde la base, una iniciativa y audacia extraordinaria, y una fuerte exigencia de control democrático. Esta es la cusa del surgimiento de Podemos, como una de las expresiones políticas de este gran giro a la izquierda.
Construir una organización revolucionaria de lucha por el socialismo
Los oprimidos necesitamos unirnos bajo la bandera de la lucha por el socialismo. El capitalismo es horror sin fin, solía decir Lenin. Cuando esta catástrofe se extiende como una mancha de aceite por el mundo, cabe preguntarse: ¿Es esto necesario? ¿Es inevitable? Ni es necesario ni es inevitable. La razón de esta sin razón se explica por la supervivencia de un sistema decrépito y reaccionario.
La clase obrera y la juventud es la fuerza social más poderosa. Juega el papel decisivo en la producción y sin su participación es imposible que nada funcione en la sociedad. Pero esa fuerza colosal necesita de organización consciente, necesita de un programa revolucionario. El capitalismo no de podrá transformar a base de parches y pequeñas reformas. Vemos a muchos dirigentes de la izquierda, incluso a algunos de los que han emergido aupados por los grandes movimientos sociales, afirmar que se puede hacer un gobierno decente respetando las reglas del juego del sistema, incluso que lo que hay que volver es a las viejas recetas de la “socialdemocracia” más clásica. Pero el problema es que vivimos tiempos en que la burguesía y los grandes monopolios no están dispuestos a ceder ni un ápice en su afán de acumular beneficios a costa del sufrimiento de la mayoría.
Si no se rompe con ese poder y con la lógica del capitalismo, los discursos “progresistas” quedan como charlatanería hueca. ¿Acaso Obama no prometió regular el sistema financiero para evitar las crisis, y hoy no hace más que la política que le dictan las grandes corporaciones? ¿Acaso Zapatero, como antes Felipe González, no prometió grandes reformas para plegarse finalmente al dictado de los grandes poderes económicos y asfaltar el camino al PP? ¿No fue el Presidente “socialista” de Francia, François Hollande, el abanderado de la lucha contra el “austericidio”, y el que actualmente aplica las contrarreformas que le exige la patronal? No se trata de una cuestión de “voluntad”, de “honestidad”, de “sentido común”…El capitalismo no funciona sobre la base del sentido común, lo lógico o lo beneficioso para la mayoría. Funciona por y para el lucro de los propietarios de capital y de los medios de producción, que son los que realmente controlan las palancas del poder político y del Estado.
Los marxistas de El Militante estamos convencidos de que sólo una política genuinamente socialista puede satisfacer las reivindicaciones más básicas de los trabajadores. Abogamos por un gobierno de la izquierda que lucha, por un frente de Podemos, Izquierda Unida y los movimientos sociales que ponga fin a los desahucios, que defienda la enseñanza y la sanidad públicas y anule las contrarreformas del PP; que acabe con la ley mordaza y defienda los derechos democráticos, incluido el derecho de autodeterminación de las nacionalidades; que ponga fin a las privatizaciones; que combata el desempleo y la lacra de la corrupción. Y para llevar a cabo toda esta labor, sólo hay una manera realista de hacerlo: aplicando un programa en beneficio de la mayoría, que nacionalice los grandes monopolios financieros (banca, seguros) y los grandes grupos empresariales que controlan los sectores estratégicos de la economía (eléctricas, telecomunicaciones, acero, cemento…), bajo control democrático de la población. De esta manera se podrían dedicar recursos gigantescos a resolver las necesidades y carencias de la población, además de proporcionar una igualdad y un bienestar común que es la única base objetiva para la justicia social y la auténtica democracia: el socialismo.
El socialismo es una necesidad pero no caerá del cielo, será el producto de la acción consciente de la clase trabajadora. La Corriente Marxista Revolucionaria lucha por construir esta alternativa socialista no sólo en el Estado español sino internacionalmente, con la intervención en las luchas sociales, en el sindicalismo de clase y los movimientos de masas, defendiendo día a día el programa de la transformación socialista.
¡¡Organízate en la Corriente Marxista El Militante!!
¡¡Es la hora de la lucha por el socialismo!!