¡En defensa del empleo digno!
Por tierra, mar y aire se nos bombardea constantemente con la idea de que en este momento excepcional todo está suspendido, paralizado. No es momento de movilizarse sino de aguantar con compostura que los malos tiempos pasen por sí solos. Pero cada vez son más trabajadores los que desbordan tamaña mentira. La ofensiva contra nuestros derechos no sólo no se ha paralizado sino que se ha recrudecido bajo la pandemia. Para defendernos de todos los ataques que amenazan nuestro presente y nuestro futuro, más de 7000 personas llenábamos este sábado 30 de enero las calles de Vitoria Gasteiz, respondiendo a la llamada de más de 50 comités de empresa y colectivos en lucha, en defensa del empleo digno.
La plantilla de Aernnova que protagoniza un encierro de protesta ha sido parte importante del impulso de esta iniciativa, buscando ampliar su lucha y conectar con otras plantillas y sectores que se encuentran también bajo ataque. No han sido los únicos que han buscado la forma de fortalecer la movilización y unir fuerzas. El pleno del Comité de Burulan, empresa también del sector aeronáutico había tomado la iniciativa desde hacía semanas de dirigirse a todos los comités del sector aeronáutico para unificar todas las empresas en lucha. Igualmente los compañeros de Sindicalistas de Izquierdas e Izquierda Revolucionaria impulsábamos con nuestros compañeros delegados en el sector aeronáutico y en cada manifestación esta idea como una necesidad urgente.
Una vez que el Comité y los trabajadores de Aernnova decidieron promover la manifestación, se pusieron en contacto con otros comités solicitando su apoyo: Se unieron SDA factory, Laminaciones Arregui, TLA-antigua Condesa, Elecnor, Cartonajes Igamo, Garbialdi o los Centros de Salud OSI Araba y Hospital Santiago; posteriormente se adhirieron desde riders de Glovo a la Asociación Martxoak 3, la Asamblea de parados, los pensionistas, la sanidad, la educación infantil en lucha, los socorristas y los trabajadores de rocódromos, hasta más de medio centenar de colectivos y sindicatos: LSB-USO, ESK, CGT, CNT, LAB, Steilas.
La puesta en práctica de esta iniciativa, nacida y fortalecida desde abajo, y su enorme éxito es de una enorme trascendencia. En primer lugar pone sobre la mesa la necesidad de retomar la movilización con fuerza y romper con la estrategia de aislar lucha a lucha y empresa a empresa. Igual que hicimos justo hace un año en la huelga general del 30 de enero en Euskal Herria ¡Nuestra lucha es una sola! ¡Contra la ofensiva de la patronal y las políticas del gobierno del PNV y el PSE que nos aplastan y precarizan nuestras vidas! En segundo lugar, demuestra que las y los trabajadores tenemos la voluntad de luchar porque no tenemos otra salida y que somos perfectamente capaces de organizarnos para llevarla adelante. Incluso aunque tengamos que pasar por encima de posicionamientos completamente erróneos por parte de las direcciones de nuestros sindicatos, como el que en esta ocasión ha tenido ELA: no sólo no apoyó la movilización sino que argumentó la participación de asociaciones de hosteleros, taxistas o conductores de ambulancias para decir que era una protesta de pequeños empresarios y patronos.
De esta manera, la primera fuerza sindical en Euskal Herria daba la espalda a las plantillas de los más de 50 comités de empresa – en los que están presentes - que atronaban las calles de Vitoria al grito de la ¡La lucha es el único camino! ¡Menos policía y más sanitarios! ¡Sanidad 100% pública! y que dibujaban la ciudad con decenas de pancartas con las demandas de cada empresa.
Osakidetza, comedores, residencias, educación, sector aeronáutico: la lucha se abre paso en Euskal Herria
Ya antes de la pandemia, en 2019 los datos de incremento de la pobreza en la CAV eran alarmantes; un 46% en la última década. 131.000 habitantes de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa vivían en pobreza real. La ausencia de bienestar afectaba a 27.294 personas, un 17% más que en 2016. En cuanto a la imposibilidad de afrontar gastos imprevistos alcanzaba a un 23% de la población. Esta situación fue producto de las reformas laborales del PSOE y del PP que ayudaron a la patronal a implementar recortes salariales junto al aumento de la precariedad laboral. Se despedía a trabajadores fijos y con derechos contratando eventuales a través de ETTs o subcontratas haciendo crecer los beneficios patronales y la desigualdad social. Por su parte los gobiernos del PNV del PSE-PSOE con el apoyo del PP promovieron recortes en la RGI, las pensiones, y la progresiva privatización de la sanidad y de la educación pública potenciando al sector privado. Lo cierto es que la clase trabajadora llevamos sufriendo un recorte de las condiciones laborales y de vida desde hace décadas, pero especialmente desde la última gran recesión del 2008-2009. De aquellos polvos vienen estos lodos. La pandemia ha agudizado en extremo los problemas que ya veníamos sufriendo la clase trabajadora
Esta realidad ha provocado que durante los últimos años hayamos visto una oleada tras otra de luchas sociales que han inundado las calles de Euskal Herria: las impresionantes huelgas feministas y de la marea pensionista anticiparon las del movimiento obrero, en especial los sectores feminizados como las residencias, sectores muy explotados como los trabajadores de Huerta Peralta y decenas de miles de trabajadores con su convenio sin actualizar una década como los trabajadores del metal en Bizkaia.
En 2019 las jornadas no trabajadas se multiplicaron por cuatro, el 75% de la población afirmaba haber participado en algún tipo de acto de protesta. Fue este ambiente y la necesidad imperiosa de unificar todas estas luchas condujo a la huelga general del 30 de enero del 2020 tras la plataforma reivindicativa trabajada por la Carta Social, que agrupa a más de cien colectivos con la mayoría sindical ELA y LAB al frente.
La pandemia frenó, con los confinamientos masivos, dicha marea huelguística, pero la situación al comenzar 2021 es aún más dramática con el incremento de los despidos y la pobreza. La sanidad vasca – Osakidetza- ha protagonizado una huelga la última semana de enero, al igual que el sector de Cuidados y Residencias. Coinciden con huelgas en Educación; esta vez la educación infantil, las Haurreskolak.
Desde el 1 de enero se han convocado múltiples manifestaciones de empresas del sector Aeronáutico, Mercedes Benz, residencias en lucha, comedores escolares y transporte, la sanidad vasca el 27 y 28 enero. Cada manifestación ha transcurrido por separado respondiendo a los llamamientos de las diferentes organizaciones sindicales, como si todas no tuviesen en común problemas similares y una patronal y un gobierno del PNV que la apoya.
Por eso la manifestación de este sábado tiene tanta importancia: marca el camino y es un ejemplo que sin duda inspirará a todos estos sectores en lucha que necesitan responder unificadamente y con una fuerza equivalente al tamaño de los ataques que estamos sufriendo.
La patronal afila los cuchillos. ¡No vamos a pagar su crisis!
En 2020 la economía vasca ha caído un 9,4% en medio de una nueva crisis global del capitalismo agravada y enmascarada tras la pandemia del Covid-19. Frente a esta nueva crisis el Gobierno del PNV-PSE no ha variado en absoluto sus políticas. Despidos, ERTE, rebajas salariales, horas extras impagadas, aumento de los ritmos productivos, accidentes laborales, aumento de la precariedad etc, entregando el dinero conseguido con el incremento de la deuda pública y las “ayudas” europeas a macro-proyectos para las grandes multinacionales, Iberdrola, Repsol… y el Tren de Alta Velocidad (TAV).
Sobre esta base de aplastar nuestros derechos el Gobierno Vasco prevé un crecimiento del 8,4% en 2021. Para conseguirlo anticipan un tirón de la economía vasca en el 2º trimestre de este año del 21%. Engordar sus bolsillos es lo único que les importa tal y como está demostrando la actual situación en la que las vacunas ni siquiera llegan como habían anunciado, debido a que su producción está en manos privadas de las farmacéuticas y la pandemia se agrava como consecuencia de no querer parar la actividad económica y frenar los beneficios de la patronal.
De noviembre a diciembre en la CAV se ha pasado de 30.000 a 43.000 trabajadores con ERTE. Cuando acaben los ERTE habrá una oleada de despidos todavía mayor. El paro en la Comunidad Autónoma Vasca a pesar de ello ha crecido un 17% respecto a 2019. La caída de afiliación a la Seguridad Social, sin ERTE, sería ya tres veces más profunda que en los peores momentos de la anterior gran recesión en 2012-2013, cuando se contrajo un 5%. Ahora la caída es del 15%.
Recientes encuestas revelaban que la confianza de los hogares en la UE ha caído un 18%, en El Reino Unido un 22%, en el Estado español un 28%. En Euskal Herria ha caído un 33%, casi el doble de la media de la UE. Esto indica una desconfianza profunda en que las instituciones del sistema provean ninguna solución a la pobreza y las dificultades a las que nos condenan con sus políticas. Esto se levanta sobre hechos objetivos. En Araba, con un fuerte peso del sector industrial, un 22% de las empresas ya han anunciado un recorte de plantillas este año. El 43% ha solicitado un ERTE y el 90% de los empresarios alaveses no ven la recuperación como mínimo hasta 2022. ¿De verdad tenemos que quedarnos de brazos cruzados ante este horizonte de devastación social? ¿Qué tipo de futuro nos espera si dejamos nuestro destino en manos de los defensores de este sistema?
Ni recortes, ni despidos, ni precariedad ¡Contra las políticas capitalistas, unir las fuerzas en una huelga general en Euskal Herria!
Sobre esta situación se levantan las luchas obreras que en Araba y en el conjunto de Euskal Herria han sido una constante durante los últimos meses, muchas veces con varias manifestaciones todas las semanas. Pero frente a la voluntad de lucha de las plantillas, las direcciones sindicales no están planteando una estrategia que nos permita responder al mismo nivel que somos atacados y nuestras fuerzas se dispersan empresa a empresa en vez de unificarse con el objetivo común que todos compartimos.
Tanto por parte de la dirección de ELA y LAB, como de CCOO y UGT se insiste en que la crisis es coyuntural, dicen que todo pasará en unos meses con las vacunas y hay que tomar medidas no traumáticas. De esta forma no sólo nos niegan una estrategia efectiva sino también una alternativa a este desastre. Ni siquiera exigen con contundencia y una lucha decidida el cumplimiento de la Carta Social por la que se fue a la huelga general en 2020 y que incluía la jornada de 35 horas sin reducción salarial, la derogación inmediata de las reformas laborales del PSOE y del PP, un salario mínimo de 1.200 euros mensuales, pensiones mínimas de 1080 euros, la reducción de la edad de jubilación con contratos de relevo etc. A esta plataforma Izquierda Revolucionaria añadimos la nacionalización de la sanidad privada, la energía, la banca y las empresas en crisis sin indemnización y bajo el control de la clase trabajadora para poder planificar democráticamente la economía en función de las necesidades sociales y no de los beneficios de una pequeña minoría como ocurre en la actualidad.
Esta alternativa y el calendario de lucha para alcanzarla es lo que debemos impulsar, reactivando los comités de huelga que se crearon el año pasado, debatiendo estos puntos en ellos, en asambleas de fábrica y en los barrios obreros, y coordinarlos para extender la lucha a la escala más amplia. Esto es posible, como demuestra la impresionante movilización de este sábado en Vitoria Gasteiz. Necesitamos una huelga general en Euskal Herria y en el conjunto del Estado. La clase trabajadora tenemos el poder y la fuerza necesaria para transformar la sociedad.