Hay que unificar las protestas con una huelga general del sector sanitario

Un clamor en defensa de la sanidad pública recorre todo el Estado. La sanidad, un servicio imprescindible para el bienestar de la población, lleva más de una década sufriendo las políticas de recortes en gasto social de los sucesivos Gobiernos del PP y el PSOE.

Profesionales de la salud, usuarias y usuarios, salen masivamente a las calles a defender el derecho a la salud y a una atención sanitaria digna, que no fue el regalo de ningún Gobierno. Fue una conquista de la movilización y la lucha de la clase trabajadora, y solo la movilización podrá defenderlo.

Las movilizaciones se extienden por todo el Estado

Las huelgas de médicos y personal sanitario han tenido en las primeras semanas del año un enorme seguimiento en la Comunidad de Madrid. Tras la huelga de los servicios de urgencias, la huelga indefinida de los médicos de la Atención Primaria continúa con enorme determinación y se refuerza con la extensión de los paros a todo el personal sanitario destinado a este servicio.

Sin duda alguna, el PP madrileño, con el respaldo de la ultraderecha, está a la cabeza de las políticas de recorte y privatización de los servicios sanitarios, pero el deterioro de la sanidad pública afecta a todos los territorios del Estado y por eso las protestas se extienden como una mancha de aceite.

Todas las comunidades autónomas han sufrido recortes en sus presupuestos sanitarios con el consiguiente deterioro de la calidad del servicio que prestan y de las condiciones laborales de sus trabajadoras y trabajadores. La precariedad, las cargas de trabajo, que solo son asumibles rebajando la atención a los pacientes a la mínima expresión, y los bajos salarios se han adueñado del sector.

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El PP madrileño, con el respaldo de la ultraderecha, está a la cabeza de las políticas de recorte y privatización de los servicios sanitarios, pero el deterioro de la sanidad pública afecta a todos los territorios del Estado y por eso las protestas se extienden.


El sistema sanitario hace aguas por todas partes. En Andalucía el PP de Juanma Moreno ha conseguido la dudosa hazaña de convertir a su comunidad autónoma en la que menos camas hospitalarias tiene: 2,3 cada 1.000 habitantes (la media europea es de 4,5). En Aragón están a la cabeza en las listas de espera para ser atendido por un especialista, hasta 160 días (¡!). Catalunya es la que más sangra sus recursos sanitarios destinando un 25,4% de los mismos a financiar la sanidad privada. Y, en general, a nivel estatal unas esquilmadas plantillas tensan al máximo la situación; por ejemplo, actualmente existen 5,3 enfermeras/os por cada 1.000 habitantes, cifra que nos deja por detrás de países como Uzbekistán, Montenegro o Polonia y a años luz de los 18,3 de Suiza.

Ante esta realidad, entre finales de enero y febrero se han convocado huelgas sanitarias en siete comunidades autónomas, además de Madrid, y varias de ellas se han anunciado como indefinidas.

En algunas, como Andalucía, los Gobiernos ya han hecho las primeras concesiones e intentan apoyarse en los sindicatos de perfil más corporativo para frenar este movimiento huelguístico y evitar que se extienda al resto del sector público y se convierta en el catalizador del amplio descontento social.

La huelga conjunta de personal sanitario y de profesores de Catalunya, los días 25 y 26 de enero, que se vio reforzada por la convocatoria de huelga estudiantil lanzada por el Sindicat d’Estudiants, fue un primer paso para unificar las luchas y dar una respuesta conjunta a los recortes. Este es el camino que debemos seguir.

La Comunidad de Madrid, a la cabeza de las luchas por la sanidad pública y contra la derecha

Las huelgas de personal sanitario están recibiendo el respaldo de la inmensa mayoría de la población. Encierros, concentraciones ante los centros de salud y todo tipo manifestaciones de apoyo al personal sanitario se multiplican. Las recientes manifestaciones de la Marea Blanca de Salamanca, el 29 de enero, con 11.000 vecinas y vecinos en la capital y otros 3.000 en Béjar, son un buen ejemplo de la firme voluntad de la clase trabajadora por defender nuestro sistema sanitario.

Pero sin duda es en Madrid donde más claramente se han desbordado los límites de la lucha sindical, y se ha convertido en una auténtica rebelión social no solo contra las políticas sanitarias del PP, sino contra todo lo que representa Isabel Díaz Ayuso y su Gobierno ultraderechista apoyado por Vox.

Siguiendo el ejemplo de la extraordinaria Marea Blanca que en los años 2012 y 2013 consiguió echar abajo los planes de Esperanza Aguirre y el PP para privatizar los hospitales públicos, más de 700.000 personas se echaron a las calles el pasado 13 de noviembre. No es ninguna casualidad que la consigna coreada con más fuerza y entusiasmo fuese “¡Ayuso dimisión!” y que el PP reaccionase con insultos y desprecios a esta gigantesca demostración del rechazo que levantan sus políticas.

Díaz Ayuso ha conseguido que el PP baile al son que ella le marca. Sus posiciones ultraderechistas, trumpistas, se han impuesto en su partido. Pero su arrogancia ha encontrado en las calles de Madrid la horma de su zapato. Empeñada en completar el trabajo destructivo de los servicios públicos iniciado por sus predecesores y con prisas por privatizarlos para convertirlos en fuente de beneficios parasitarios para sus amigos empresarios,

Ayuso ha desafiado a la clase trabajadora madrileña y está recibiendo la respuesta que se merece.

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En Madrid la lucha se ha convertido en una auténtica rebelión social contra las políticas sanitarias del PP y contra todo lo que representa Isabel Díaz Ayuso y su Gobierno ultraderechista apoyado por Vox. 


Ha querido convertir a la Comunidad de Madrid en un laboratorio de los planes privatizadores de la derecha, preparando el terreno para la conquista del Gobierno del Estado. Retomando los fracasados planes de Aguirre, ha optado por promover la asfixia económica del sistema público de salud, a la vez que realiza un enorme trasvase de fondos públicos al sector sanitario privado. De esta forma, la CAM destinará este año a sanidad pública los mismos recursos que en 2019, un escaso 10,7% de los presupuestos autonómicos; cifra que consolidará a Madrid como la comunidad con menor inversión en sanidad de todo el Estado, al mismo tiempo que se convierte en la tercera que más dinero desvía a la privada.

Para empujar hacia la sanidad privada a los ciudadanos y ciudadanas que puedan permitírselo, Ayuso ha destrozado los servicios de urgencias, retirándoles los médicos e incluso, en algunos casos, el personal de enfermería. Ni siquiera la reciente muerte de un bebé de nueve meses en un centro de urgencias de la región desprovisto de médico consigue que el PP modifique sus planes ni un ápice. ¿Qué es una muerte más para una criminal como Ayuso, cuyas manos no han temblado en condenar a una muerte segura a varios miles de ancianos de las residencias durante la pandemia?

La única vía de parar esta barbaridad es la acción masiva en las calles, sin dar tregua a Ayuso. La contundente respuesta de los universitarios madrileños al nombramiento de esta infame criminal como alumna ilustre de la Universidad Complutense es un gran ejemplo. Ayuso pretendía sobreponerse al éxito de la lucha de los sanitarios e iniciar su campaña electoral. Pero el tiro le salió por la culata. Ni siquiera el desmesurado despliegue policial en el campus, digno de los años más duros del franquismo, pudo ahogar el generalizado rechazo provoca.

La tarea ahora es que ese rechazo se concrete en un plan de acción para echar abajo a Ayuso y su Gobierno.

Es necesario convocar una huelga general del sector sanitario

El 12 de febrero el pueblo madrileño volverá a salir masivamente a las calles en defensa de la sanidad pública. Todo indica que en ese momento los sistemas sanitarios de una parte del país estarán en huelga o a punto de empezarla. En muchas ciudades y pueblos estarán teniendo lugar protestas y manifestaciones por idénticos motivos. ¿Qué más hace falta para que todas estas luchas se unifiquen y, con el apoyo masivo de la población, el sector sanitario avance hacia una huelga general?

CCOO y UGT, que hace años tenían una importante implantación en el sector,  están completamente ausentes. Sus políticas de conciliación, paz social y desmovilización, al precio que sea, los hacen inútiles como herramienta para defender los derechos y las condiciones de vida de la clase trabajadora. Al contrario, las políticas de estos dos sindicatos y su negativa a organizar una acción contundente ante los ataques que estamos sufriendo los convierte en corresponsables de los recortes, de la saturación y del deterioro palmario de todos los servicios relacionados con la sanidad pública.

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Desde las asambleas de trabajadoras y trabajadores de la sanidad, los sindicatos combativos y todas las asociaciones e iniciativas ciudadanas se extienda un llamamiento a convocar una gran huelga general estatal de todo el sector en defensa de la sanidad pública.


Somos muchos quienes queremos salir a defendernos de estas agresiones de manera efectiva y contundente. La sanidad pública es un sector estratégico del que depende nuestra calidad de vida y la vida misma de nuestras familias. ¡Basta de hacer negocio con nuestra salud! Hay que nacionalizar la sanidad privada e integrar su personal y recursos en la sanidad pública, solo así acabaremos con la precariedad actual.

Por todo ello es necesario que desde las asambleas de trabajadoras y trabajadores de la sanidad, desde los sindicatos combativos y desde todas las asociaciones, plataformas e iniciativas ciudadanas y vecinales se extienda un llamamiento a convocar una gran huelga general estatal de todo el sector en defensa de la sanidad pública. Es el único camino que nos permitirá frenar los ataques de la derecha y lograr nuestras reivindicaciones más apremiantes: inversión del 7,5% del PIB en sanidad pública y la contratación de 60.000 médicos de manera inmediata para paliar los enormes déficits que acusa actualmente el sistema.

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