En pleno centro de Madrid, en la Puerta del Sol, está la Real Casa de Correos, actual sede de la Comunidad de Madrid. De 1939 hasta 1983 albergó la Dirección General de Seguridad (DGS) encargada de dirigir la represión política contra los luchadores y luchadoras antifranquistas. Entre sus cuatros paredes actuó la Brigada Político Social (BPS) cuya misión era la de detener a los obreros, estudiantes e intelectuales que desafiaron a la dictadura y que en sus calabozos y despachos llevó a cabo todo tipo de torturas psicológicas y físicas.
Durante más de cuarenta años se ha obviado cualquier tipo de referencia o recuerdo de lo que allí ocurrió. Ahora que el Gobierno PSOE-Sumar quiere poner una placa, Ayuso y sus secuaces se niegan en rotundo.
Los herederos de la dictadura
Con motivo del 50 aniversario de la muerte del dictador Franco, se están organizando diferentes homenajes y actos institucionales. La derecha y la extrema derecha, para sorpresa de nadie, han salido a la palestra a defender la España una grande y libre. Que Pedro Sánchez recuerde los brutales crímenes del franquismo para glorificar un régimen como el del 78 que jamás depuró a los responsables, es de una gran hipocresía y demagogia. Pero lo del PP y Vox, es ya demasiado. Son cosas del pasado, nos dicen, y que no participan en “actos sectarios que pretenden dividir a los españoles”. Pero lo que ellos no quieren es que se diga la verdad, que les señalemos como los herederos directos de esa época negra y cruel. Ya lo demostró hace unas semanas el diputado de Vox Manuel Mariscal en el Congreso de los Diputados diciendo que el franquismo había sido una etapa “de reconstrucción, progreso, reconciliación y unidad nacional”.
Por supuesto, en esta orgía reaccionaria se encuentra a la cabeza Isabel Díaz Ayuso. Tiene lógica: una trumpista a la ofensiva dispuesta a defender la impunidad franquista las veces que haga falta. En abril de 2024 ya se opuso a que en la Asamblea de Madrid se pusiera una placa que recordara a los torturados por el franquismo en el edificio porque ella quiere que sólo se coloquen placas que “unan a los madrileños”. El portavoz de su Gobierno, Miguel Ángel García dejó clara también la negativa, diciendo que es un “edificio con mucha historia” y que durante la II República fue Ministerio de la Gobernación “en un momento en que también se perseguía a madrileños por sus ideas políticas”.
El PP de Ayuso, quienes han regalado ayudas a espuertas a la Fundación Francisco Franco, quienes han eliminado las leyes autonómicas de Memoria Histórica e impedido la exhumación de fosas comunes, y han declarado bien de interés cultural la Escolanía del Valle de los Caídos, ahora están dispuestos a poner todo tipo de requerimientos parlamentarios para impedir que la Real Casa de Correos sea declarada Lugar de Memoria Democrática.
La Real Casa de Correos debe ser ya un Lugar de Memoria
Ayuso hará todo lo posible para que este proyecto no salga adelante. Sin embargo, somos muchas las personas y asociaciones memorialistas quienes dudamos de hasta dónde está dispuesto a llegar el Gobierno central. Cuando se publicó en el BOE la intención de convertir en lugar de memoria este edificio, junto con lo que queda en pie de la cárcel de Carabanchel, recelamos. Desde hace más de diez años, todos los jueves, los colectivos por las víctimas del franquismo se manifiestan en la Puerta del Sol para que de una vez por todas se reconozca la Casa de Correos como un lugar donde dirigentes obreros, estudiantiles y de la izquierda como Julián Grimau, Enrique Ruano, Marcelino Camacho o Tomás Centeno sufrieron la violencia de la policía. Muchos de ellos fueron asesinados por los golpes y palizas que recibieron entre sus cuatro paredes. Hasta ahora, no se les había hecho caso y eso que ha habido varios Gobiernos“progresistas” y dos leyes de memoria estatales de por medio.
Esta iniciativa no puede quedar como un nuevo brindis al sol. Las víctimas del franquismo llevan más de cuarenta años esperando a que por fin se les repare, se reconozca su lucha y se juzgue a los culpables de los crímenes franquistas. Pedro Sánchez puede hacer muchas declaraciones supuestamente incendiarias contra el franquismo. Pero mientras sigamos teniendo a miles de personas en las foses comunes, los criminales franquistas sigan en la calle, sigamos sin abrir muchos de los archivos policiales y militares, no se depure el aparato del Estado y se pacte con la extrema derecha a nivel europeo, todas las palabras seguirán siendo un insulto.
¿Hasta cuándo vamos a esperar? En otros países vemos como se han creado museos de la represión de las dictaduras militares y fascistas. Aquí seguimos viendo como la derecha y la ultraderecha escupe en la memoria de las víctimas de la dictadura, y la izquierda institucional lo permite.
Por ello, necesitamos una política de memoria histórica que defienda la necesidad de reivindicar que los derechos y libertades se conquistaron a través de una lucha revolucionaria, a sangre y fuego en los años setenta, que nadie regaló nada. También que deje claro que con la implantación del Régimen del 78 se mantuvo intacto el poder de los franquistas.
Queremos placas en los lugares de tortura y represión de la dictadura, claro que sí. Pero que también se derogue la Ley de Amnistía, que haya justicia, verdad y reparación. Y sobre todo, que se haga frente a los fascistas de hoy. Así es como de verdad conseguiremos honrar la lucha de tantos y tantas militantes antifranquistas.