Las elecciones europeas en Catalunya se han celebrado en un contexto en el que la cuestión nacional centra la situación política, solapándose con la contestación masiva a los recortes sociales y la polarización derecha-izquierda que se ha visto en el resto del Estado. Es evidente que una parte de la población catalana ha entendido estas elecciones como una oportunidad para golpear el nacionalismo españolista del gobierno del PP y su furiosa oposición al derecho a la autodeterminación, pero también para rechazar la política de recortes de la que CiU es completamente partícipe.
Estas tendencias se han concretado de la siguiente manera: 1) En un incremento de la participación en más de 10 puntos respecto a las europeas de 2009, pasando del 36,94% al 47,63%, y rompiendo la tendencia que se venía produciendo en Catalunya, con una abstención superior a la del resto del Estado, 2) En la victoria de ERC que, con el 23,67% de los votos, se convierte en la fuerza más votada por primera vez desde 1936, superando a CIU. Esto refleja un desplazamiento del voto de amplios sectores de capas medias para los que, aun siendo la cuestión nacional el principal factor movilizador, han decidido optar por una formación situada a la izquierda de CiU, 3) En una pronunciada caída del PP 4) Un nuevo hundimiento del PSC-PSOE, más acentuado que en el resto del Estado y 6) En un incremento del voto a la izquierda de la socialdemocracia (EUiA y Podemos), particularmente remarcable en el cinturón rojo barcelonés.
Giro a la izquierda de las capas medias
Es verdad que CiU consigue 100.000 votos más que en las anteriores elecciones europeas, pero el contexto de 2009 era muy distinto al actual, cuando CiU aún no había escenificado su “giro independentista”. La comparación más significativa es con las elecciones autonómicas de 2012, que la propia CiU convocó con carácter plebiscitario para rentabilizar el impacto de la masiva Diada de ese año. Entonces obtuvo 1.116.000 votos, frente a los 548.718 (21,86%) del pasado 25 de mayo. Cierto que la participación en 2012 fue 20 puntos superior pero en todo caso el porcentaje de voto convergente cae abruptamente, pasando de 30,7% a 21,86% y ERC, en ese mismo contexto, aumenta en número de votos, pasando de 498.124 a 594.149 y lógicamente en porcentaje de voto, pasando del 13% al 23%. El castigo electoral a CiU es evidente.
No obstante, no hay que dejar de señalar que la dirección de ERC se está plegando con un descaro cada vez mayor a la estrategia de la CiU,y se ha ofrecido a entrar en el gobierno de Mas. Su secretario general Oriol Junqueras, ha señalado tras las elecciones que “el gobierno de Mas es muy fuerte porque han mejorado los resultados de hace 5 años y su principal socio de estabilidad parlamentaria, también”. Una auténtica declaración de intenciones.
Batacazo del PP
El PP sufre un batacazo monumental, convirtiéndose en la quinta fuerza política en Catalunya (fue tercera en 2009 y cuarta en 2012), reflejando tanto el rechazo a su política de recortes como a su rancio españolismo y sus constantes ataques a los derechos democráticos de Catalunya. Pasa del 18,02% al 9,8%, perdiendo casi un tercio de sus votos. Una parte importante de estos votos lo recogería Ciutadans (C’S) de Albert Rivera, con un 6,28% (157.873), que también se queda muy por debajo del resultado obtenido en la elecciones de 2012, 7,56% (275.007).
Colapso PSC-PSOE
La otra cara de la moneda es el colapso del voto sufrido por el PSC, continuando con la tendencia iniciada en las elecciones a la Generalitat de 2012, obteniendo los peores resultados de su historia: 14,28% y 358.539 votos, perdiendo la mitad de su apoyo electoral respecto a las europeas del año 2009 y 166.168 votos respecto a las autonómicas de 2012.
En Barcelona ciudad consigue un 12,22% (frente al 32,71% de 2009), quedando como cuarta fuerza política por detrás de ICV-EUA. A pesar de mantenerse como partido más votado en gran parte de las ciudades del cinturón rojo de Barcelona (Hospitalet, Cornellá, San Boi, Badalona, etc.) donde la abstención ha sido ligeramente superior, entre uno y tres puntos, pierde prácticamente en todos estos feudos la mitad de sus votos.
La socialdemocracia paga en Catalunya un precio extra por su incapacidad de ofrecer una alternativa de clase y socialista a la cuestión nacional, debido a su sumisión al nacionalismo españolista del PP, y por su oposición de terciopleo a CiU frente a sus reiterados ataques al gasto y a los derechos sociales.
El avance de la izquierda
Catalunya no queda al margen del ascenso general que las formaciones a la izquierda del PSOE registran en todo el Estado: ICV-EUiA se sitúa como cuarta fuerza política por delante del PP, alcanzando 258.554 votos, el 10,3%, y a solo 4 puntos y 100.000 votos del PSC. En Barcelona supera al PSC. Por otro lado, Podemos obtiene 117.096 votos y el 4,66%. Las CUP, que en las últimas autonómicas obtuvieron 126.000 votos y un 3,47% no se presentaron a las europeas.
En Catalunya, como en otras partes del Estado, la suma de los votos de ICV-EUiA y Podemos (15%) superan los resultados del PSC. En ciudades del cinturón rojo barcelonés ICV y Podemos sacan un porcentaje aún mayor que la media de Catalunya. En Cornellà ICV-EUiA (13,7%) y Podemos (7,37%) suman más del 21%, acercándose al PSC (28%) y superando ampliamente a ERC (11,42%) y a CiU (6,89%). En Santa Coloma, Sant Adrià, Sant Boi de Llobregat, Hospitalet, Badalona o El Prat, ICV-EUiA y Podemos superan el 20% o se acercan mucho a este porcentaje.
El apoyo a ICV-EUiA y a Podemos (al que probablemente votaron muchos jóvenes que optaron por las CUP en 2012 y que en esta ocasión no lo pudieron hacer) son un indicativo bastante claro del potencial que tendría en Catalunya una alternativa internacionalista, de clase y revolucionaria, que una la lucha por el derecho a la autoderminación y la lucha por la transformación social en un mismo proceso, desmarcándose completamente de las maniobras de CiU, y también de la dirección de ERC.