Sólo una política auténticamente socialista resolverá el problema nacional en Euskadi
La explosión de un coche bomba de ETA cargado con cientos de kilos de explosivos en el parking de la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas el pasado 30 de diciembre ha acabado con la vida de dos trabajadores inmigrantes ecuatorianos, Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio Sivisapa. Este atentado contra la clase obrera ha supuesto un golpe en la línea de flotación del llamado proceso de paz, facilitando al gobierno de Zapatero la suspensión de cualquier diálogo con ETA.
La muerte de dos trabajadores inmigrantes, los más explotados y oprimidos de nuestra clase, no ha sido un accidente sino la consecuencia de una política absolutamente equivocada. Como los marxistas siempre hemos insistido, la utilización de métodos de terrorismo individual, aunque se presente como "lucha armada" ante la base militante de la izquierda abertzale, siempre consiguen lo contrario de lo que pretenden lograr.
En este caso, la pretensión de llevar a cabo una "demostración de fuerza" por parte de la dirección de ETA, ante la parálisis de la negociación y la escalada represiva contra la izquierda abertzale de los últimos meses, ha terminado con la muerte de dos trabajadores y sólo ha conseguido aumentar la histeria del Partido Popular en sus exigencias de más medidas represivas, reforzar a aquellos sectores del aparato del Estado que respaldan la represión como única salida al problema vasco, y volver a dar un altavoz a aquellos que dentro del PSOE sueñan con revivir el bloque con el PP para negar los derechos democráticos de Euskal Herria.
La muerte en el atentado de dos trabajadores inmigrantes latinoamericanos debería hacer reflexionar a la dirección de la izquierda abertzale y de la propia ETA. ¿Acaso no es en Latinoamérica donde las masas oprimidas están demostrando que es posible transformar la sociedad en base a la lucha de masas, la huelga general, las ocupaciones de empresa y la insurrección? ¿Acaso no son los emigrantes latinos en EEUU los que están a la vanguardia de la lucha contra el gobierno Bush cuando protagonizaron la huelga general del pasado Primero de Mayo? Es la movilización de masas de los trabajadores y oprimidos de Latinoamérica la que está abriendo el camino a un cambio socialista de la sociedad. ¿No deberíamos aprender de ellos?
La hipocresía de
la derecha
Como era previsible, la postura de Rajoy se ha endurecido tras el atentado exigiendo al gobierno la "derrota total de ETA". Todos los medios de comunicación afines ya han puesto en movimiento su aparato de propaganda para clamar por la vuelta a la política antiterrorista del pasado y aumentar la represión.
Sin embargo, el PP ha demostrado, sobradamente, lo que puede esperarse de su política. Estos dirigentes reaccionarios son los mismos que respaldaron la criminal intervención del imperialismo norteamericano en Iraq ¿Acaso los trabajadores, las mujeres, los ancianos y niños iraquíes, que han muerto por decenas de miles desde que se inició la invasión, son muertos de segunda? ¿Por qué el PP no hace público un reconocimiento de su responsabilidad en esta guerra y pide perdón por los miles de muertos que ha causado su política? ¿Hay que recordar de nuevo la foto de Aznar con George Bush en las Azores sonriendo mientras todo estaba listo para asesinar a decenas de miles de inocentes con las bombas lanzadas por el ejército norteamericano?
No, el PP no tiene ninguna autoridad moral ante los trabajadores. Ellos son los herederos de la dictadura franquista que durante cuarenta años utilizó la represión más despiadada contra los derechos democráticos de la población, que fusiló a decenas de miles de trabajadores por sus ideas socialistas, comunistas o sindicalistas. Y precisamente estos mismos dirigentes del PP se han negado, sistemáticamente, a condenar los crímenes de la dictadura franquista y proceder a la rehabilitación de sus víctimas. ¿Qué autoridad moral tiene Rajoy, Acebes o Zaplana para hablar de democracia o de libertad?
Dos trabajadores inmigrantes han muerto en el brutal atentado de ETA. Pero los trabajadores inmigrantes son diariamente explotados sin piedad por esos empresarios tan devotos de la derecha. En tajos, industrias, casas de gente bien, en el campo... los trabajadores inmigrantes riegan con su sudor los multimillonarios beneficios de la clase capitalista de nuestro país, muchos de ellos partidarios acérrimos del PP y de otros partidos de la derecha. Miles de esos inmigrantes han muerto en accidentes laborales o cuando han intentado llegar a las costas de Canarias o Andalucía en busca de un futuro mejor. Y el responsable de estas muertes no es el azar o la mala fortuna, sino el sistema capitalista que con tanta convicción defiende el Partido Popular.
Derechos democráticos sí, represión no
La declaración de alto el fuego permanente por parte de ETA provocó una gran esperanza entre la mayoría de la población, no sólo en Euskal Herria, sino en el conjunto del Estado español. Pero esta esperanza se ha visto frustrada en las actuales circunstancias. La responsabilidad de la dirección de ETA en la ruptura del alto el fuego es más que evidente tras el brutal atentado de Madrid, por más que en su comunicado del 9 de enero se afirme que "el objetivo de la acción armada no era causar víctima alguna". Pero para su actuación ha contado con varias excusas.
El llamado "proceso de paz" o de "resolución del conflicto" estaba en crisis desde hace meses por la política de acoso del PP y el giro a la derecha del gobierno del PSOE, y lo único que lo mantenía en pie era el hecho objetivo de que ETA no había llevado a cabo un atentado con víctimas desde el 30 de mayo de 2003. Esa situación ha cambiado ahora.
Tras la declaración de "alto el fuego permanente" por parte de ETA el 22 de marzo de 2006, la represión de los derechos democráticos y el acoso contra la izquierda abertzale, lejos de ceder, ha sido utilizada como un elemento de presión por parte del Gobierno del PSOE para forzar el abandono de la "lucha armada" sin concesiones en el terreno político. Como ha quedado sobradamente demostrado, todas las declaraciones del PP, la AVT y la Cope en el sentido de que el Gobierno se estaba rindiendo eran absolutamente falsas.
La estrategia de quienes apoyan el llamado proceso de paz en el parlamento español y europeo ha sido dilatar en el tiempo los contactos y la negociación, mientras a través de la represión pretendían probar la determinación de ETA de abandonar las armas y su solidez interna. Su objetivo no es el reconocimiento de los derechos democráticos sino, siguiendo el modelo de Irlanda del Norte y el camino emprendido por el Sinn Fein y el IRA, llevar a la izquierda abertzale al terreno institucional con la esperanza de convertirla en una opción política completamente adaptada al sistema.
Tras nueve meses de alto el fuego, el gobierno no tomó ninguna iniciativa de acercamiento de presos a Euskal Herria o de puesta en libertad de aquellos que habían cumplido condena o estaban gravemente enfermos. Por el contrario, continuó con la política de dispersión, al tiempo que el aparato judicial mantenía el encadenamiento de condenas contra presos a punto de ser excarcelados, como en el caso de Juana Chaos. ¿Es así como se promueve el abandono de las armas? La dirección del PSOE, en lugar de actuar consecuentemente y adoptar medidas a favor de los derechos democráticos, ha ido cediendo a las presiones del Partido Popular que desde el primer momento ha buscado rematar la destrucción de un proceso que, de prosperar, acabaría beneficiando electoralmente al PSOE y a la izquierda abertzale.
Los dirigentes del PSOE pensaban que emplazando al PP al consenso y evitando medidas que provocasen a la derecha iban a consolidar sus mayorías electorales. Pero han calculado mal. Girando a la derecha en el terreno de los derechos democráticos, como en el resto de su política, ya sea en materia de educación, sanidad, economía, o intervenciones militares proimperialistas en el exterior, sólo fortalecen a la derecha. Como ya ocurrió en el pasado, los dirigentes del PSOE incapaces de romper con la burguesía, mostrándose respetuosos con los límites del capitalismo y haciendo una política en beneficio de los de siempre, asfaltan el camino para que la reacción avance.
Respecto a Izquierda Unida la situación no es mucho mejor. Desde hace dos años y medio, sus dirigentes han actuado como ministros sin cartera del gobierno de Zapatero, aceptando todas sus decisiones regresivas y dándole un barniz de izquierdas a la acción del gobierno. Ahora se desmarcan en los medios de comunicación, diciendo que ya no van a actuar como socios del gobierno, pero eso es totalmente insuficiente. Lo que los trabajadores y la juventud necesitan es una alternativa auténticamente socialista y de lucha, tanto para resolver los derechos democráticos de Euskal Herria como para hacer frente a la ofensiva de la burguesía contra los salarios, el empleo y conquistar el derecho a la vivienda, educación, y sanidad pública y de calidad.
La burguesía vasca
y la izquierda abertzale
El PNV dice apostar por el diálogo, pero no han dudado en implicarse con todos sus medios en la represión de los actos de la izquierda abertzale. El discurso de fin de año de Ibarretxe era similar al de un comediante de feria que interpreta un papel en el que no cree. En realidad, la burguesía vasca no descartaba ni mucho menos una ruptura definitiva del proceso pensando, como buenos contables, en volver a capturar un aluvión de votos de la ilegalizada Batasuna tal como sucedió cuando se rompió la anterior tregua.
Por su parte, la dirección de la izquierda abertzale, que en las semanas anteriores insistía en las perspectivas más sombrías, ha manifestado públicamente después del atentado su apuesta de que el proceso siga hacia delante. Pero para ser realistas, la posición de la dirección de la izquierda abertzale se encuentra suspendida en el aire.
Si nueve meses sin avances parecía a ETA mucho tiempo, ¿qué puede hacer pensar que tras la explosión de Barajas el proceso se vaya a acelerar? ¿Acaso ahora es más previsible que se derogue la Ley de Partidos para facilitar la presencia de Batasuna en las próximas elecciones municipales? Por el contrario, este atentado dificultará la participación de la izquierda abertzale en las próximas elecciones. El preso Iñaki De Juana puede morir en cualquier momento y en enero se espera la sentencia del sumario 18/98 que decidirá si las organizaciones juveniles Segi, Haika y Jarrai son organizaciones terroristas. En caso afirmativo, y el atentado obra a favor de un fallo en este sentido, la persecución a la juventud se incrementará los próximos meses afectando principalmente a la izquierda abertzale, pero teniendo consecuencias sobre la izquierda en general. En otras palabras, el atentado de ETA ha sido una muy mala noticia para la izquierda abertzale. El hecho de que Arnaldo Otegi haya reclamado a ETA el fin de la violencia y que mantenga el alto el fuego es un indicativo claro del ambiente predominante en la mayoría de los militantes y simpatizantes de Batasuna, contrarios a los métodos del terrorismo individual.
Como se ha visto tras el atentado, la vuelta a la espiral de represión-acción sería una pesadilla para los trabajadores y la población en general y un callejón sin salida para la resolución del problema nacional vasco.
Los trabajadores somos
la clave de la solución
Desde el mes de marzo del año pasado hemos visto como la derecha ocupaba la calle para bramar contra el "proceso de negociación en Euskadi" y atacar sin piedad al gobierno del PSOE. El PP ha desempolvado los eslóganes más reaccionarios de la clase dominante española en defensa de la "unidad de España", la familia y la religión católica. Todo ha valido en esta lucha, hasta el punto de identificar a cualquiera que discrepase de su propaganda españolista, como un testaferro de los "terroristas". Lamentablemente, ni el PSOE ni Izquierda Unida han sido capaces de contestar en la calle esta orgía reaccionaria, y con sus vacilaciones han permitido que la derecha avance terreno.
La iniciativa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) convocando manifestaciones a principios de enero contra el PSOE y el presidente del gobierno después del atentado de ETA, demuestra que el auto de fe ultraderechista a favor del españolismo más rancio no va a remitir.
Esta situación de polarización política que se ha vivido diariamente en el parlamento y en las ofensivas permanentes del PP, también se ha traducido finalmente en la división a la hora de convocar manifestaciones de protesta por el atentado. Y esta polarización, que es la continuación del proceso político vivido en este país desde que en el año 2000 comenzara un movimiento masivo de la clase obrera y la juventud contra el PP y que acabó en su derrota electoral del 14 de marzo de 2004, no se va a detener por muchos llamamientos al consenso y al "acuerdo de todos los demócratas".
Parece que amplios sectores del aparato del PSOE se han dado cuenta de que una reedición del pacto antiterrorista con el PP, excluyendo al PNV, CiU y a IU, le colocaría en una situación de la que solo saldría beneficiado el PP. En su postura cuentan con la comprensión de un sector de la burguesía que no se identifica con las posiciones ultras del PP, que rechaza su obsesión por acabar con Zapatero al precio que sea y que ve con buenos ojos el fin de ETA en un proceso político. Estos sectores de la clase dominante, cuyo portavoz más consumado en el terreno mediático es el diario El País, saben que gobiernos socialdemócratas con apoyo de los nacionalistas también son una garantía para continuar haciendo beneficios multimillonarios.
Por otra parte, la dirección del PSOE ha cedido mucho terreno a la derecha en estos últimos años. Y lo ha hecho provocando el descontento de amplios sectores de los trabajadores y la juventud que le auparon al gobierno, y que no entienden ni comparten este abandono frente a la histeria derechista, cabría incluso decir ultraderechista, del PP. Por eso la convocatoria de CCOO, UGT y las organizaciones de inmigrantes ecuatorianos de la manifestación en Madrid del sábado 13 de enero, a la que se ha sumado el PSOE e Izquierda Unida es un reflejo de este descontento social profundo contra la derecha y las vacilaciones del gobierno y una forma de darle cauce. En cualquier caso es una noticia que rompe con la dinámica anterior, pues la alternativa para resolver la cuestión nacional en Euskadi no es la "unión sagrada entre derecha e izquierda" sino una política de independencia de clase que defienda consecuentemente los derechos democráticos de las nacionalidades históricas y del conjunto de la población.
Es por tanto necesario que la clase obrera ponga su sello en los acontecimientos. Ningún pacto con el PP y la burguesía vasca, este debe ser el punto central. Sólo una política auténticamente socialista podrá resolver el problema nacional y nuestros problemas como trabajadores. Solo la movilización independiente de los trabajadores lo podrá conseguir.
Por una política auténticamente socialista
La clase trabajadora, que es la mayoría de la sociedad, tiene en sus manos la solución de la cuestión nacional en Euskal Herria y en el resto de las nacionalidades oprimidas. Fueron los trabajadores y la juventud quienes abrieron las puertas del llamado proceso de paz al derrotar al Partido Popular el 14 de marzo de 2004, tras años de grandes movilizaciones de masas.
Los derechos democráticos, amenazados por la burguesía y por sus representantes, son una causa que el movimiento obrero debe defender de manera intransigente. Pero la actividad armada de ETA lo que provoca es que esta causa no aparezca clara ante millones de obreros y trabajadores de todo el Estado español y también de Euskal Herria. Esta forma absolutamente contraproducente de combatir al Estado, en realidad lo fortalece, amplifica el efecto de la propaganda reaccionaria de la derecha y de la burguesía y refuerza las medidas represivas. Los derechos democráticos no se defienden con los métodos del terrorismo individual practicados por ETA. Todo lo contrario. No es posible ganar el apoyo de la clase trabajadora y de la juventud en Madrid, en el resto del Estado e internacionalmente, mediante explosiones de bombas en lugares públicos y tremendamente concurridos como un aeropuerto en fecha punta. Con estos métodos lo único que se logrará es que toda la demagogia reaccionaria y españolista del PP y la derecha penetren entre nuevas capas de la población haciendo más difícil la lucha por los derechos democráticos de Euskal Herria.
De la misma manera la represión jamás acabara con ETA ni resolverá la cuestión nacional de Euskal Herria.
Lo que hace falta es una política auténticamente socialista. Si el gobierno de Zapatero fuera un gobierno socialista de verdad, rompería con el Partido Popular y con la burguesía nacionalista, CIU y PNV, y movilizaría a la clase trabajadora y la juventud en defensa de los derechos democráticos de las nacionalidades históricas, al tiempo que aplicaría una política en beneficio de la mayoría de la población. Pero, evidentemente, todos los hechos demuestran que el gobierno del PSOE no quiere romper con la lógica del capitalismo: la banca, los grandes monopolios y los especuladores inmobiliarios obtienen beneficios multimillonarios, mientras los salarios de los trabajadores se congelan, el empleo en precario se convierte en la norma, los accidentes laborales se extienden como una plaga y el acceso a la vivienda esta vetado para millones de familias trabajadoras. De esta manera se prepara el camino para que la derecha pueda volver a gobernar.
Los trabajadores y jóvenes marxistas de El Militante llamamos a la juventud y a la clase trabajadora de Euskal Herria y del resto del Estado a luchar por una alternativa socialista revolucionaria para resolver el problema nacional. Una alternativa que pasa por derogar todas las leyes y medidas antidemocráticas, como la Ley de Partidos y la legislación que ha permitido endurecer el Código Penal. Reclamamos el acercamiento de los presos a Euskal Herria y el fin de la política de dispersión, una losa sobre las espaldas de miles de familiares que de esta manera también se convierten en victimas de la política penitenciaria.
Los marxistas rechazamos los métodos del terrorismo individual por que actúan como un muro que impide avanzar la conciencia de la clase obrera, divide a los trabajadores y favorece a la reacción y sus medidas represivas. Los marxistas nos basamos en la fuerza de la clase obrera y en sus métodos de lucha para transformar la sociedad: las manifestaciones de masas, la huelga general, la ocupación de fábricas y la insurrección.
Como revolucionarios estamos en contra de todo tipo de opresión, de clase, nacional o racial. Buscar la solución al problema nacional vasco en el marco del capitalismo y el acuerdo con la burguesía, sea vasca, española o francesa, es un callejón sin salida.
Defendemos el derecho a la autodeterminación de Euskal Herria y de las nacionalidades históricas, pero este derecho sólo se podrá alcanzar con una política internacionalista y auténticamente socialista. Bajo el capitalismo, las masas de la clase obrera y la juventud no podrán ser nunca libres. Una Euskal Herria independiente, en el marco del capitalismo, no ofrece ninguna salida para la mayoría de la población que seguiría sometida a la explotación más feroz por parte de la burguesía vasca aunque esta se envolviese en los colores de la ikurriña. La única alternativa realista es la unidad de los trabajadores y de la juventud vasca, por encima de fronteras nacionales, con sus hermanos de clase del Estado español y francés para luchar por el derrocamiento del capitalismo. Sólo acabando con el poder de la burguesía, la causa real de la opresión nacional, sólo con la Federación Socialista de las Nacionalidades Ibéricas como un primer paso hacia una Federación Socialista de Europa y del mundo, Euskal Herria podrá ser libre.