En la Unión Europea, el Tren de Alta Velocidad (TAV) forma parte de un plan de infraestructuras, las Redes Transeuropeas de Transporte, que, con un presupuesto de 600.000 millones de euros hasta el año 2020, es impulsado por las multinacionales europeas.
En la Unión Europea, el Tren de Alta Velocidad (TAV) forma parte de un plan de infraestructuras, las Redes Transeuropeas de Transporte, que, con un presupuesto de 600.000 millones de euros hasta el año 2020, es impulsado por las multinacionales europeas.
En Euskal Herria el TAV supone el plan más grande de infraestructuras jamás proyectado, en el que las diferentes administraciones contemplan la construcción de nada menos que 460 kilómetros de líneas de alta velocidad. Por supuesto, ha sido presentado como un "gran salto al progreso" pero existen, sin embargo, buenas razones para cuestionarlo. El TAV conlleva un elevado coste económico, ecológico y social y ha sido desarrollado en ausencia total de información.
Por ejemplo, el TAV carece de justificación alguna desde el punto de vista de la resolución de los problemas de transporte. Y es que según los datos de movilidad aportados por el mismo Gobierno Vasco, la "Y vasca" (nombre que se le ha dado al TAV por la forma del recorrido) apenas absorbería un 0'15% de los desplazamientos motorizados que se realizan diariamente en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV); por el contrario, dejaría fuera los desplazamientos intracomarcales, que representan el 97% de los movimientos motorizados diarios de la población. A su vez, tampoco contribuiría a reducir el tránsito de camiones, puesto que las previsiones del gobierno vasco apuntan al transporte de mil camiones diarios sobre trenes a través de la "Y vasca", cuando actualmente son más de 10.000 los camiones que cruzan diariamente la frontera de Irún.
El TAV tiene sus beneficiarios
El TAV supondría un gasto de dinero público que rondaría los 9.000 millones de euros, lo que le convierte en un claro exponente de las políticas neoliberales: los recursos públicos se despilfarran en gigantescas y costosísimas infraestructuras mientras se recortan más y más los gastos de carácter social, que en Hego Euskal Herria (CAV y Navarra) se sitúan en uno de los niveles más bajos de toda Europa.
No obstante, el TAV tiene sus beneficiarios. El gobierno vasco estima que la obra de la "Y vasca" conllevaría a lo largo de varios años un incremento total de la producción de 970 millones de euros anuales, que beneficiaría en un 83% al sector de la construcción. De ahí que las empresas constructoras y del hormigón estén interesadas, sobre todo, en la obra en sí.
Por todo esto, no es dificil entender que este proyecto sea rechazado. Durante los últimos años se han desarrollado muchas movilizaciones, protestas e iniciativas para hacer frente a este ataque más del capital. Pero, sin duda, la movilización más grande hasta ahora fue la que se hizo en Arrasate-Mondragón el pasado 15 de diciembre. A pesar de que la Guardia Civil instaló fuertes controles en todos los accesos del pueblo -puesto que este movimiento también está siendo criminalizado bajo el paraguas de que "todo es ETA"- reteniendo a numerosos autobuses y a centenares de personas, la manifestación contó con la participación de 15.000 personas. Todo un éxito.