En una decisión de gran trascendencia, el PP ha impedido a Amaiur formar grupo parlamentario propio. Este ataque a los derechos democráticos se ha completado en pocos días con el acuerdo firmado con UPN para eliminar el derecho de Navarra a unirse a Euskadi y el anuncio del líder del PP vasco, Basagoiti, de modificar la Ley Electoral para que puedan votar en Euskadi los que abandonaron la CAV por la “amenaza terrorista”.

La decisión del PP de negar a Amaiur grupo propio —con 7 diputados electos y un 22,99% de los votos en el País Vasco y cerca del 15% en Navarra— es un escándalo antidemocrático. No sólo desprecia el hecho de que más de trescientos mil ciudadanos, trabajadores y jóvenes de Euskal Herria han apoyado a Amaiur; que esta formación duplica en votos y diputados al PP en el País Vasco y se sitúa por delante del PSE-PSOE; que los dirigentes de la izquierda abertzale han realizado una apuesta contundente contra los métodos armados de ETA y han propiciado el fin de su actividad… El argumento de que Amaiur no cumple el reglamento del Congreso es una treta pueril que esconde una actuación inequívoca contra los derechos políticos y democráticos de Euskal Herria.

Precedentes abundantes

La discusión de la Mesa del Congreso ha sido un auténtico esperpento. Apoyándose en un informe jurídico lleno de ambigüedad y confusión, que ningún letrado firma, la mayoría de derechas de este organismo ha sacado adelante su propuesta con la abstención de CiU y del PSOE. Los precedentes históricos sobre la formación de grupos parlamentarios que no cumplían todas las exigencias de un reglamento arbitrario y antidemocrático, a semejanza de la Ley Electoral, son abundantes. Es el caso de ERC y el PNV. El PNV nunca logró en Navarra ni el 2% de los votos y no se le puso ninguna objeción para formar grupo parlamentario en 1989, 1993, 1996 o en 2000. Igualmente ocurrió con ERC, cuando en 2004 se presentó también en el País Valencià dónde obtuvo un resultado por debajo del 1%, y eso no fue obstáculo para contar con grupo parlamentario.

Los derechos democráticos y sociales en el punto de mira

Con esta decisión, la derecha pone de manifiesto su voluntad política de utilizar la represión en Euskal Herria como una forma de desviar la atención de los gravísimos recortes sociales que van a intentar llevar a cabo en esta legislatura. Y también transmite un mensaje a la izquierda abertzale: ni hablar de una posible solución al problema de los presos, ni unidad territorial, ni derecho a decidir, ni siquiera el reconocimiento del apoyo electoral logrado por la izquierda abertzale, que estaría dispuesta a arrebatarle por la represión o por cualquier pucherazo legal ahora que tienen mayoría absoluta.
Los derechos democráticos y los sociales están bajo ataque. Al igual que en Navarra bajo un gobierno de UPN, en la CAV también se están llevando a cabo recortes dramáticos con un gobierno del PSE hipotecado por los votos que necesita del Partido Popular. La partida para realizar investigaciones sobre la situación y desarrollo del euskera se detrae un 30%; los empleados públicos dependientes del gobierno vasco sufrirán en 2012 un recorte de 100 millones de euros suprimiendo los contratos de relevo; se suprimen los incentivos a los trabajadores para que se jubilen a los 60 años; se recorta un 7% la renta de garantía de ingresos y se anuncian nuevos recortes salariales.

Una gran oportunidad en las manos de la izquierda abertzale

Parar esta ofensiva pasa por la movilización más masiva, extensa y la defensa de una alternativa consecuente. Si 2011 fue un año de grandes movilizaciones, que en Euskal Herria comenzaron con la huelga general del 27 de enero, el 2012 puede representar un crecimiento de las luchas tanto por los derechos democráticos como por los derechos sociales. El 7 de enero se ha celebrado una gran manifestación de masas en defensa de los derechos de los presos políticos vascos y de su acercamiento inmediato a las cárceles de Euskal Herria. A finales de enero y principios de febrero la mayoría sindical vasca ya ha anunciado movilizaciones y una huelga en el sector público en contra de los recortes.
Los avances electorales de Bildu y de Amaiur son una expresión del enorme descontento social con la crisis del capitalismo y la negación de los derechos democráticos. Por eso la dirección de la izquierda abertzale tiene también una gran responsabilidad en sus manos. No es ninguna casualidad que desde la burguesía vasca —a través del PNV y la patronal— y desde sectores de la clase dominante española, se repitan los llamamientos a favor de que la izquierda abertzale se “institucionalice”, es decir, abandone cualquier contenido socialista en su programa, renuncie a la movilización social como eje de su acción, y se centre en la actividad parlamentaria y municipal. Por eso, es realmente sorprendente que los diputados de Amaiur se hayan abstenido en la investidura de Rajoy, en lugar de votar en contra, o hayan manifestado una actitud de tanto agrado en su visita al rey. Estos gestos no van a ablandar la posición de la derecha ni del aparato del Estado.
Si la izquierda abertzale quiere responder a las aspiraciones de su base, de la clase obrera y la juventud de Euskal Herria y la del resto del Estado, debe utilizar sus posiciones en el Parlamento estatal, en el autonómico o en los ayuntamientos para defender una política auténticamente socialista y de izquierdas frente a los recortes sociales que pretende el Partido Popular: exigiendo la nacionalización de la gran banca, de los monopolios y de las grandes constructoras, para luchar contra el paro masivo; por una política de impuestos contundentes a las grandes fortunas; de defensa de la enseñanza pública y la sanidad pública que ponga fin a las subvenciones a la privada, y muchas más medidas, con valentía y garra, y ligando la utilización de la tribuna al impulso de la movilización. Si la izquierda abertzale adopta esta estrategia se rompería también la barrera que se pretende imponer entre ella y la clase obrera del resto del Estado, y constituiría el mejor medio de defender los derechos democráticos nacionales del pueblo vasco.

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