La mayoría sindical vasca (ELA y LAB), junto a más de cien colectivos sociales, han convocado una huelga general para el 26 de septiembre contra los recortes del gobierno de Rajoy. Dicha huelga general es, sin duda, un paso adelante en un contexto de clara indecisión por parte de las direcciones de UGT y CCOO a la hora de convocar una acción similar.
Por la unidad de acción sindical
La unidad de acción en la lucha es una demanda asumida por la mayoría de la clase trabajadora, que sabe muy bien que para ganar a un enemigo poderoso se requiere de la máxima unión y de la mayor contundencia. La clase trabajadora es fuerte y así lo ha demostrado una y otra vez en la calle. La gran huelga general del 29-M, las impresionantes movilizaciones del 19 de julio —que congregaron a millones de trabajadores en las calles de todo el estado—, la marcha minera y la lucha de los empleados públicos en estos meses han dejado más que claro el rechazo de la inmensa mayoría de la población trabajadora a la política de recortes del Partido Popular.
Las direcciones de UGT y CCOO cometen un error de calado al no apoyar la huelga general del 26 de septiembre en Euskal Herria, y extenderla con decisión al conjunto del Estado. Unai Sordo, secretario general de CCOO de Euskadi, ha pedido a la mayoría sindical vasca que desconvoque la huelga general para llevar a cabo acciones unitarias. Habría que preguntar al compañero Unai: ¿a qué tipo de acciones se refiere? Un referéndum es totalmente insuficiente —tras la exitosa huelga general del pasado 29 de marzo— para echar abajo el que es el mayor ataque a la clase trabajadora tras la caída de la dictadura. Toxo y Méndez, y el resto de las direcciones confederales de CCOO y UGT, deben escuchar el clamor de sus bases y del movimiento obrero y abandonar la nefasta política de vacilaciones, pactos, consensos y fragmentación de las luchas. En lugar de maniobras publicitarias (ILP, referéndum, etc.,) lo que hay que hacer es elaborar un calendario serio de movilizaciones ascendentes y, con carácter inmediato, extender la jornada de huelga del 26 a todo el estado, incluso ampliándola a 48 horas y preparando inmediatamente una huelga general a escala europea.
Por otra parte, la mayoría sindical vasca también tiene la obligación de promover la unidad de acción, luchar por ella, y no estimular ninguna actitud sectaria y de división de la clase obrera. No apoyar la movilización del pasado 19 de julio, una jornada en la que millones de trabajadores salieron a las calles de todo el estado contra la política del gobierno de Rajoy, no tiene ningún sentido. La unidad en la lucha no significa la renuncia a plantear críticas ni abandonar las posiciones que cada fuerza sindical considere más oportunas. Al contrario. La unidad de acción permitirá que las políticas que defiendan con mayor coherencia los intereses de los trabajadores ganen en audiencia y apoyo.
Desde el punto de vista de los marxistas, la huelga del 26 de septiembre no debe ser simplemente para que los recortes no se apliquen en Euskal Herria, como si nos diese igual que se apliquen o no en el resto del estado. Queremos acabar con esas medidas y para ello es necesario unir todas las fuerzas del movimiento obrero en la escala más amplia posible.
Por un sindicalismo de clase, combativo y democrático
Para garantizar el éxito de la huelga del 26 de septiembre es necesario convocar asambleas democráticas y decisorias, crear comités de huelga en cada centro y barrio obrero con representantes elegibles y revocables, y coordinar estos comités y extenderlos al nivel más amplio posible. Por nuestra parte, los trabajadores, sindicalistas y jóvenes que pertenecemos a la Corriente Marxista El Militante, y somos activistas de los sindicatos de clase, proponemos el siguiente plan de lucha y un programa para confrontar con el del gobierno:
· Por la retirada de todos los planes de ajuste aprobados por el PP. En defensa de la Sanidad, la Educación y los Servicios Sociales Públicos. En defensa de todos los puestos de trabajo.
· Sí hay dinero ¡Lo tienen los banqueros! ¡Expropiación sin indemnización de la gran banca y el conjunto del sector financiero, bajo control democrático de los trabajadores y sus organizaciones! ¡Utilización de los recursos financieros para la puesta en marcha de un plan de inversiones masivas en sanidad, educación, servicios sociales y vivienda pública!
·¡No a la amnistía fiscal a los defraudadores, que son los grandes empresarios y banqueros del país! ¡Aumento drástico de los impuestos a las grandes fortunas!
· Basta de pérdidas de poder adquisitivo. Por una escala móvil precios-salarios. Jornada laboral de 35 horas sin reducción salarial. Salario mínimo de 1.100 euros al mes.
· Subsidio de desempleo indefinido hasta encontrar un empleo. Expropiación bajo control obrero de las empresas que se declaren en quiebra o en suspensión de pagos.
· Paralización de todos los desahucios. Juicio y encarcelamiento de los banqueros responsables de la quiebra de Bankia y de la estafa de las “preferentes”.
· Por la defensa del derecho de autodeterminación para las nacionalidades históricas, Euskal Herria, Galiza y Catalunya.
Las huelgas generales sí sirven
La patronal vasca Confebask, al igual que el PNV y el PP están lanzando el mensaje de que las huelgas no arreglan la situación y no sirven para nada, que son medidas anticuadas y responden a un sindicalismo caduco. Pero esta monserga habitual es totalmente falsa. La huelga general es una de las mayores medidas de fuerza con que cuenta la clase trabajadora.
La movilización en las calles de Euskal Herria a través de varias huelgas generales, desde el 21 de mayo de 2009 hasta el 29 de marzo de este año, ha tenido un efecto claramente positivo. El parlamento vasco, desde la ilegalización de la izquierda abertzale, ha estado a merced de la derecha, tanto del PP como del PNV, que han dictado a los dirigentes del PSE-PSOE lo que había que hacer. El único muro de resistencia, la única forma de defender los derechos de los trabajadores, ha sido la presión en la calle. El Gobierno de Patxi López, entregado a un pacto de legislatura con el PP, aunque ha aplicado una línea clara de ataques al gasto social (disminución de la renta básica, recortes en el euskera, en sanidad y educación, etc.,) se ha visto obligado a dosificarlos y evitar algunas de las medidas más salvajes. Obviamente, el PP exigía recortes más profundos y rápidos, pero la movilización social acabó rompiendo el pacto en el mes de mayo y finalmente ha llevado al gobierno del PSE a convocar elecciones anticipadas para el día 21 de octubre, cuando habían jurado que llegarían hasta el fin de la legislatura, en marzo del 2013.
La lucha debe adquirir un carácter político. Por un programa auténticamente socialista
Por supuesto, la huelga general es un medio importante pero insuficiente para acabar con el capitalismo, igual que ocurre con las urnas y los votos en la actual “democracia” que en realidad esconde la dictadura del capital financiero. Para lograr nuestros objetivos la lucha debe adquirir un carácter político: además de movilizarnos en la calle, hay que organizarse y defender una alternativa socialista.
La convocatoria de elecciones autonómicas para el 21 de octubre ofrece a la clase trabajadora y la juventud la posibilidad de expresarse en ese terreno. Las encuestas anticipan que el parlamento que salga elegido contará con una mayoría de izquierdas, y que el PNV podría ser derrotado por primera vez por la izquierda abertzale. Se prevé igualmente que se producirá un voto de castigo a los responsables de los recortes sociales (esto es al PSE-PSOE y al PP). El previsible crecimiento del número de diputados de la Izquierda Abertzale (EH-Bildu), que será la gran vencedora política de estas elecciones, puede dotar a la clase trabajadora vasca de una herramienta valiosa para dar pasos adelante en la lucha contra el capitalismo y en defensa de los derechos democrático nacionales, siempre y cuando EH-Bildu defienda una alternativa auténticamente socialista e internacionalista.
En previsión de unos resultados que darían lugar a un parlamento vasco con cuatro fuerzas sin mayoría absoluta, y donde la ganadora tendría que llegar a pactos para formar gobierno, se está produciendo un debate en el seno de la izquierda abertzale sobre qué orientación tomar. Un sector de la dirección defiende, tal como han planteado abiertamente en el diario Gara, que sería la ocasión de proponer un pacto soberanista al PNV, haciendo las concesiones que fueran necesarias en el terreno social, renunciando a la lucha por el socialismo y tratando de superar el actual marco constitucional de la mano de la burguesía vasca. Una estrategia de este tipo significaría atarse de pies y manos a la oligarquía vasca que, tal como la experiencia ha demostrado una y otra vez, pone y pondrá siempre en primer lugar sus intereses de clase, su bolsillo, por encima de sus afirmaciones “soberanistas” o “independentistas” que sólo esconden un intento desesperado por salvaguardar su poder.
Los cánticos soberanistas de CiU y del PNV no pueden ocultar que son fuerzas de derechas que obtienen sus beneficios de la explotación de la clase trabajadora catalana y vasca respectivamente. La dirección de la izquierda abertzale no puede escapar a una disyuntiva muy concreta: o con los trabajadores o con la burguesía vasca. No se puede servir a dos amos al mismo tiempo. Las instituciones burguesas, donde es importante participar, son un altavoz desde el que defender las ideas socialistas, organizar al movimiento obrero y elevar su conciencia de clase, pero hay que dejar claro que eso es incompatible con la firma de pactos y acuerdos con la burguesía vasca que representan el PNV y EA. Un pacto político con estas formaciones implicaría, en la práctica, dar una cobertura de izquierdas para la defensa del capitalismo en Euskal Herria, y como estamos viendo día a día, el sistema capitalista tiene sus propias leyes, reglas e intereses antagónicos con los de la clase trabajadora.
Estamos ante momentos decisivos. La crisis del capitalismo ha puesto en cuestión el futuro y los derechos de millones. Es el momento no sólo de participar en las protestas en las calles, sino de luchar por la transformación socialista de la sociedad, de participar en política defendiendo un programa alternativo al sistema capitalista.
Estas son las ideas que defiende la corriente marxista El Militante. ¡Únete a nosotros para fortalecerlas!