La devastadora ola de incendios que ha arrasado el sur de Galicia –afectando de lleno el norte de Portugal y también a Asturias y León– ha dejado imágenes dantescas. Los vídeos y relatos de quienes se enfrentaron al fuego son sobrecogedores. Hasta el momento han sido cuatro las personas fallecidas y miles y miles las hectáreas (la Xunta oculta el dato) calcinadas, incluyendo espacios protegidos. Muchos son también los que han visto sus casas devoradas por las llamas. Sonia es una de ellas: “Lo hemos perdido todo, los animales, las tierras, vivíamos de eso. No tenemos más ingresos, cobramos la Risga (Renta de integración social de Galicia) pero con eso no podemos sobrevivir, y menos con una niña pequeña” .
Junto al miedo sufrido emerge el sentimiento de rabia: “nos abandonaron”. En la inmensa mayoría de los casos, la lucha contra el fuego fue llevada a cabo de forma heroica por los vecinos sin apoyo de bomberos o brigadas, totalmente insuficientes para atender los 150 incendios que castigaban Galicia. La policía, en los pocos casos en los que estaba presente, se limitaba a exhortar a la gente a huir. Una vez más quedó en evidencia la total incompetencia de la Xunta del PP. Si en 2002, ante la tragedia del Prestige Rajoy hablaba de “hilillos de plastilina”, ahora su única estrategia contra el fuego ha sido... rezar para que lloviera. El Estado no existió. Y una vez más, fue el pueblo quien salvó al pueblo. Eso sí, cuando se trata de reprimir la policía aparece con prontitud y abundancia, como estamos viendo en Catalunya.
“Las lágrimas asomaban en los ojos de Telmo Comesaña –vecino de Navia (Vigo)– al recordar lo vivido en la casa en la que reside desde hace 46 años y que ayudó a construir con sus propias manos: 'La solidaridad humana que tuvimos fue auténticamente emocionante. Esto fue una invasión de gente joven que trabajaba con una gran disposición'. Desde que vio cómo una chispa cruzaba la avenida y prendía en el terreno anexo a su vivienda no cesó de luchar contra las llamas en toda la noche. 'La Policía decía que había que abandonar, pero ¿cómo me iba a marchar cuando la gente venía a ayudar? Hice mi casa donde quería mi padre, asesinado en el 36. El sentimiento no se paga. Lo que me preocupa es que la Administración no está preparada para ninguna emergencia. En toda la calle no hay tomas para que puedan utilizar los bomberos”.
Que en Vigo, no en una inaccesible aldea, sino en la mayor ciudad de Galicia, hayan tenido que ser los vecinos quienes se enfrentaran y sofocaran las llamas, expresa la total bancarrota de la política antiincendios de la Xunta y el Estado.
¿'Terrorismo incendiario'? Basta de mentiras y manipulación
Feijóo y Rajoy han asegurado hasta la saciedad, a través de todos sus medios de comunicación, que lo ocurrido en Galicia es obra de individuos infames que han buscado hacer el máximo daño y se han dedicado a recorrer el país pegando fuego al monte. El alcalde de Vigo, Abel Caballero (PSOE), rápidamente ha hecho suyo el argumento y asegura que los incendios ocurridos en la ciudad fueron también provocados. Tras las lágrimas de cocodrilo de estos señores sólo se esconde una fría y calculada maniobra para tratar de echar balones fuera de su responsabilidad. Para ello la maquinaria de propaganda y manipulación se ha puesto a trabajar intensamente bajo la consigna del “terrorismo incendiario”. El tratamiento de los medios de comunicación públicos ha sido bochornoso y ha llevado a representantes del Comité de TVG a denunciar la cobertura informativa realizada durante el domingo 15 y exigir la dimisión de su director general.
Pero las evidencias desmienten toda esa teoría. En primer lugar, ni la Policía ni la Guardia Civil han encontrado artefactos incendiarios en los fuegos. Y un estudio de la fiscalía superior de Galicia, de 2010 establece que la inmensa mayoría de los incendios se originan por imprudencias: un 24% por quema de rastrojos, un 25% por colillas mal apagadas o causas similares. Sólo un 7% son provocados, en general por causas económicas.
Tanto la policía autonómica como ingenieros forestales tienen claro que en este caso lo que está detrás del surgimiento repentino de cientos de fuegos en ciudades y aldeas es la combinación de viento huracanado, capaz de transportar hasta dos kilómetros hojas y corteza en llamas, y un suelo extremadamente seco, tras una sequía histórica en Galicia. Multitud de testimonios confirman esto. Por cierto, el fuego llegó a la huerta del convento de las monjas Dominicas de Baiona, rodeado por muros de piedra de más de cuatro metros. Si descartamos que fuera el viento el culpable, sólo queda que las monjas prendieron fuego a su huerta.
Sin embargo, para Feijóo, Rajoy o Abel Caballero la teoría de la trama de terrorismo incendiario les sirve para exonerarlos de toda responsabilidad… la culpa es de individuos malvados y de nadie más. Ellos nada podían hacer. Esto... y echar la culpa a los incendios de Portugal, cuya población está sufriendo una devastación aún mayor, con más de 40 muertos. Los miles y miles de gallegos que en docenas de concellos salieron a la calle el lunes 16 de octubre para protestar contra la Xunta y su nefasta política antiincendios evidencian que el embuste no cuela.
¿Por qué se quema Galicia?
Desde luego, el cambio climático (provocado por la voracidad capitalista) está detrás de la inusitada sequía que vive Galicia. Pero hay mucho más que eso.
- Los bosques al servicio de los capitalistas
La implantación de la celulosa ENCE y la maderera FINSA aceleró la plantación indiscriminada de eucalipto, subvencionado por la Xunta. Esta especie foránea, de rápido crecimiento (y por tanto de gran rentabilidad inmediata para los empresarios), tiene una absorción de agua mucho mayor que las especias autóctonas, a las que desplaza. Esto provoca una cada vez mayor acidez y sequedad del suelo, que aumenta la virulencia de los incendios. Por otra parte, este árbol arde con mucha más facilidad que los autóctonos como el roble. Los eucaliptos ocupan ya más de 400.000 hectáreas de monte gallego, casi el doble de la superficie estimada para esa especie en los planes forestales de la Xunta para dentro de 15 años.
- Despoblamiento del rural
Existen hoy en Galicia 50.000 núcleos de población. Sin embargo, el 70% de ésta se concentra en tan sólo 86 municipios. El débil capitalismo gallego no ha sido capaz de crear opciones de vida en el rural. Este abandono y envejecimiento del campo deviene en un monte abandonado (sin talas, sin rozas…) y a merced de las llamas.
- Anarquía capitalista ante la ordenación del territorio
Además, la total falta de planificación territorial ha provocado que simultáneamente al abandono del rural surjan multitud de nuevas viviendas en las proximidades de las ciudades cuyo crecimiento no ha seguido ninguna pauta racional. Y en mitad de estos nuevos núcleos se encuentran terrenos abandonados a la espera de especular y venderlos a un precio muy superior más adelante. Estos terrenos totalmente descuidados son un polvorín.
- Privatización, precariedad y recortes
Las condiciones en las que trabajan las brigadas antiincendios y los bomberos forestales son completamente inadecuadas. El PP tiene claro para quien gobierna, y es para los ricos. El dinero público se debe entregar a estos y no a dotar a los brigadistas de fundas adecuadas para protegerse del calor.
En 2006 el PP privatizó parte del dispositivo antiincendios, lo que ha tenido efectos nefastos. Por una parte ha precarizado completamente la situación de los brigadistas, hundiendo sus salarios y condiciones, y por otra ha dificultado enormemente la coordinación de las tareas antiincendios. En el rural también ha fomentado el caciquismo, al ser los concellos y no la Xunta quienes contratan brigadistas. A esto hay que sumar la política de recortes y austeridad del PP. Frente a los contratos de 3 meses para gran parte de los brigadistas, lo que exige la situación es que se amplíen los contratos durante los meses anteriores y posteriores al verano para hacer frente a los fuegos y durante la época de otoño e invierno para desbrozar los montes y cuidar el mantenimiento de pozos y demás depósitos de agua: “Es ahí (en otoño e invierno) cuando se tiene que desbrozar, no en agosto a 30 grados”, como señala la Asociación Profesional de Bombeiros Forestais de Galicia.
Y por si esto fuera poco, la Xunta del PP decidió cesar a más de 430 brigadistas el 1 octubre, a pesar de las condiciones extraordinariamente propicias para que ocurriera el drama que se dio: una ola de incendios histórica. Feijóo afirmó entonces que estos despidos no tendrían impacto en la lucha contra el fuego, ya que “en la zona atlántica el riesgo bajó de forma evidente”. Cuatro días después la zona atlántica del sur estaba tomada por las llamas. Feijóo es corresponsable de la tragedia vivida.
- La extinción es un gran negocio
El clamoroso desequilibrio entre la inversión en prevención de incendios y en su extinción tiene también una explicación: el PP es el partido de los empresarios. Gobierna para ellos. Existe una auténtica trama de intereses entrelazados entre políticos y empresarios. Y eso explica que se adopten decisiones que son absurdas desde el punto de vista de lo que se dice buscar, pero que tienen mucho sentido si lo que se persigue es maximizar los beneficios de unos pocos a costa de la mayoría.
Un helicóptero cobra unos 6.000 euros por hora. No es difícil vislumbrar el negocio de establecer convenios con empresas del fuego y la Xunta. Un incendio de entre 20 a 30 hectáreas cuesta una media de 300.000 euros. El pasado año Medio Rural firmó un convenio con la BRILAT de Pontevedra de 500.000 euros.
En primer lugar, ¿por qué la Xunta no se dota de esos medios en lugar de pagar fortunas por su alquiler? Y, más importante aún, con ese dinero se podría contratar a una auténtica legión de brigadistas durante todo el año para rozar y limpiar el monte y prepararlo para hacer frente al fuego.
¡Echar al PP de la Xunta!
La experiencia de todos estos años pesa mucho en la mente de los trabajadores y especialmente de los jóvenes, que han sido los auténticos héroes de estas jornadas negras, participando por millares en las tareas de extinción. Ellos han vivido en primera persona la incompetencia, la corrupción y el desprecio de la Xunta de Galicia en manos de la derecha. De hecho, todas las medidas imprescindibles para empezar a resolver el grave peligro del fuego, que cada año debemos afrontar, son absolutamente incompatibles con la política de privatizaciones y recortes de la Xunta. Por eso las decenas de manifestaciones y concentraciones del lunes 16 en las que participaron miles y miles de personas por todos los rincones de Galicia debe ser el inicio de un movimiento aún más masivo cuyo objetivo tiene que ser desalojar al PP del poder. Para ello las organizaciones de la izquierda y los sindicatos de clase, empezando por En Marea, BNG, CIG, CCOO deben impulsar una gran marcha sobre Compostela exigiendo:
- Unificación de todos los servicios antiincendios en un único ente público gallego y con un drástico aumento de plantilla.
- Plan de inversión masivo en prevención de incendios.
- Nacionalización de ENCE y FINSA, responsables de la trama de destrucción del bosque autóctono.
- Plan de inversión económica en el rural para fijar población y explotar de forma sostenible los ingentes recursos del monte.
- ¡Feijóo dimisión. Abajo el gobierno del PP!