Las elecciones andaluzas del 2 de diciembre fueron un punto de inflexión y una sacudida en la conciencia de cientos de miles de jóvenes, trabajadores y trabajadoras en Andalucía y en todo el Estado, tanto por la irrupción de VOX con 12 escaños en el Parlamento como por la posibilidad, que más tarde se materializó, de que la Junta fuera gobernada por un tripartito completamente reaccionario formado por PP, Ciudadanos y VOX.
Poco menos de cinco meses después, en las elecciones del 28 de abril, la clase obrera en Andalucía ha cerrado el paso a la derecha y a la ultraderecha de forma decidida. Una derecha que, envalentonada tras los resultados del 2D, ya se veía gobernando en el conjunto del Estado español.
Esto ha sido posible porque, como ya explicamos y demostraron las movilizaciones de miles que se sucedieron en las todas las provincias durante los días que siguieron a las elecciones, los resultados de diciembre no estaban reflejando un giro a la derecha ni un bajo nivel de conciencia de los trabajadores y la juventud. Eran la consecuencia del hartazgo de 40 años de gobierno socialista que poco se diferenciaba de las políticas de recortes, ataques y desmantelamiento de los servicios públicos que caracterizan al Partido Popular. Lo que reflejó claramente el 2D era una falta de alternativa consecuente.
Por otro lado, el giro a la derecha, el abandono de las medidas más progresistas de su programa y la experiencia de los ayuntamientos del cambio que nada han cambiado, tuvieron consecuencias muy serias para la marca de Podemos en Andalucía, de la misma forma que ahora se ha reflejado a nivel estatal. Adelante Andalucía perdió el pasado diciembre 279.898 votos respecto a lo que obtuvieron Podemos e IU en 2015, pero el dato más significativo es que además fueron incapaces de recoger nada de los 400.000 votos que perdió el PSOE y que se fueron directamente a la abstención.
Sin embargo los datos de participación en las elecciones de este domingo cambian radicalmente. La asistencia a las urnas aumentó en 14,66 puntos porcentuales, votando un 73,31% del censo. O si lo miramos desde la perspectiva de la abstención, significa que esta se ha reducido del 41,35% en las andaluzas a un 26,69% en las generales.
Los resultados del 28A evidencian la inestabilidad del gobierno del bloque reaccionario en Andalucía tan sólo cuatro meses después de su llegada. El PP sufre un descalabro sin precedentes y pierde 12 escaños, pasando de 23 a 11. Además su muleta en la Junta, Ciudadanos, consigue situarse como primera fuerza de la derecha, aunque con una diferencia de sólo 23.666 votos. Este batacazo se agudiza aún más en Sevilla y Cádiz, donde se ha quedado como cuarta fuerza, por detrás de Ciudadanos y Unidas Podemos. Pero tampoco podemos obviar que la descomposición del PP se traduce en un aumento de Vox. En estas elecciones consiguen un representante en todas las circunscripciones salvo en Jaén y Huelva, y 215.000 votos más que los que obtuvieron el 2D, recogiendo una parte importante del voto tradicional PP de aquellos sectores más atrasados que ven en Vox una oportunidad de venganza hacia la movilización social que ha inundado las calles de todo el Estado y que tras el 2D llenó las calles de Andalucía al grito de ¡No Pasarán!
Por otro lado, Pedro Sánchez se proclama como el ganador indiscutible de las elecciones en la región andaluza y recupera cuatro escaños respecto a los que obtuvo en las pasadas generales (pasando de 20 a 24). Pero no sólo recibe más apoyos que los que recibió en 2015, sino que supera en medio millón de votos los que obtuvo Susana Díaz en diciembre. Esto, sumado a los 67.120 que sube Unidas Podemos, hace que la izquierda recupere 621.705 votos respecto a las elecciones de diciembre y la suma del PSOE y Podemos supere en 5 diputados al bloque reaccionario.
Lo que han demostrado estas elecciones en Andalucía es que la juventud y la clase obrera andaluzas, impulsadas por los resultados de diciembre pero especialmente por la fuerza de las movilizaciones de los últimos meses, hemos salido a votar masivamente para frenar a la reacción y la posibilidad de un nuevo trifachito a nivel estatal.
Nuestra memoria histórica está muy viva. Por eso ante la perspectiva de sufrir ataques sobre los derechos democráticos ya conquistados o sobre nuestras condiciones de vida, ya de por sí muy precarias, las trabajadoras, trabajadores y jóvenes andaluces nos hemos movilizado una vez más, como ya hicimos en las calles tras el 2D, saliendo a votar masivamente a la izquierda en estas generales. Sabemos que en estas elecciones hemos frenado a la derecha en el terreno electoral, pero también somos muy conscientes de que debemos continuar con la lucha en las calles y construir una izquierda combativa capaz de frenar a la reacción y de ofrecer una alternativa a nuestra opresión bajo este sistema.
¡En las urnas y en las calles, no pasarán!
¡Únete a Izquierda Revolucionaria!