El 14 de octubre de 2020, cuatro jóvenes de origen marroquí fueron acosados, empujados y golpeados por dos conocidos neonazis en el barrio de San Blas que habían ido a “localizar  MENAS” - en sus propias palabras -, armados con una navaja militar y una porra extensible. Las intenciones no podían estar más claras. Tras la brutal paliza, la policía interceptó a estos dos elementos de extrema derecha – militantes de Bastión Frontal -, les requisó las armas y les dejó marchar.

Sin embargo, durante esa misma noche y al día siguiente los cuatro jóvenes marroquís fueron detenidos por la policía y denunciados por golpear con palos a estos dos elementos fascistas por defenderse después del ataque de éstos. Todo esto fue seguido de manifestaciones convocadas por varias organizaciones de ultraderecha en las que se coreaba  “ni un puto mena en San Blas” y “San Blas será la tumba de los menas”, bajo el cobijo de las fuerzas de seguridad[1].

La semana pasada se conoció la sentencia impuesta a estos tres jóvenes: condenados a pagar 4.100 € de indemnización, cumplir 7 años de cárcel, ser expulsados del país cuando cumplan un tercio de la condena y la prohibición de volver al Estado español durante 10 años.

Esta condena es aún más criminal si se tiene en cuenta la sentencia dictada por la jueza del caso, que afirma que "la supuesta ideología de los perjudicados o del previo incidente provocado por estos carecen de relevancia alguna". Es decir, ¿¡que la intención declarada de estos fascistas de ir a “localizar MENAS” equipados con una navaja militar y una porra extensible y su militancia reconocida en una organización de extrema derecha, no tienen relevancia!?

Pero la sentencia no acaba ahí: “Es cierto que los perjudicados [los dos neonazis] no ofrecieron una versión coherente de qué es lo que hacían en el parque donde se iniciaron los hechos y de por qué tenían las armas que les fueron incautadas por la policía, pero lo cierto es que tales hechos no son objeto del presente procedimiento y carecen de relevancia penal”. ¡Así es cómo funciona este aparato judicial plagado de franquistas y racistas! A los dos neonazis que salen armados a la caza de jóvenes inmigrantes se les indemniza y a las víctimas se las condena por defenderse.

Sin embargo, esta violencia no surge de la nada. Tiene nombres y apellidos. Los responsables directos son Abascal, Ortega Smith, Monasterio, los seguidores enaltecidos de Vox, una organización ultraderechista que, en connivencia con una justicia reaccionaria, pone la diana en las espaldas de los jóvenes inmigrantes. No es casualidad la vomitiva campaña electoral que organizaron el pasado mayo en Madrid, colocando en plena Puerta del Sol carteles difamatorios y falsos sobre los menores extranjeros no acompañados, responsabilizándolos de la dramática situación del sistema sanitario o de robar el dinero público a los españoles. ¡No nos engañan! Este tipo de ataques, a golpe de puños y de sentencias, no son exclusivos de dos elementos fascistas aleatorios ni de una jueza, sino del discurso racista y fascista de la extrema derecha, de Vox y el PP y de todo un aparato del Estado, unas instituciones, fuerzas de seguridad y judicatura directamente heredados de la dictadura.

Por ello, el silencio atronador del Gobierno de coalición cuando se dan estas agresiones a nuestros hermanos de clase, cuando asistimos a redadas racistas de la policía, vemos las condiciones infrahumanas de los CIEs o cuando vemos sobrecogidos como mueren cientos de personas y niños en el Mediterráneo tratando de llegar al Estado español, es tan criminal. Este silencio de la izquierda parlamentaria también da vía libre a la xenofobia y el racismo de la derecha.

Desde Izquierda Revolucionaria y el Sindicato de Estudiantes enviamos toda nuestra solidaridad a los jóvenes condenados y exigimos su puesta en libertad, así como la derogación inmediata de la Ley de Extranjería, el cierre de los CIE y la depuración inmediata de todos los elementos franquistas de la judicatura, la policía y el aparato del Estado.

La única forma de acabar con el racismo y el fascismo es continuar la lucha contra este sistema racista y criminal, el capitalismo, y levantar un programa socialista y revolucionario,  para que todos los recursos existentes y la riqueza que creamos los trabajadores y trabajadoras se pongan a disposición de las necesidades sociales de la inmensa mayoría  —empezando por garantizar un puesto de trabajo digno a todos y todas— y no para el beneficio de una minoría de parásitos.

Las movilizaciones del último período nos han demostrado que esa transformación está en las manos de la juventud obrera, nativa y extranjera, completamente determinada a combatir a la reacción mediante la lucha en las calles.

¡Nativa o extranjera, la misma clase obrera!

 

 [1] Siete años de cárcel para tres jóvenes marroquíes por agredir a dos neonazis armados que "buscaban menas" en Madrid

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