Negocios con Israel y armas para Ucrania. La política exterior al servicio del imperialismo
Este martes 28 de mayo el Consejo de Ministros ha reconocido diplomáticamente al Estado palestino. Lo que se presenta como una acción valiente y solidaria no es más que otro gesto de propaganda que no frenará el genocidio desatado por el Gobierno sionista de Netanyahu en Gaza, y cuyo último ejemplo ha sido el salvaje bombardeo en un campo de refugiados en Rafah quemando vivos a niños, mujeres y ancianos en sus tiendas de campaña.
El reconocimiento no va acompañado de la ruptura de relaciones políticas, económicas y militares con la máquina de matar sionista. Al contrario. Esta medida, cosmética y vacía, ya está siendo utilizada para ocultar la estrategia militarista del Gobierno de Sánchez y el apoyo que está prestando al régimen ultraderechista de Zelenski.
Mentiras y más mentiras
Durante meses hemos asistido a una campaña de mentiras por parte del Ministerio de Asuntos Exteriores, y del Consejo de Ministros, señalando que no se vendían armas a Israel desde el 7 de octubre. Sin embargo, después de esa fecha se han rubricado tres grandes contratos de exportación de armas. Uno de ellos de un millón de euros por 9 toneladas de “bombas, granadas, torpedos, minas, misiles, cartuchos y demás municiones y proyectiles” el pasado noviembre, en plena ofensiva sobre Gaza.
España se ha integrado en el grupo de la OTAN que da apoyo a Israel en el Mediterráneo, con dos fragatas; está presente en la misión de la ONU en el sur del Líbano contra Hezbolá y en favor del Estado sionista; y ha puesto sus bases e infraestructuras militares al servicio del imperialismo yanqui jugando un importante papel en el aprovisionamiento y apoyo militar al Gobierno de Netanyahu. El intento de dos buques de atracar en puertos españoles cargados con abundante material militar para ser utilizado en el genocidio contra la población gazatí, fue finalmente evitado gracias a la movilización del movimiento de solidaridad con Palestina.
Estos hechos ponen al descubierto la complicidad de la política exterior del Gobierno PSOE-Sumar con la estrategia de Washington y Tel Aviv. Además, la parte del león del comercio con Israel, que son las importaciones, no solo no se ha reducido sino que ha aumentado: un 37% más en los dos primeros meses de este año, 55 millones de incremento, hasta alcanzar los 199 millones de euros. Y una parte importante en programas armamentísticos donde participa la industria militar israelí, como “el misil anticarro Spike y el lanzacohetes Silam".
Esta es la realidad tangible que se esconde tras las grandes declaraciones y discursos, y que alimenta día a día la maquinaria genocida del sionismo.
¿Y romper relaciones con Israel?
Además, el reconocimiento del Estado palestino por parte del Estado español, junto a Irlanda y Noruega, llega tras haberlo hecho, desde hace años, otros 144 Estados de los 193 presentes en la ONU (¡incluyendo a la Santa Sede!!), y entre ellos, ocho países de la UE. Es decir, que no parece la medida más revolucionaria, valiente y arriesgada de la diplomacia mundial.
Pero sobre todo no hay que dejarse arrastrar por esta vorágine de propaganda burguesa. Este reconocimiento forma parte de la estrategia imperialista que alumbró los Acuerdos de Oslo: dos Estados, uno Israel armado hasta los dientes y al que se reconoce su derecho a ocupar un territorio fruto de una limpieza étnica, la Nakba, que expulsó a más de un millón de palestinos de sus casas y tierras. Otro, el palestino, reducido a una Franja de Gaza arrasada por las bombas sionistas, y una Cisjordania asediada diariamente por las acciones asesinas de la policía y los colonos. Reconocer a este fantasmagórico Estado palestino implica reconocer el derecho de este Estado sionista, un Estado religioso y racial donde 7 millones de palestinos carecen de cualquier derecho, a existir sobre las bases coloniales y militaristas que permitieron su creación en 1948.
Un teatrillo representado justo en el momento que el ejército sionista continúa la ofensiva sobre Rafah, y mientras en Cisjordania las matanzas de civiles, el desplazamiento y la expulsión de familias palestinas, y los núcleos de población rodeados de muros, check points y alambre de espino son la norma. ¿Es este el Estado palestino que pretende reconocer ahora Pedro Sánchez?
Todo este supuesto apoyo al pueblo palestino de la llamada Comunidad Internacional es pura palabrería. Un auténtico paripé incapaz de frenar los planes criminales del Gobierno de Netanyahu y de su gran aliado, Biden y el Partido Demócrata, al que tantas loas han dedicado Pedro Sánchez y Yolanda Díaz.
La justicia internacional ha demostrado de sobra lo que es y a quién sirve, haciendo encaje de bolillos para no irritar a Israel y EEUU, analizando con mucha lentitud y parsimonia un genocidio retransmitido en vivo y en directo, e intentando igualar la barbarie sionista, cada vez más indistinguible de la de los nazis, y los ataques de Hamas. Algo que, por supuesto, también ha hecho Pedro Sánchez en su comparecencia para anunciar el reconocimiento del Estado palestino. Confiar en esta justicia para frenar la masacre, como se hace desde la izquierda reformista y parlamentaria, es un fraude reaccionario.
Tras dejar más de 40.000 palestinos asesinados, casi la mitad niñas y niños, tras reducir a cenizas sus ciudades, tras destruir y atacar todos sus hospitales, tras ejecuciones sumarias al estilo de las SS, tras cercar la Franja de Gaza condenando a dos millones de personas morir de sed, de hambre o de enfermedades, el Gobierno PSOE-Sumar sigue negándose a tomar las únicas medidas contundentes posibles en este caso: la completa ruptura de todas las relaciones económicas, diplomáticas y militares con Israel, sancionando a todas las empresas españolas que hagan negocios con el sionismo, y expulsando a la embajadora y al cuerpo diplomático israelí sine die. Eso sí, si Milei insulta a la mujer del presidente, entonces si se desata un conflicto diplomático. ¡Este es el nivel de cinismo al que se ha llegado!
La política exterior define al Gobierno de Pedro Sánchez: otanismo y militarismo.
Esta semana hemos asistido a otro capítulo más en la sumisión del Gobierno español ante el imperialismo norteamericano y la OTAN. Pedro Sánchez ha vuelto a agitar los tambores de guerra a que nos tiene acostumbrado su amigo Borrell recibiendo por todo lo alto al presidente ucraniano Zelensky, que encabeza un Gobierno plagado de neonazis.
Una visita que ha culminado con la firma de un acuerdo de seguridad para garantizar un apoyo militar sostenido, es decir, para continuar la guerra, por valor de 1.129 millones de euros. Un auténtico espaldarazo a los negocios de las grandes empresas militares españolas, que están haciendo beneficios récord, y cuyos directivos se reunieron hace unas semanas en la Moncloa con el presidente.
Sánchez ha garantizado su apoyo a las sanciones contra Rusia y a las acciones contra Putin en la Corte Penal Internacional, algo que se niega a hacer en el caso de Netanyahu y su Gobierno genocida. ¡Qué doble rasero más despreciable! ¡Qué servilismo ante el amo americano!
Este Gobierno, que charlotea todos los días sobre cómo frenar a la extrema derecha, de la defensa de los derechos humanos y de la democracia, y de una supuesta agenda social, no ha dudado en convertir la guerra y el militarismo en un eje central de su agenda política. Tan es así que el año pasado aprobó el presupuesto militar más alto de la historia de la democracia (cerca de 60.000 millones de euros).
Al tiempo que se dedican estos fabulosos recursos a la industria de la muerte, esta semana se conocían nuevas cifras récord de pobreza infantil: el 10,8% de las niñas y niños españoles padecen pobreza severa, con un 7% sufriendo hambre cotidiana, y con un 29% en riesgo de pobreza[i]. Mientras millones de familias trabajadoras y de jóvenes no pueden acceder a una vivienda, mientras los servicios públicos caen en una degradación sin precedentes, mientras los salarios de miseria se evaporan ante una inflación que hace de oro a las grandes empresas, el Gobierno, que no tiene dinero para vivienda pública, ni para sanidad y educación, sí lo tiene para rearmar a la OTAN.
En estas condiciones ¿alguien puede extrañarse de que la ultraderecha y la reacción avancen electoralmente?
Ni los brindis al sol ni la diplomacia hipócrita frenarán la masacre en Gaza. Solo la lucha de masas levantando un potente movimiento internacionalista de solidaridad con el pueblo palestino y reivindicando una alternativa comunista hasta conseguir el derrocamiento del Estado sionista y por una Federación Socialista de Oriente Medio, podrá acabar con esta barbarie.
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[i] Récord histórico de la pobreza infantil en España: casi el 11% de niños y adolescentes carecen de lo necesario para una vida digna