Asco, asco y mucho más asco. Un asco inmenso, rabioso e indignado, al saber que el príncipe de esa izquierda sumisa y gubernamental, tocado con el engreimiento de los arribistas profesionales, era en realidad un acosador machista al que, por el momento, han denunciado una docena de mujeres, abusadas, sometidas y maltratadas.

Errejón, designado por Yolanda Díaz y la corte de Sumar como su portavoz parlamentario, preferido de editorialistas y medios de comunicación, no ha llegado tan lejos por casualidad. Contó con la complicidad de muchos y de muchas para que sus actos quedaran demasiado tiempo ocultos.

Nada de esto hubiera salido a la luz sin mujeres que se atreven a desenmascarar a estos degenerados que escupen sobre la moral de la izquierda, y sin periodistas que no se callan como Cristina Fallarás, y que ponen los medios para que la voz de las que no tienen voz se pueda escuchar.

El caso Errejón señala mucho y a muchos. En primer lugar, sería imposible conocer algo así sin el gran movimiento liberador que hemos protagonizado millones de mujeres trabajadoras y jóvenes, que hemos levantado la bandera de un feminismo de clase, combativo y anticapitalista. Y sin la crítica planteada una y otra vez a ese feminismo de salón, moqueta y postureo, que tan sibilinamente pretende blanquear a los y las responsables de nuestra opresión.

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Nada de esto hubiera salido a la luz sin mujeres que se atreven a desenmascarar a estos degenerados que escupen sobre la moral de la izquierda, y sin periodistas, como Cristina Fallarás, que ponen los medios para que se las pueda escuchar. 

Lo hemos repetido en muchas ocasiones. No se puede ser feminista consecuente y participar en un Gobierno que sigue blindando la justicia patriarcal y no hace nada por acabar con ella, como se acaba de poner en evidencia en Murcia con la libertad concedida a esa repugnante manada de empresarios pedófilos. Que permite la fascistización de la policía y recrudece la represión en todas sus formas. Que no deroga la Ley Mordaza y endurece la legislación racista contra nuestras hermanas inmigrantes. Que sigue permitiendo las dobles escalas salariales y la desigualdad laboral, que traiciona a las Kellys y no mueve un dedo por mejorar las condiciones de cientos de miles de trabajadoras que cuidan a nuestros mayores o limpian sometidas a un abuso patronal permanente.

No eres feminista si proteges el enriquecimiento de los caseros rentistas, de los bancos y de los fondos buitres a costa de nuestro empobrecimiento. Cuando sigues vendiendo armas al genocida de Netanyahu y no rompes relaciones con el Gobierno sionista estás pisoteando el feminismo, pues esta masacre contra el pueblo palestino es el resultado de la complicidad de los Gobiernos capitalistas de Occidente, muy “feministas” muchos de ellos.

El feminismo no es hacerse una foto el 8M, como demuestra el caso Errejón. Y lo contrario al feminismo es aliarse con el PP para modificar la Ley del Solo sí es sí, dando palmas a toda la campaña de infamias contra Irene Montero a cambio de sillones parlamentarios y ministeriales, privilegios y prebendas del poder.

La dimisión de Errejón señala directamente al Gobierno “más progresista y feminista de la historia”. En primer lugar, a Yolanda Díaz. Esta egocéntrica amiga de la burocracia sindical, defensora de Amancio Ortega y que ya en nada se diferencia de una ministra del PSOE, se atreve a animar a las “presuntas víctimas” a que denuncien, porque sin denuncia, no se pueden ejecutar los protocolos. Nos reiríamos si no fuera algo tan grave, tan cínico, tan insultante. ¿Que denunciemos? Muchas ya denunciamos, y acabamos asesinadas igual. Muchas no queremos denunciar, porque la manada con toga deja libres a nuestros agresores y la caverna mediática nos juzga a nosotras. El problema no es no haber podido poner en marcha protocolos. El problema, es que no habéis querido hacer nada porque, como reconoce la exdiputada de Más Madrid Tania Sánchez, “no le dimos importancia porque Errejón es un gran valor político”.

Y por supuesto, qué decir de Pedro Sánchez. No olvidaremos nunca al presidente del Gobierno cuando planteaba en público la incomodidad de sus amigos de entre cuarenta y cincuenta años con ese feminismo que hacía tanto ruido. La mentalidad del “señoro” justifica también este encubrimiento vergonzoso de Errejón. Pero, aunque repugnante, no es la principal causa de tanta complicidad. La causa es política.

El sistema quiere una izquierda que contribuya a la estabilidad y la gobernabilidad. Por eso el IBEX 35 se muestra tan contento con este Gobierno: se forran a manos llenas con sus políticas. Que la ultraderecha y la derecha extrema estén todo el día esparciendo su demagogia contra Pedro Sánchez no cambia el fondo del asunto. Si su Gobierno, mucho más debilitado ahora mismo, no cae, es porque la clase dominante no quiere que caiga. Pero también es muy cierto que la situación puede experimentar cambios bruscos y muy rápidos.

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La dimisión de Errejón señala directamente a Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, el que planteó en público la incomodidad de sus amigos de entre cuarenta y cincuenta años con ese feminismo que hacía tanto ruido. 

Errejón ha sido una pieza clave para encarrilar la furia de las calles a las tranquilas aguas del parlamentarismo capitalista, donde el charloteo, la impostura y las mentiras se han convertido en un arte refinado. Fue el artífice, junto a Yolanda Díaz, de una operación de gran calado político para destruir a Podemos, y en eso también contó con las incoherencias y los enormes sapos que se tragó la formación morada mientras tenía sillones ministeriales y se jactaba a todas horas del gran escudo social que habían logrado. Ahora las cosas están muy claras. La tesis estratégica de que arrastrarían al PSOE a la izquierda, con la que justificaron su colaboración gubernamental, se ha derrumbado.

El shock por lo que está saliendo a la luz no hará más que aumentar en los próximos días. Y ya vemos el espectáculo: “lo primero es estar con las víctimas y acompañarlas”, dice Yolanda Díaz y comentan por redes los portavoces de Sumar. Qué hipocresía más lacerante. ¡Lo sabíais! ¡Lo sabíais y no hicisteis nada por acompañar a esas víctimas mientras lo tapabais! Y ahora, cuando todo os estalla en la cara, jugáis al gato y al ratón buscando una exculpación.

Es el método del burócrata, del arribista corrupto que ha hecho una carrera a costa de la lucha del pueblo y escupe sobre los valores de la izquierda. La solidaridad, el compromiso, la honestidad y la entrega por la causa de los trabajadores y, por supuesto, la lucha de millones de mujeres contra la violencia machista y la opresión patriarcal, contra el odio que nos manifiesta la oligarquía, la Iglesia y el fascismo… todo eso es lo que pisoteáis.

El escrito de Errejón es un retrato vívido de esta izquierda inservible y entregada. El relato de un maltratador que quiere aparecer como víctima del… ¡patriarcado! Que se esconde detrás de la salud mental despreciando a los millones de personas que padecen y sufren una dolencia terrible, y que encubre lo que es y no reconoce: un machista depredador, engreído de poder, que se comporta como lo haría un putero falangista. Cada línea de su comunicado es un insulto, una nueva humillación y una prueba de la toxicidad de Errejón y de todos los que han estado a su lado consintiendo.

El PP y Vox, la caverna mediática, se regocija hoy. Pero su sonrisa no nos intimida. Si Errejón ha sido señalado como lo que es, no es por ellos. Al contrario. Errejón comparte con la derecha y la extrema derecha muchas cosas. Por eso, estos acontecimientos tienen un aspecto muy positivo. Muestran que hay una izquierda que no lo es, que es parte del problema y no de la solución.

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Levantemos una izquierda de verdad. Esta nunca puede participar en la gestión de un sistema criminal. Si lo hace es cómplice y se verá infectada por toda la escoria que el sistema produce. Es la hora continuar la lucha con más determinación. 

Muchos lo sabían. Es ya una letanía. Políticos y periodistas. Muchos y muchas, y no movieron un dedo, no hicieron nada. Lo taparon y consintieron. Son completamente responsables. Tienen que irse también, aunque somos conscientes de que el problema no es personal, sino político y social. Y las lecciones parecen cada vez más claras.

Hay que levantar una izquierda que lo sea de verdad, y esa izquierda nunca puede participar en la gestión de un sistema criminal. Si lo hace no solo es cómplice, sino que se verá infectada por toda la escoria que el sistema produce. Es la hora de tomar nota y continuar la lucha, con más fuerza, con más determinación.

No estáis solas, aquí estamos, millones con vosotras, con todas las víctimas de la violencia machista y patriarcal.

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