Gritos, abucheos, desmayos, peticiones de "paréntesis" en el libre mercado seguidos de llamamientos irónicos a que Fidel Castro se haga cargo del gobierno... No hablamos de la Asamblea Constituyente de Bolivia sino de los últimos acontecimientos en la CEOE, donde parece que la crisis económica también ha llevado el nerviosismo.
La dimisión bajo la excusa genérica de "falta de confianza" de Jiménez Aguilar como vicepresidente, cargo en el que llevaba desde 1984, oculta en realidad la división de la clase dominante sobre la táctica a seguir en esta situación. Así, mientras el sector representado por Gerardo Díaz Ferrán apuesta por escenificar un "diálogo social" que permita contar con la firma de los dirigentes sindicales y socialdemócratas en las "reformas" necesarias para hacer recaer el peso de su crisis sobre la clase trabajadora, para que después ellos se encarguen de hacérselas tragar a su base social, otro sector, más seguidor de la clásica línea de Cuevas, apuesta por la táctica de presionar y amenazar, convencidos (y tampoco les falta razón) de que los dirigentes de la clase obrera se asustarán y cederán a sus pretensiones como han hecho en otras ocasiones.

‘Paréntesis en la economía de mercado'

El primer sector también pretende ganar fuerza unificando sus demandas con las de las patronales catalana y vasca, como desvelaba Díaz Ferrán en una ilustrativa entrevista en el diario El País, el pasado 21 de septiembre. En dicha entrevista explicaba también su petición de "abrir un paréntesis" en la economía de Gritos, abucheos, desmayos, peticiones de “paréntesis” en el libre mercado seguidos de llamamientos irónicos a que Fidel Castro se haga cargo del gobierno… No hablamos de la Asamblea Constituyente de Bolivia sino de los últimos acontecimientos en la CEOE, donde parece que la crisis económica también ha llevado el nerviosismo.
La dimisión bajo la excusa genérica de “falta de confianza” de Jiménez Aguilar como vicepresidente, cargo en el que llevaba desde 1984, oculta en realidad la división de la clase dominante sobre la táctica a seguir en esta situación. Así, mientras el sector representado por Gerardo Díaz Ferrán apuesta por escenificar un “diálogo social” que permita contar con la firma de los dirigentes sindicales y socialdemócratas en las “reformas” necesarias para hacer recaer el peso de su crisis sobre la clase trabajadora, para que después ellos se encarguen de hacérselas tragar a su base social, otro sector, más seguidor de la clásica línea de Cuevas, apuesta por la táctica de presionar y amenazar, convencidos (y tampoco les falta razón) de que los dirigentes de la clase obrera se asustarán y cederán a sus pretensiones como han hecho en otras ocasiones.

‘Paréntesis en la economía de mercado’

El primer sector también pretende ganar fuerza unificando sus demandas con las de las patronales catalana y vasca, como desvelaba Díaz Ferrán en una ilustrativa entrevista en el diario El País, el pasado 21 de septiembre. En dicha entrevista explicaba también su petición de “abrir un paréntesis” en la economía de mercado para permitir que el Estado, a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), se convierta en avalista de las empresas en dificultades. Mientras otros sectores patronales ponían el grito en el cielo, El País resaltaba el peligro de estas declaraciones, que “han puesto la torpeza del mercado en evidencia” mientras los enfrentamientos le parecían “indiscretos e inoportunos”.
Y es que cuando los capitalistas ven amenazados sus intereses vitales tienden a perder las formas:  primero me salvo yo y después ya veremos. Los trabajadores no debemos ver en esta situación unos capitalistas “buenos” y amistosos frente a otros malos y reaccionarios. Todos tienen muy claro cuál es la medicina que nos quieren aplicar: dinero público para sus bolsillos, despido libre, acabar con la negociación colectiva…
Así mismo, Díaz Ferrán dejaba muy claro que, como hemos dicho los marxistas, el consenso no es un fin en sí mismo sino un medio para conseguir lo que quieren: “Me parece bien que (el gobierno) nos deje negociar, pero (…) si la negociación no llega a nada tiene que tomar las medidas necesarias”. Y recomendaba empezar por el absentismo laboral.
No cabe duda de que estos emprendedores —que sacan al país adelante cada día desde sus restaurantes de lujo y campos de golf mientras los trabajadores holgazaneamos y soñamos con que nos den la baja—, están de acuerdo en lo esencial: exprimirnos cuanto más mejor.mercado para permitir que el Estado, a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO), se convierta en avalista de las empresas en dificultades. Mientras otros sectores patronales ponían el grito en el cielo, El País resaltaba el peligro de estas declaraciones, que "han puesto la torpeza del mercado en evidencia" mientras los enfrentamientos le parecían "indiscretos e inoportunos".
Y es que cuando los capitalistas ven amenazados sus intereses vitales tienden a perder las formas:  primero me salvo yo y después ya veremos. Los trabajadores no debemos ver en esta situación unos capitalistas "buenos" y amistosos frente a otros malos y reaccionarios. Todos tienen muy claro cuál es la medicina que nos quieren aplicar: dinero público para sus bolsillos, despido libre, acabar con la negociación colectiva...
Así mismo, Díaz Ferrán dejaba muy claro que, como hemos dicho los marxistas, el consenso no es un fin en sí mismo sino un medio para conseguir lo que quieren: "Me parece bien que (el gobierno) nos deje negociar, pero (...) si la negociación no llega a nada tiene que tomar las medidas necesarias". Y recomendaba empezar por el absentismo laboral.
No cabe duda de que estos emprendedores -que sacan al país adelante cada día desde sus restaurantes de lujo y campos de golf mientras los trabajadores holgazaneamos y soñamos con que nos den la baja-, están de acuerdo en lo esencial: exprimirnos cuanto más mejor.

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