Sólo hay dos "salidas" a la crisis: más pobreza y desigualdad o lucha para acabar con el capitalismo

Tras años de crecimiento económico en que los beneficios de la gran banca y de los empresarios han aumentado de manera estratosférica, una profunda y dura crisis de la economía capitalista se extiende por todo el mundo. Para hacer frente a la misma los diferentes gobiernos del planeta han urdido todo tipo de planes. Pero hasta ahora todas las medidas adoptadas tienen el mismo color: regalar billones de euros a la gran banca sacados de los fondos públicos

Sólo hay dos "salidas" a la crisis: más pobreza y desigualdad o lucha para acabar con el capitalismo

Tras años de crecimiento económico en que los beneficios de la gran banca y de los empresarios han aumentado de manera estratosférica, una profunda y dura crisis de la economía capitalista se extiende por todo el mundo. Para hacer frente a la misma los diferentes gobiernos del planeta han urdido todo tipo de planes. Pero hasta ahora todas las medidas adoptadas tienen el mismo color: regalar billones de euros a la gran banca sacados de los fondos públicos.

Una cantidad ingente de dinero

En el Estado español, el gobierno de Zapatero ha puesto en marcha un plan de rescate de la banca por un valor de 150.000 millones de euros. Es una cantidad de dinero extraordinaria, equivalente al 75% de los presupuestos generales del Estado para el 2009. Compárese con los 19.000 millones presupuestados para el seguro de desempleo en 2009, o los 22.000 millones de gastos en infraestructuras. Esta ingente cantidad de dinero está destinada a "ayudar" a unos bancos que obtuvieron beneficios, contando solamente los 5 más importantes, de 17.416 millones en 2006 y 21.000 millones en 2007.
Obviamente, este plan ha sido apoyado por la derecha en el parlamento (PP, CiU, PNV) y por las principales organizaciones empresariales (CEOE, Asociación Española de la Banca). Los defensores de este plan lo justifican diciendo que con esta inyección millonaria "el dinero fluirá a las empresas y a las familias y esto permitirá a la economía seguir funcionando". De esta manera se quiere transmitir dos ideas falsas: la primera, que la crisis es simplemente un problema técnico de "liquidez", cuando lo que en realidad falla es el capitalismo como sistema; y la segunda, que los capitalistas y los trabajadores tenemos los mismos intereses, cuando lo que realmente están haciendo los capitalistas es despedir masivamente, exigir más recortes del gasto social y nuevas reformas laborales.
La medida impulsada por el gobierno es similar a la tomada por Bush en EEUU y que ha suscitado una gran oposición por parte de la población: se trata, en esencia, de una transferencia gigantesca de dinero público a manos privadas y tiene como única finalidad poner a salvo el negocio de los banqueros, es decir, de una minoría privilegiada de la sociedad que es, además, la principal responsable de la crisis. Unos cuantos se quedan con el beneficio y el resto nos hacemos cargo de la financiación y de las pérdidas, dejando al desnudo la farsa de la "cultura del riesgo" y otras virtudes del capitalismo.

Los costes de la medida

A pesar de que los banqueros y el gobierno están insistiendo machaconamente en los medios de comunicación que la banca española es la más fuerte del mundo y que no corre peligro, el riesgo de quiebras es bastante real. La banca española ha estado profundamente implicada en la gigantesca burbuja inmobiliaria de los últimos años y ahora la burbuja ha estallado y el negocio de la construcción, endeudado hasta la cejas por el famoso "apalancamiento", se está desplomando. La banca está gravemente amenazada por la morosidad y por la dependencia de la financiación externa, es decir, de préstamos de otros bancos en el extranjero. No es ninguna casualidad que los 30.000 millones -ampliable a 50.000 millones- que el Estado dedicará a comprar "bonos sanos" coinciden exactamente con la deuda que la banca española tiene que devolver a la banca extranjera antes de fin de año.
Solbes afirma que esta medida "no costará dinero al Estado", pero ésta es una de otras tantas mentiras con las que envuelven este plan. Claro que la operación de rescate a la banca va a costar dinero al Estado, ese dinero que supuestamente es "de todos" y que sale fundamentalmente del bolsillo de los trabajadores. El propio gobierno ha anunciado que recurrirá a la emisión de deuda (Bonos y Letras del Tesoro). Emitir una deuda de 30.000 millones de euros a un tipo de interés del 4,25% (la media de las emisiones de 2008) tiene un coste de alrededor de 1.300 millones de euros.
Y eso no es lo peor. ¿Qué pasará si en el futuro el Estado no puede vender en el mercado los "activos sanos", al que va a destinar, de entrada, 30.000 millones de euros? ¿Qué pasará si el Estado tiene que hacer efectivos los 100.000 millones de euros en avales que respaldan los préstamos bancarios? La posibilidad de que esto ocurra es bastante real ya que la espiral de quiebras, impagos e incremento de la morosidad no ha hecho más que empezar. Los "activos sanos" en manos del Estado son hipotecas y préstamos a empresas que, debido a la gravedad de la crisis, pueden acabar siendo incobrables.  Se dice que esto activos son calificados como sanos por agencias "independientes". Pero, muchos de los activos eran "seguros" según las agencias de calificación antes de la crisis financiera y ahora son, sencillamente, papeles sin ningún valor en el mercado.

El plan no resolverá la crisis del capitalismo

El plan de rescate del gobierno del PSOE no sólo es una estafa, no sólo es una transferencia descarada de dinero público a manos privadas, sino que además, no va a servir para resolver la crisis. De hecho, a pesar de la gran cantidad de dinero público que el gobierno va a poner a disposición de los banqueros, a la que hay que sumar otros 21.000 millones de euros que el gobierno regalará a los empresarios por rebajas fiscales en 2009; de las ingentes cantidades de dinero que ha inyectado el Banco Central Europeo, o la reciente  rebaja concertada mundial de los tipos de interés, los "inversores" están respondiendo con caídas brutales de la Bolsa.
El "mercado", los empresarios, los capitalistas en general no están dejando de invertir por "falta de liquidez" sino sencillamente porque no es interesante para sus fines particulares. Los capitalistas no invierten por motivos filantrópicos sino para conseguir beneficios. Lo están diciendo ellos mismos: un consejero delegado de Bankinter, por ejemplo, afirmó que bancos y cajas de ahorros no reducen los créditos por falta de dinero, sino por "falta de demanda" o porque ven "riesgo en su concesión" (El País, 19-10-08). Vincular los cierres de empresas a un problema de "falta de liquidez", y en base a esto regalar dinero público a la banca es un engaño criminal a los trabajadores.
La cuestión es concreta: ¿qué harán los banqueros con el dinero que le va a dar el gobierno? ¿De verdad que lo van a utilizar para "crear empleo" y "dinamizar la economía"? ¿Qué impide que lo utilicen para pagar sus propias deudas? ¿Qué les obliga a invertir en el sector productivo y no en Bonos del Estado, lo cual no sería nada descartable, o en cualquier otro "refugio" que consideren seguro? El gobierno dice que va a controlar el dinero que le da a la banca. ¿Cómo? Es más, si fuera así, sencillamente los banqueros no lo admitirían. ¿Desde cuando los banqueros, o los empresarios, van a aceptar que se les diga donde tienen que poner "su" dinero, aunque sea el dinero que les regala el Estado? Sería un ataque directo a la sacrosanta propiedad privada y a la "libertad de empresa". Pensar que a partir de ahora los banqueros se van a comportar de otra manera por las "lecciones" de la crisis es una estupidez. La única manera de controlar el destino del dinero de la banca, ahora nutrida con más dinero público, es con su nacionalización bajo control obrero.
La causa de la crisis no es la "falta de liquidez", ni el "pánico", ni las "malas prácticas" de los banqueros. Eso son solamente manifestaciones de una enfermedad mucho más profunda y que hunde sus raíces en la propia naturaleza del sistema capitalista, un sistema caótico y en el que la producción de los medios necesarios para el desarrollo social están en manos privadas.
En el fondo, el rescate estatal de la banca, algo que se está produciendo en el mundo entero, está demostrando que la sociedad no necesita banqueros ni empresarios para funcionar. En vez de salvar a los banqueros de la crisis el gobierno debería salvar al conjunto de la sociedad de estos banqueros. Lo que debería hacer un gobierno elegido por los trabajadores ante una crisis como la que estamos viviendo, con efectos dramáticos para millones de personas, es utilizar el dinero público no para entregarlo a manos llenas a los banqueros sino para garantizar un subsidio de desempleo indefinido para todos los parados, para incrementar drásticamente los gastos en la sanidad y la educación pública, para desarrollar los sectores productivos necesarios para garantizar el bienestar social para todos.

El futuro de la inmensa mayoría, sacrificado por una ínfima minoría

El plan de Zapatero, más que apoyado, ha sido elaborado y exigido por la burguesía. El problema no es que el gobierno esté apoyando "más" a los banqueros que a los trabajadores o que después de apoyar a la banca ahora toca el turno "a las familias", como demagógicamente está "reivindicando" el PP. La cuestión fundamental es que esta fabulosa cantidad de dinero se pone a disposición de los banqueros a costa de las familias trabajadoras, hipotecando su futuro y el de las generaciones venideras. El dinero que el gobierno les está regalando será una pesada carga que finalmente tendremos que pagar los trabajadores por la vía de los recortes de los gastos sociales, más tasas e impuestos sobre los servicios públicos y de un empobrecimiento general de la sociedad. Tarde o temprano, habrá que pagar la factura y evidentemente la burguesía, y todos aquellos que defiendan la lógica de este sistema tratarán de que la pague la clase obrera.
El problema que tiene la clase dominante es que el cobro de la factura puede desatar una respuesta masiva, prolongada y profunda de las masas. Por eso están tratando de preparar el terreno político para lanzar los ataques con las máximas garantías posibles. No es casualidad que Zapatero y Rajoy acordaran recientemente "crear una mesa para abordar reformas estructurales en la economía española" y convocar el Pacto de Toledo "para que empiece a trabajar con urgencia en la nueva etapa de la Seguridad Social y el sistema de pensiones", según ha transcendido en los medios de comunicación. Es evidente por donde van los tiros.
Se han escuchado voces que abogan por una "reedición de los Pactos de la Moncloa" como vehículo de una nueva batería de ataques contra los trabajadores. Pero la posibilidad de escenificar una unidad "por encima de los intereses partidarios" que tenga una incidencia efectiva en frenar la respuesta de los trabajadores y la juventud es bastante complicadas, por múltiples factores. La polarización política de los últimos años, a pesar de todos los intentos por mitigarla, sigue existiendo y tiene hondas raíces en la calle. Después de ocho años de experiencia de la derecha en el gobierno, el apoyo del PP al gobierno del PSOE para impulsar un plan de recorte de las pensiones o una nueva reforma laboral, lejos de ser un factor paralizante para el movimiento obrero, podría ser una señal muy clarificadora del sentido real de dichas medidas y acabar ayudando a impulsar la lucha. La propia autoridad política de los dirigentes reformistas del PSOE y del IU, que fue clave en los Pactos de la Moncloa, muy mermada después de treinta años de desilusiones, no tiene nada que ver con la que tenían en 1977. Hagan las piruetas que hagan por arriba, el choque entre las clases y la entrada masiva de los trabajadores y de la juventud en la escena política será inevitable.

Crisis del capitalismo, crisis del reformismo

La crisis capitalista es un golpe demoledor no sólo a las ideas burguesas sobre las maravillas del "libre mercado" y la prosperidad que genera la "iniciativa privada" sino también a las ideas socialdemócratas y reformistas. Ellos siempre han tratado de denostar las ideas genuinamente socialistas por "falta de realismo". Pero ¿a donde lleva el "realismo reformista"? A aceptar, de forma vergonzosa, en momentos tan importantes para la vida de millones de trabajadores en todo el mundo, todas las exigencias de los capitalistas. No hay nada más fuera de realidad que "controlar" y "reglamentar" una economía dominada por un cartel de buitres sin escrúpulos, o que la igualdad y la paz se pueda conseguir con empalagosos discursos en el parlamento.  Eso sí que son ideas utópicas, y encima reaccionarias, porque no hacen más que confundir y engañar a los trabajadores respecto a la auténtica naturaleza del capitalismo.
La única manera de evitar que la crisis la paguen los trabajadores es con la lucha. Hoy más que nunca la política de consenso social practicada por los dirigentes sindicales choca frontalmente con las necesidades de los trabajadores. Si después de 15 años de crecimiento económico, es decir en el mejor contexto posible que el capitalismo ha podido ofrecer, el sindicalismo "realista" de mantener la paz social a toda costa sólo ha servido para empeorar las condiciones de vida de los trabajadores (precariedad laboral, pérdida de poder adquisitivo, hipotecas de por vida, recortes y degradación de la educación y sanidad pública), ¿qué se puede esperar de esta orientación en momentos de crisis?
Los trabajadores tenemos la urgente tarea de imponer a los dirigentes sindicales un giro de 180 grados o sustituirlos por otros que estén a la altura de las circunstancias. Es necesario impulsar un plan de lucha unificando los conflictos de todos los sectores afectados por expedientes de regulación de empleo y despidos e implicando al conjunto de la población en el mismo. Tenemos que exigir y obligar a los dirigentes sindicales a una respuesta contundente, organizando ya una huelga general de 24 horas con el objetivo de defender los empleos, los salarios y los servicios públicos. Por otro lado, un sindicalismo combativo, basado en la defensa de los intereses de los trabajadores, con los métodos de lucha tradicionales de nuestra clase, sólo se puede mantener de forma coherente con una alternativa completa y científica al sistema capitalista, es decir, con un programa marxista, revolucionario. Si se acepta, de un modo abierto o por falta de alternativa, el sistema capitalista como único posible, se acaba aceptando sus reglas y necesidades.

Momento histórico

No hay una tercera vía entre capitalismo y socialismo. Sólo con la nacionalización de la banca y de los monopolios bajo control obrero se podría liberar la riqueza social del caos y de la destrucción capitalista. Con el desempleo masivo y los salarios miserables el capitalismo demuestra que es incapaz de aprovechar la única e ilimitada fuente de riqueza que tiene la sociedad: el trabajo humano. ¿Por qué tiene que haber desempleo, qué impide utilizar el potencial productivo de  millones de personas, miles de millones de horas, una cantidad infinita de conocimiento, de talento, de creatividad? ¿Qué no se podría hacer, qué no se podría construir, qué no se podría organizar si todos los recursos fundamentales de la economía estuviesen regidos por el criterio del interés general y no por el de una minoría de propietarios de los bancos y los grandes monopolios? Es en la propiedad privada de los medio de producción donde están los límites del desarrollo social, aquí y en el mundo entero.
Esta crisis, que es la mayor crisis del capitalismo desde los años treinta, sólo tiene dos salidas. Si el capitalismo se mantiene habrá una destrucción brutal de la riqueza social, un empobrecimiento mayor de la sociedad, un incremento aún más  insultante de la desigualdad, una degradación increíble de las condiciones de vida de la clase obrera: esa es la única y auténtica "salida" de la crisis que preparan los banqueros y los empresarios. La otra alternativa es el socialismo, es decir, la organización de la sociedad mediante un plan que beneficie a la inmensa mayoría de la población. No serán posibles salidas parciales e intermedias. La lucha por la transformación socialista de la sociedad tiene un gigantesco punto de apoyo a su favor, la fuerza real de la clase obrera, auténtica y única fuente de toda riqueza. Sólo hay que tomar en nuestras manos lo que ya es nuestro. Organizados con un programa auténticamente socialista, podremos. Únete a la Corriente Marxista El Militante.

NOTICIAS ÚLTIMA HORA

Sin control, menos ‘sanos' y con coste

El gobierno ha cedido a todas las presiones de la banca respecto a las condiciones con las que se va a realizar la inyección millonaria de dinero público. Así, en la orden que regula el funcionamiento del fondo publicada en el BOE no consta ninguna obligación de informar, siquiera, de las entidades que acudan al rescate, aunque para mitigar el escándalo Solbes dijo que informará, discrecionalmente, en el Parlamento (¿en alguna comisión secreta?), cada cuatro meses y después de los hechos. ¡Empezamos bien con el "control exhaustivo" que vamos a tener sobre un dinero que sale fundamentalmente de los impuestos a los trabajadores! Sencillamente no vamos a saber nada de su uso. Otra concesión es que el Estado dejará que los bancos se queden con los "créditos buenos" y endosen al Estado productos financieros no tan buenos como se decía -a diferencia de lo que dijo el gobierno en un primer momento-. En tercer lugar, la banca tendrá que pagar unos intereses significativamente más bajos a los existentes en el mercado por los bonos que venda al Tesoro, es decir, que el Estado saldrá perdiendo dinero, y voluntariamente, con la operación.

¡Toma liquidez!

Después de semanas de machaque del gobierno y de los medios, estábamos todos muy compungidos por  falta de liquidez que padecían los pobres banqueros. Pero, mira por donde, a finales de octubre se conocía que  los "cinco grandes" de la banca (Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular) han tenido un beneficio neto de 15.096 millones de euros en los nueve primeros meses del año, prácticamente la misma cantidad que el mismo periodo del año anterior, antes de la crisis financiera. Santander, BBVA y Banesto ya han anunciado una elevación notable, más de un 10%,  de sus pagos de dividendo (ganancias para los accionistas). El Banco de Sabadell pagará un 23% más.

Deuda de más de un billón de euros

Por supuesto que el reparto de tanta liquidez a los accionistas no significa que estos bancos no tengan problemas, ¡sólo significa que, en esta peculiar división de tareas establecida por los capitalistas, unos pocos se encargan de ganar y la gran mayoría de pagar por ellos! El sector del ladrillo arrastra ya una deuda acumulada de 1,1 billones de euros, más del 60% de todo lo prestado por bancos y cajas (El País, 3/11/2008). Siete de las quince mayores inmobiliarias españolas están renegociando con la banca préstamos por 18.000 millones de euros y ya se prevé una nueva ronda de suspensión de pagos para los próximos meses. Ángel Laborda, de Funcas, ha advertido que un 50% de los créditos hipotecarios son a promotores y constructoras y que "ahí hay riesgo de que la morosidad explote".

El negocio del desempleo y de las hipotecas

El tercer trimestre arrojó un incremento del paro de 217.200 personas, situándose en el 11,3%. En los últimos doce meses, el número de parados ha aumentado en 769.449, el 37,56 por ciento, llegando a un total de más de 2,8 millones. El desempleo es un drama para millones de personas, pero puede ser un negocio para los empresarios. Al cierre de esta edición del periódico el gobierno ha anunciado nuevas bonificaciones, de 1.500 euros, para los que contraten a parados con cargas familiares. También ha anunciado una moratoria en el pago de la mitad de la hipoteca para los parados, pero la deuda de la gente con la banca se mantendrá íntegra y las exorbitantes cuotas mensuales, más las acumuladas por la moratoria, se reanudarían a partir de 2010. Por supuesto, la Asociación Española de Bancos se mostró feliz con la medida ya que el gobierno blinda el negocio de los banqueros con dinero público (a través del ICO) frente a un más que probable crecimiento de los impagos debido al incremento del paro.

Lo dicen ellos…

¡Cuidado con la ultraizquierda!

La contraportada del viernes 17 de octubre de La Vanguardia, un periódico burgués serio, estaba dedicada a Frank Shirrimacher, copropietario y director de Frankfurter Allgemeine Zeitung, el "más influyente diario alemán", según aclara la presentación de la entrevista. Frank Shirrimacher también es colaborador de Fundació Catalunya Abierta, una institución de derechas ligada a Convergència cuyo objetivo declarado es la "defensa y promoción de la economía de libre mercado".
La entrevista inicia con un radicalismo realmente chocante. El tal Frank califica a la "élite de banqueros" de "marcianos que viven en su planeta privado". Despotrica contra los altos sueldos de los responsables de los fondos de alto riesgo. Defiende con pasión la intervención estatal. Llegado a este punto el propio periodista, probable algo perplejo, le hace notar: "su discurso parece izquierdista". Y ahí es cuando el entrevistado desvela todo el misterio: "Al contrario, soy moderado y centrista, pero precisamente por eso creo que debemos reaccionar ahora para salvar la economía social de mercado [sic] antes de que la crisis se convierta en caldo de cultivo para la extrema izquierda". ¡Acabáramos! El truco consiste en disfrazarse de radical para tratar de cortar el paso a cualquier planteamento genuinamente socialista o comunista, catalogado por nuestro amigo de "ultraizquierda".
La verdad es que Frank sabe muy bien de lo que habla. Se confiesa "seriamente preocupado" por las perspectivas y lo ilustra con una muy buena pregunta: "¿Qué dirá un despedido de Nissan, que como muchas empresas justifica con la crisis otros manejos, cuando piense en los miles de millones inyectados en la banca española?".

‘Marx contraataca’

Así se titula un artículo publicado en la web de BBC el 20 de octubre pasado. "Carlos Marx está de moda", dice el texto. "El número de visitantes a la localidad alemana de Tréveris donde nació este filósofo en 1818 se ha disparado este año a 40.000". Según el artículo, el responsable del museo dedicado a Marx "ha perdido la cuenta" de las veces en que ha escuchado a los visitantes decir que, después de todo, "Marx tenía razón".
Seguidamente el texto informa de cómo se han disparado la venta de textos marxistas: "según aseguró a BBC Mundo Jason Craig, director de ventas digitales y online de la editorial Penguin en el Reino Unido, las ventas de El Manifiesto Comunista entre mayo y octubre de 2008 aumentaron un 900% comparado con el año pasado".

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