A diferencia del pasado, cuando en los medios de comunicación aparecían frecuentemente dirigentes como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo opinando -aunque no siempre con acierto- sobre los temas que afectaban a la clase obrera (desde leyes laborales a reformas educativas o presupuestos generales), hoy es realmente difícil encontrar a José María Fidalgo o Cándido Méndez. Se les puede aplicar lo que siempre dice una compañera mía de trabajo refiriéndose al comité de nuestra empresa: "están desaparecidos, ¡y si por lo menos fuese en combate..!". Aunque, la verdad, para lo que dicen cuando abren la boca, casi sería mejor que se quedasen callados. Veamos algunas de las perlas que han soltado en los últimos tiempos.
A diferencia del pasado, cuando en los medios de comunicación aparecían frecuentemente dirigentes como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo opinando -aunque no siempre con acierto- sobre los temas que afectaban a la clase obrera (desde leyes laborales a reformas educativas o presupuestos generales), hoy es realmente difícil encontrar a José María Fidalgo o Cándido Méndez. Se les puede aplicar lo que siempre dice una compañera mía de trabajo refiriéndose al comité de nuestra empresa: "están desaparecidos, ¡y si por lo menos fuese en combate..!". Aunque, la verdad, para lo que dicen cuando abren la boca, casi sería mejor que se quedasen callados. Veamos algunas de las perlas que han soltado en los últimos tiempos.
En septiembre, los dos se mostraron de acuerdo con la austeridad presupuestaria para 2009, "dado el deterioro de la situación económica".
Octubre empezó con Fidalgo afirmando que "lo que está haciendo Solbes es difícil de superar en términos positivos" y acabó con ambos alabando al recién fallecido José María Cuevas. Méndez destacó que sabía ponerse en el lugar de sus interlocutores (?), que antepuso los intereses del país a los intereses empresariales (??) y que ayudó a asegurar un futuro sólido al sistema de pensiones (???). Extrañas palabras para dedicárselas a un hombre que toda su vida fue un mercenario de la burguesía y ayudó a la explotación de los trabajadores: durante la dictadura, desde el sindicato vertical franquista; durante la democracia, desde la patronal CEOE.
Pero donde los dirigentes sindicales sí dicen lo que piensan es en los cenáculos de la burguesía, aunque apenas trasciende porque sólo aparece en prensa especializada leída por empresarios y ejecutivos. Ejemplo: la conferencia de Fidalgo celebrada el 24 de septiembre en un marco de indudable sabor proletario como es el Hotel Ritz de Madrid y reseñada al día siguiente en Cinco Días.
Escribe el periodista: "Fidalgo defendió el papel de moderación histórica de CCOO en las últimas negociaciones entre empresarios y sindicatos. Responsabilidad que se traduce, según desveló ayer, en las peticiones que ha realizado a Zapatero en el inicio del diálogo de esta legislatura. ‘Le pedimos dos cosas. Mientras se pueda, que se aguante la cobertura de desempleo y, segunda, que no se toque el fondo de la Seguridad Social'. (...) A cambio, CCOO ofrece otros pactos. ‘Una cosa que vale mucho en esta situación, la paz social', explicó. Además, CCOO está dispuesto a renovar el Acuerdo Interconfederal para la Negociación Colectiva (con incrementos del 2% en 2008) que tenga como resultado ‘mantener o mejorar en lo posible' las rentas de los trabajadores" (los subrayados son míos).
Fidalgo también opina sobre la situación general del mundo. En una rueda de prensa en Extremadura, con motivo de un Consejo Regional de CCOO el 23 de octubre, dijo que el capitalismo "está fundado" y que "el sistema alternativo que hubo tampoco tuvo mucho éxito (...) de lo que se trata es de fortalecer las instituciones del gobierno mundial de la economía". Además añadió que Bretton Woods fue muy útil porque creó el FMI. Y para rematarla, dijo que el próximo presidente de EEUU debe "evitar que se le funda la base de legitimación política cuando muchos ciudadanos vean que un directivo con un contrato blindado se retira a Florida con unos cuantos millones, mientras que queda embargado alguien con una pequeña deuda o que se quedó en el paro". Es decir, a Fidalgo le que más le preocupa es la deslegitimación del capitalismo. ¡El mundo al revés!
Con estas ideas en la cabeza, no es de extrañar que Fidalgo predique a los trabajadores la resignación. Según la web de CCOO, Fidalgo dijo en la reunión de Extremadura que los sindicatos no van a convocar movilizaciones de carácter general contra la crisis porque "esto no se arregla con una romería ni con ir a Lourdes" (http://www.extremadura.ccoo.es/webextremadura/menu.do?Inicio:38627)
¿Cómo se arregla, entonces? Según él, empresa a empresa y mediante la negociación colectiva y el diálogo social con los gobiernos central y autonómicos. Pero, en realidad, ninguno de estos mecanismos sirve.
La crisis no se solucionará empresa a empresa ni mediante la negociación colectiva porque lo que está en crisis es el sistema, y esto implica que el marco económico general condiciona totalmente cada marco singular. Tampoco se resolverá mediante el diálogo social, por dos motivos: 1) porque es una crisis mundial que no se puede solucionar en un solo país, y mucho menos en una autonomía; 2) porque los empresarios lo van a querer todo y no van a dejar margen para ningún diálogo. El único lenguaje que entenderán los capitalistas es el de la movilización y la huelga.
Los sindicatos necesitan una limpieza
Los empresarios quieren hacernos pagar los platos rotos de la crisis de su sistema. La lista de empresas con despidos crece día a día. Y no hay salidas particulares; el problema es global, político. Por eso hace falta una acción sindical también global, de clase, y con una perspectiva socialista e internacionalista. Es hora de luchar, pero hay un obstáculo: nuestros propios dirigentes, que están instalados en el sistema. Y aunque pueda parecer imposible, todavía pueden llegar más lejos.
En su obra Acerca de los sindicatos, Trotsky explica que en tiempos de crisis profunda del sistema los dirigentes sindicales reformistas tienden a convertirse en ministros de la burguesía. Por eso, una tarea fundamental en esta situación es apartar de la dirección a todos aquellos que asumen este sistema y actúan como agentes del mismo. El actual contexto de crisis, que espoleará la radicalización de los trabajadores y la lucha de clases, favorece ese proceso de transformación profunda que nuestros sindicatos necesitan.
Durante la última década, mientras las condiciones laborales se degradaban, los dirigentes sindicales favorecían a las empresas. Fue una auténtica situación contra natura, que si los trabajadores soportaron fue porque la economía iba "bien". Pero ahora la fiesta se acabó, y esto provoca que las contradicciones entre la política de los dirigentes y la realidad que sufre la clase obrera se estén volviendo insoportables, sobre todo en CCOO, donde cada vez más gente se queja de que tengamos un secretario general que no es de izquierdas, que ya está bien de tanta visita de Fidalgo a la FAES con Aznar, que ya está bien de tanta "responsabilidad"... Si la dirección no responde en breve plazo al sentir de las bases, estallará una crisis interna de enorme magnitud en la que los marxistas podemos y debemos jugar un papel destacado, levantando la bandera de un sindicalismo combativo y una alternativa socialista a este sistema irreformable.
A diferencia del pasado, cuando en los medios de comunicación aparecían frecuentemente dirigentes como Marcelino Camacho o Nicolás Redondo opinando —aunque no siempre con acierto— sobre los temas que afectaban a la clase obrera (desde leyes laborales a reformas educativas o presupuestos generales), hoy es realmente difícil encontrar a José María Fidalgo o Cándido Méndez. Se les puede aplicar lo que siempre dice una compañera mía de trabajo refiriéndose al comité de nuestra empresa: “están desaparecidos, ¡y si por lo menos fuese en combate..!”. Aunque, la verdad, para lo que dicen cuando abren la boca, casi sería mejor que se quedasen callados. Veamos algunas de las perlas que han soltado en los últimos tiempos.