El pasado 18 de septiembre el Comité Intercentros (CI) de Telefónica Móviles (TME) y la representación de la empresa se reunieron en la que fue la primera de una serie de reuniones que culminó el 21 de octubre con la firma de un Expediente de Regulación de Empleo que afecta a 500 de sus 4.470 empleados y que contempla, entre otras medidas, prejubilaciones a partir de los 48 años.

El pasado 18 de septiembre el Comité Intercentros (CI) de Telefónica Móviles (TME) y la representación de la empresa se reunieron en la que fue la primera de una serie de reuniones que culminó el 21 de octubre con la firma de un Expediente de Regulación de Empleo que afecta a 500 de sus 4.470 empleados y que contempla, entre otras medidas, prejubilaciones a partir de los 48 años.

La intensificación de la competencia de los principales operadores mundiales en el mercado español; el cambio de ciclo del sector, cuyos ritmos de crecimiento son  menores que los experimentados con anterioridad; la apertura del sector a nuevos agentes como consecuencia de la acción reguladora y la generalización del fenómeno de la convergencia de los negocios fijo y móvil en toda la cadena de valor son las causas técnicas, organizativas y de producción que la dirección de la empresa esgrime para justificar este ERE.
Pero estas excusas no son válidas para los trabajadores, que después de años contribuyendo con gran trabajo y esfuerzo a situar a la compañía en el lugar que hoy ocupa, tanto dentro del Grupo Telefónica, como en el mercado, y a conseguir año tras año extraordinarios beneficios que nunca se han traducido en subidas salariales, se enfrentan ahora a la posibilidad de ser despedidos a cambio de una ridícula indemnización.

El lamentable papel de los representantes sindicales

Si algo hay que destacar en las casi cinco semanas que ha durado la negociación es el nefasto papel de-sempeñado por el comité intercentros y por cada una de las organizaciones que lo componen (UGT, CCOO, CGT y STC) que, lejos de exigir la retirada del expediente; lejos de organizar asambleas tan pronto como supieron que se iba a presentar; lejos de apoyarse en los trabajadores para poner freno a las pretensiones de la empresa, han aceptado desde el principio el ERE como inevitable y han centrado todas sus reivindicaciones en la necesidad de que la aplicación del mismo sea "voluntaria, universal y no discriminatoria".
Cinco reuniones se celebraron antes de que los delegados de UGT y de CCOO se decidieran a realizar asambleas en los distintos centros de Madrid. Pero, por supuesto, fueron asambleas meramente informativas, en las que en ningún momento se consideró realizar alguna consulta a los trabajadores ni plantear alguna medida de presión. UGT se limitó a asegurar que no suscribiría el acuerdo si éste no era voluntario (aunque también recordó que la empresa puede presentar el ERE sin la firma de la representación de los trabajadores) y no se preocupó demasiado por las dudas o consideraciones referentes a las condiciones económicas porque "el que no se quiera ir seguirá trabajando y el que tenga algún interés, que haga números a ver si le compensa". Los representantes de CCOO, por su parte, explicaron que el ERE era positivo puesto que "para aquellos trabajadores que pueden permitirse dejar de trabajar o se estaban planteando dejar la empresa supone una oportunidad de obtener algún beneficio", que la empresa debería mejorar su oferta si pretendía conseguir un número tan elevado de voluntarios, que no pensaban movilizar a la plantilla porque no veían necesidad y porque "la gente no se mueve", y que firmarían cuando lo estimaran conveniente porque "os guste o no, nos han votado y somos representantes de los trabajadores".
Sin una respuesta sindical que implique la organización y movilización de la plantilla, no para mejorar las condiciones del ERE, sino para defender todos los puestos de trabajo, la empresa lo tiene fácil. La posición del comité intercentros no ha hecho más que transmitir el prejuicio de que no se puede hacer nada, crear desconfianza en la fuerza que podemos tener los trabajadores y fomentar la salida individual. Así, finalmente, el 21de octubre los representantes de la empresa y el CI firmaron el acuerdo, con los votos a favor de UGT y STC y la oposición de los delegados de CCOO y CGT. El redactado final contempla la adscripción voluntaria al mismo, así como algunas mejoras con respecto al redactado inicial pero en ningún caso suficiente. Ahora sólo queda esperar el dictamen del Ministerio de Trabajo. Recientemente el ministro Corbacho, en una entrevista en la Cadena Ser, dijo que las prejubilaciones con 48 años eran inadmisibles y que mirarían este ERE con "lupa de doble aumento". En breve sabremos qué quería decir realmente.
Es evidente que los que hoy están al frente de las secciones sindicales de nuestra empresa son incapaces de llevar a la práctica la defensa de nuestros derechos. Es hora de que los trabajadores, afiliados y no afiliados, demos un paso adelante y participemos en los sindicatos, porque de una cosa debemos estar seguros: habrá que negociar nuevos convenios y muy probablemente habrá nuevos EREs y ataques. ¿Vamos a permitir que nuestras condiciones de trabajo y nuestro empleo sigan dependiendo de estos dirigentes?

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