El próximo 1 de marzo se celebran elecciones autonómicas en Galiza. Hace cuatro años, los jóvenes y los trabajadores protagonizamos un cambio histórico, al situar al frente del gobierno gallego a la izquierda, rompiendo así con casi un cuarto de siglo de gobiernos de derechas. Pero, en realidad el nuevo gobierno no ha resuelto ninguno de los problemas fundamentales a los que se enfrentaba la clase trabajadora gallega.
Estas elecciones van a estar marcadas por la entrada de Galiza en recesión. La economía gallega, absolutamente entrelazada con la del resto del Estado, y con la economía mundial está sufriendo un severo retroceso. La oleada de EREs (especialmente en la automoción) ha provocado que el paro afecte ya, según la EPA, a cerca de 200.000 gallegos. Y esto, sin la menor duda, no ha hecho más que empezar.
Una Xunta que no ha resuelto nuestros problemas
El peligro de una vuelta del PPdeG a la Xunta, proviene precisamente, de la desilusión de la izquierda con un bipartito que no ha resuelto ninguno de los problemas por los que fue votado. En febrero de 2007, Ricardo Varela, Conselleiro de Traballo, prometía que en 2009 el paro en Galiza se reduciría hasta el 4%. La perspectiva más probable es que éste alcance el 20%. Y con él, la emigración juvenil, mal endémico que la Xunta prometió solucionar y que ni tan siquiera en pleno boom económico mermó.
Suso Seixo, secretario general de la CIG, afirmaba hace un año en una entrevista, que con la nueva Xunta, "en general, se siguió una política muy similar al Gobierno anterior en todo lo relacionado con políticas activas de empleo" y que "se están trasladando cantidad de recursos públicos a las empresas privadas sin que eso se haya traducido en una mejora de empleo en Galiza"1.
Las condiciones salariales, que condenan a cientos de miles de trabajadores gallegos a sueldos de 800, 700 y 600 euros, han provocado una oleada huelguística impresionante en Galiza, precisamente bajo una Xunta de izquierdas. En 2007, el número de jornadas no trabajadas por huelga fue de 391.000, lo que supuso un incremento del 147% respecto a 2006 y que se suma al espectacular repunte huelguístico de 2006 respecto al año anterior, de más de un ¡¡1.477%!!2
En otros aspectos, tampoco se han resuelto las graves carencias existentes. Según la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), en Galiza son necesarias urgentemente 23.500 viviendas sociales. El colapso hospitalario estas navidades sacó a relucir la grave falta de inversiones en la sanidad pública. En el terreno educativo, al tiempo que la consellería de educación potencia el reaccionario Plan Bolonia en la Universidad y anuncia que "destinará más de mil millones de euros a los centros privados en los próximos cuatro años"3 (300 millones más de lo que destinó Fraga entre 2005 y 2009), la FP pública se deja morir, con equipamiento absolutamente obsoleto e insuficiente o se destinan 4.900 euros por estudiante frente a la media estatal, de 5.700 euros.
Ni tan siquiera aspectos como la normalización lingüística han mejorado sustancialmente. El retroceso del gallego continúa y también los casos de despido por usarlo en determinados puestos de trabajo. Recientemente, Carrefour reconoció casos de discriminación contra sus empleados por hablar gallego.
Si la izquierda gana las elecciones no se deberá a que sus dirigentes hayan entusiasmado a los trabajadores con su política, si no al sano e inteligente instinto de clase de éstos, que les llevará a derrotar a la derecha.
El giro hacia la derecha de los dirigentes del BNG
Uno de los aspectos más importantes en la política gallega es el rápido y profundo giro hacia la derecha emprendido por la dirección del BNG en los últimos años. Este giro ideológico pretende ser camuflado con justificaciones de tipo nacional. Según ellos se trata de apoyar a los "empresarios con conciencia de país". La dirección del BNG cruzó el Rubicón al estimular la creación de una patronal "nacionalista", la Rede Galega de Empresas, impulsada desde las consellerías que controlan y creando algo que se asemeja peligrosamente a una red clientelar en el rural.
Es absolutamente exacto afirmar que hoy, el conjunto de la clase trabajadora y la juventud gallega, percibe este giro en el BNG. La desilusión y la pérdida de atractivo de esta organización entre la izquierda es un hecho innegable. La renuncia por parte de la dirección nacionalista a encabezar movilizaciones sociales y laborales, como antaño, su perfil cada vez más institucionalizado y gris, explica su constante y contundente pérdida de apoyo electoral en los barrios y concellos obreros.
Este fenómeno se percibe también en el cambio en el perfil de sus militantes y simpatizantes: cada vez menos jóvenes y menos obreros, y cada vez más profesionales liberales y...¡empresarios!
El propio Ansede, secretario de organización del BNG, reconocía que la organización ha aumentado su afiliación en un 20% desde que está en la Xunta, y que este crecimiento proviene fundamentalmente de "pequeños industriales, pequeños comerciantes"4.
Todos estos fenómenos están creando malestar entre sectores de la base del bloque, que se empieza a expresar con la aparición de movimientos críticos y duros enfrentamientos con la CIG y el Sindicato Labrego.
Luchar por una alternativa socialista
Los próximos años van a estar marcados por un auge de la lucha de clases sin precedentes en las últimas décadas. La crisis económica está creando situaciones explosivas en comarcas enteras del país. Los despidos en la automoción van a provocar un estallido en toda la comarca viguesa. El resultado de las elecciones no va a variar sustancialmente la perspectiva de una explosión de la lucha de clases.
Los marxistas tenemos clara la necesidad de evitar el regreso de la derecha a la Xunta. Pero lo fundamental es que la izquierda lleve adelante un programa de verdadera transformación social.
Un poco probable regreso de la derecha a la Xunta, tras un pasajero sock, no paralizaría en nada la movilización de la clase obrera. Una reedición del actual bipartito tampoco lo hará. Las recetas de la socialdemocracia son bien conocidas: más dinero para la patronal a cambio de nada. La consellería de traballo acaba de anunciar una nueva "ayuda" de 25 millones de euros para los empresarios de la automoción. Esta política de trasvase de dinero de los impuestos de los trabajadores a manos de los capitalistas no está teniendo ningún efecto a la hora de evitar los despidos. El PSdeG y el BNG deben nacionalizar Citroën y sus empresas auxiliares, sin indemnización y bajo control obrero, como la única forma de mantener los puestos de trabajo y evitar una catástrofe social. Este es el único programa realista para defender el empleo, y los trabajadores debemos exigírselo a los dirigentes del PSdeG y BNG. La lucha por este programa en el seno de los partidos de la izquierda y los sindicatos no puede hacerse de forma individual. La recesión mundial va a abrir condiciones enormemente positivas para la creación de una corriente marxista de masas, que penetre entre la clase obrera, los desempleados y los estudiantes. La lucha por una política genuinamente revolucionaria no puede circunscribirse a los estrechos límites de Galiza.
La economía mundial, el destino de los trabajadores, también en Galiza, está en manos de 200 multinacionales a nivel internacional. Sólo la expropiación de éstas y su puesta en marcha para satisfacer las necesidades de la humanidad, a través de un plan decidido democráticamente por el conjunto de la clase trabajadora, puede sacarnos de la recesión y garantizarnos una vida digna de ser vivida. Ese es programa por el que luchamos los jóvenes y los trabajadores agrupados en la Corriente Marxista Internacional y el periódico obrero El Militante. Únete a nosotros para hacerlo realidad.
1. Entrevista publicada en la web de la CIG, el 4 de enero de 2008.
2. Datos extraídos do Instituto Galego de Estatística (IGE).
3. El País, suplemento Galicia, 23/1/2009.
4. El País, suplemento Galicia, 4/10/2008.