En enero de 2009 ha entrado en vigor el acuerdo por el que se integraba a los trabajadores agrícolas en el Régimen General de la Seguridad Social. Se suponía que mediante esta "integración" el gobierno pondría en marcha las medidas necesarias para que los trabajadores del campo alcancen los mismos derechos que tienen los trabajadores de otros sectores en lo que respecta a las pensiones, bajas laborales, etc., manteniendo, al mismo tiempo, las condiciones propias del régimen especial agrícola como el subsidio o el programa de empleo rural llamado PER.
En enero de 2009 ha entrado en vigor el acuerdo por el que se integraba a los trabajadores agrícolas en el Régimen General de la Seguridad Social. Se suponía que mediante esta "integración" el gobierno pondría en marcha las medidas necesarias para que los trabajadores del campo alcancen los mismos derechos que tienen los trabajadores de otros sectores en lo que respecta a las pensiones, bajas laborales, etc., manteniendo, al mismo tiempo, las condiciones propias del régimen especial agrícola como el subsidio o el programa de empleo rural llamado PER.

Cambiar para que nada cambie

Sin embargo, lo que conocemos de la aplicación de la reforma no puede calificarse más que como una tomadura de pelo. Efectivamente, ahora los trabajadores del campo se han encontrado con que se les descuenta de su salario diario su cotización a la Seguridad Social, un 4,7% al igual que el resto de trabajadores por cuenta ajena, mientras que anteriormente, esta aportación sólo se realizaba mediante el pago mensual de una cuota fija o sello que abonaba directamente todos los meses, una situación similar a la de los autónomos. Con la nueva ley, se necesitarían un mínimo de 24 jornadas trabajadas para no tener que completar la cotización a través del sello mensual. Pero en un escenario laboral completamente dominado por la eventualidad, como es el campo, esta "ventaja" afecta a menos del 5% del conjunto de los trabajadores agrarios, aquellos pocos trabajadores fijos que con continuidad realizan sus labores en los cortijos. Las cuentas están hechas y el ministerio lo sabe. Si, por ejemplo, dividimos las peonadas anuales declaradas por todos los agricultores andaluces por el número de jornaleros en activo en la comunidad, apenas resultan 60 jornales por cabeza y año ¡y se requieren 24 al mes!

¿Dónde reside la reforma prometida?

En realidad, el antiguo sistema no desaparece para la mayoría de los obreros agrícolas, sólo que la cuota ahora es variable, depende de las pocas jornadas que declaren al mes (se entiende que el dinero que les retengan por este concepto se lo reducen del sello). Así que, de momento, lo único que ve el trabajador es que la empresa le descuenta 2,11 euros de su ya exiguo salario y si a esto le sumamos el penoso convenio firmado por CCOO y UGT en la provincia de Sevilla con una subida de un 1,9% resulta ¡que se empieza cobrando menos que el año pasado! Y esto sin saber en qué va a deparar este artificio.
Porque para este camino no se necesitaban alforjas. De lo que se trataba no era de un tema de procedimiento, sino de la garantía de elevar las pensiones y otras mejoras sociales, destinar un fondo de los presupuestos generales a estas partidas que, en justicia, han de ser financiadas obligando a la patronal agrícola a tributar a la Seguridad Social en la misma proporción que los empresarios de otras ramas. Algo que este gobierno socialista ha sido incapaz de conseguir. Obligar a la parasitaria clase terrateniente a que pague lo que corresponde por sus obreros.

La responsabilidad de las direcciones sindicales

Después de comprobar que prácticamente ninguna de las mejoras acordadas con el gobierno se han cumplido y que la famosa "integración" se resuelve como una cuestión técnica, los representantes regionales y estatales de CCOO y UGT se sienten "engañados". Incluso se habla de movilizaciones. Este es, sin duda, el camino y podemos asegurar que estos derechos no se conquistarán sin lucha, como así ha ocurrido históricamente. Por eso, señores profesionales del sindicalismo "responsable", han de sacar conclusiones sobre lo que nos ha deparado su apuesta por el diálogo y la negociación al margen de la participación y la movilización de los trabajadores. El gobierno se ríe de unos acuerdos, que por lo demás, no fueron capaces ni de concretar por escrito. ¡Basta ya de pactos y consensos a costa del sufrimiento y la precariedad laboral, como se ha demostrado una vez más con los trabajadores del campo! ¡Necesitamos ya un plan de lucha que agrupe a todos los sindicatos agrarios de la clase obrera!
¡Por los derechos sociales de
los trabajadores del campo!
¡Por el mantenimiento y mejora
del sistema de protección
del Régimen Agrícola!

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