La parálisis de la construcción, los despidos y cierres de empresas en el metal y en todos los sectores, están provocando en los pueblos y zonas rurales andaluzas la vuelta de los trabajadores al campo. Ni qué decir tiene que la masificación que se está produciendo tiene que explotar por algún sitio en un sector también en crisis permanente dominado por los bajos precios en origen y los salarios miserables.
La parálisis de la construcción, los despidos y cierres de empresas en el metal y en todos los sectores, están provocando en los pueblos y zonas rurales andaluzas la vuelta de los trabajadores al campo. Ni qué decir tiene que la masificación que se está produciendo tiene que explotar por algún sitio en un sector también en crisis permanente dominado por los bajos precios en origen y los salarios miserables.

La cruda realidad e la vuelta al campo

Contingentes de trabajadores que durante los años de bonanza han tenido estabilidad laboral y cierto poder adquisitivo se ven ahora obligados a buscar una peonada como sea, a integrarse en alguna cuadrilla, a pedir trabajo por los bares, que es donde los manijeros (capataces de las cuadrillas) reclutan y reparten a los obreros. Labores ya olvidadas como el rebusque (rebuscar las patatas, zanahorias, frutas, etc. que quedan en los campos una vez recogida la cosecha), que en los años 60 y 70 eran complemento indispensable para mantener a las familias jornaleras resurgen de nuevo. De la misma forma que empieza a ser habitual que trabajadores ociosos dediquen la mañana a buscar estagarninas (especie de espinacas) o espárragos verdes en el monte para su propio consumo o para venderlos puerta por puerta. Imágenes de un pasado de necesidad y pobreza que nadie podía pensar que volverían, o al menos es lo que nos han hecho creer en todo este tiempo de crecimiento económico, de créditos y de hipotecas.

Aumenta la temperatura el malestar social

Todos estos acontecimientos están sacudiendo drásticamente la mentalidad de las familias trabajadoras que ya saben que esto sólo puede ir a peor y que han comenzado a reaccionar ante la falta de empleo y el deterioro de su nivel de vida. Frente a las amenazas de despidos o de empeorar las condiciones laborales y salariales las luchas se están sucediendo en una empresa y en un sector tras otro.
El termómetro de la lucha de clases está subiendo el nivel de la mano de todas estas luchas defensivas. En esta línea, en algunas poblaciones de Sevilla se están produciendo movilizaciones por el empleo pero a un nivel superior, con un contenido que rebasa los límites de las reivindicaciones estrictamente sindicales y entran de lleno en el campo de la política. Así, en la importante localidad de Lebrija, la CNT ha sido capaz de convocar una huelga general para protestar por la crisis y para denunciar el enchufismo en el Ayuntamiento regido por el PSOE. La manifestación organizada para ese mismo día congregó a casi tres mil personas.
Lo cierto es que hay que remontarse bastante tiempo atrás para encontrar a los compañeros anarquistas convocando acciones de esta magnitud y además conectando con las aspiraciones de amplias capas de los trabajadores. También en El Coronil, el SOC ha desencadenado un movimiento huelguístico de varios días y una importante manifestación que ha movilizado a gran parte del pueblo, reclamando igualdad y transparencia en las contrataciones del Ayuntamiento a través del PER. En general, los actos y los llamamientos de las organizaciones obreras combativas están teniendo una mayor acogida entre los trabajadores. En Posadas y otras localidades cordobesas el SOC ha realizado asambleas multitudinarias para debatir sobre la crisis y las reformas relativas a la integración de los trabajadores agrarios en el régimen general de la Seguridad Social.

Los fondos anticrisis

Sobre este ambiente y esta situación llegan los fondos extraordinarios destinados a los ayuntamientos (8.000 millones de euros). Ya hemos explicado que tanto la ejecución de las obras como la contratación de los trabajadores se van a poner en manos de las empresas privadas, y sin embargo, son los alcaldes de turno los que tienen que atender las colas de parados a las puertas de los ayuntamientos, una situación que se ha desbordado precisamente por el efecto llamada de estos fondos. Esta es una contradicción que echará más leña al fuego de la desesperación y la rabia de los trabajadores en paro. Y al mismo tiempo, sienta las bases para plantear una lucha con unas auténticas consignas de clase en torno a este programa:

¡Nada de privatización
de los fondos públicos!
¡Por la contratación y la ejecución directa de los trabajos a cargo
del Ayuntamiento!
¡Por el reparto del trabajo entre
los trabajadores desempleados,
por la constitución de un comité
de parados elegidos democráticamente en asamblea que vele por la transparencia de las contrataciones
y la terminación de las obras!

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