Después de varios meses de movilizaciones ante el nuevo convenio estatal es hora de hacer un balance serio del estado actual de la lucha en este sector. A principios de febrero se celebró una asamblea de trabajadores de la seguridad privada en Málaga, donde asistimos más de 200 trabajadores del gremio. Lo que llamó la atención en esa asamblea fue la enorme separación entre las necesidades y expectativas que tenemos la inmensa mayoría de trabajadores y delegados sindicales con respecto a las que tienen nuestros dirigentes sindicales. Si alguien tuvo alguna expectativa y ganas de luchar por mejorar la situación actual de los trabajadores, éramos los trabajadores mismos.
Después de varios meses de movilizaciones ante el nuevo convenio estatal es hora de hacer un balance serio del estado actual de la lucha en este sector. A principios de febrero se celebró una asamblea de trabajadores de la seguridad privada en Málaga, donde asistimos más de 200 trabajadores del gremio. Lo que llamó la atención en esa asamblea fue la enorme separación entre las necesidades y expectativas que tenemos la inmensa mayoría de trabajadores y delegados sindicales con respecto a las que tienen nuestros dirigentes sindicales. Si alguien tuvo alguna expectativa y ganas de luchar por mejorar la situación actual de los trabajadores, éramos los trabajadores mismos.

Desde el principio hubo dudas y críticas ante el hacer de los dirigentes sindicales, que desperdiciaron en el pasado mejores oportunidades que ahora para haber avanzado en los derechos de los trabajadores de este sector. De hecho, en dicha asamblea, con frecuentes interrupciones, pitos y hasta insultos a los representantes de la mesa, quedó en evidencia la poca credibilidad que tienen los dirigentes ante la situación que vivimos la inmensa mayoría de trabajadores en los tajos.
Nuestros dirigentes nunca nos presentaron un plan para ganar esta lucha, más necesario que nunca en una situación tan delicada como la actual de caída de la economía, donde cualquier trabajador se lo va a pensar dos veces antes de perder su salario (y en muchos casos jugarse su renovación) si no tiene suficientes garantías de que la lucha va en serio. Hoy es el día en que se puede decir con total rotundidad que los máximos dirigentes sindicales del sector nunca se plantearon organizar un plan serio de lucha que culminase, en una primera fase, en una huelga general del sector bien convocada.

Ha faltado un plan de lucha serio

Lo que se hizo fue convocar manifestaciones provinciales en febrero que era una buena manera de calentar motores, pero sin tener claro ningún calendario de lucha futuro. De hecho, posteriormente se convocaron manifestaciones regionales, como en Andalucía, pero no en todas las comunidades ni en el mismo día. Para colmo, empezaron las divisiones sindicales en lo que respecta a la forma de las convocatorias: en el caso de Andalucía CCOO no secundó la convocatoria regional que sumó unos 1.500 asistentes en Sevilla.
Evidentemente, esta falta de claridad, de decisión, y encima con división sindical de por medio, desmoralizaron a un sector importante de trabajadores. A esto hay que añadir la casi nula información. Por ejemplo, a día de hoy, en la mayor parte de las provincias sólo se celebraron asambleas a principios de febrero y desde entonces no hubo ninguna más.
La última movilización del 8 de abril (en los principales aeropuertos del Estado) se convocó por parte de los tres sindicatos mayoritarios con una hojilla que tenía poco más de sin palabras, sin ninguna información previa. En estas condiciones, la asistencia a las concentraciones cayó enormemente, reflejando la desinformación existente junto a las lógicas dudas de muchos trabajadores ante la viabilidad de esta lucha.
Frente a esta actitud de nuestros dirigentes sindicales, la patronal ha tenido una actitud decidida y firme. Trató de impugnar el actual convenio y volver el reloj de la historia ocho años atrás (hay pendiente una sentencia del Tribunal Supremo sobre las horas extras, que facilitará el que legalmente esto pueda ser llevado a efecto por la patronal o no). La patronal afirmó con rotundidad que no iba a hacer concesiones y nos pidió que trabajásemos más tiempo por menos salario ¡Nuestros dirigentes sindicales tienen que aprender de la firmeza de la patronal!
¿Qué va a pasar ahora? En estas condiciones, con la situación económica existente, la caída en la asistencia a las mal convocadas últimas movilizaciones y la poca credibilidad sindical, es fácil que el convenio no se firme y que la patronal lo tenga más fácil para imponer en los tajos peores condiciones laborales.
Muchos trabajadores estamos hartos de esta situación. Cada vez más trabajadores están sacando conclusiones de que las luchas deben convocarse en serio y que los sindicatos deben cambiar. La baja asistencia a las últimas concentraciones en los aeropuertos no refleja el creciente malestar de los trabajadores, que explotará en el futuro. Por ello, los activistas más conscientes debemos entender este proceso de toma de conciencia, que necesita madurar más, nos tenemos que preparar desde ya para organizar y aglutinar al máximo de trabajadores para transformar todo este estado de cosas, empezando por nuestros sindicatos, que deben convertirse en una auténtica herramienta útil al servicio de los trabajadores.

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