En los últimos meses, al igual que en el resto del Estado, la clase obrera aragonesa se ha visto duramente atacada por la ofensiva patronal a raíz de la crisis. Prácticamente todas las empresas importantes de la región han sufrido despidos o EREs temporales.
Barilla-Bella Easo y Opel
Durante el mes de enero se dieron movilizaciones importantes a raíz del ERE salvaje presentado por Barilla-Bella Easo, donde tras huelgas parciales con seguimiento masivo las ganas de luchar de la plantilla llevaron a votar en asamblea la huelga indefinida en contra de la opinión mayoritaria del comité, y consiguiendo así que la empresa cediera inmediatamente y planteara sustituir el ERE de extinción por uno temporal. En nuestra opinión se podía haber aprovechado el apoyo mayoritario de la plantilla y conseguir la retirada total del ERE, pero no cabe duda de que fue una prueba de que un plan de lucha combativo y orientado hacia el conjunto del movimiento obrero como el que planteó la sección sindical de CCOO (minoritaria en el comité) puede tener éxito.
También en enero hubo manifestaciones de los trabajadores de Opel contra el ERE presentado por la empresa. A pesar de estar bastante mal convocadas (algunos trabajadores se enteraban el mismo día), tuvieron una respuesta considerable. Pero la negativa de las cúpulas sindicales a elaborar un plan de lucha y continuar las movilizaciones, y mucho menos a plantear una huelga general del sector ante lo que ocurría en las auxiliares, en Nissan, Ford, Seat... llevó a que a día de hoy se esté aplicando el ERE sin prácticamente oposición.
Negativa a unificar las luchas
El 18 de enero los sindicatos mayoritarios convocaron conjuntamente una manifestación en defensa del empleo y los derechos. El efecto de la caída de Fidalgo en CCOO, desplazándose Toxo a Zaragoza dos días antes para hablar con los delegados, y la buena convocatoria con repartos de panfletos y megafonía por toda la ciudad, contribuyeron a que fuera todo un éxito: 35.000 trabajadores salimos a la calle. Pero una vez más, en lugar de incrementar la presión sobre la burguesía y el gobierno continuando con las movilizaciones y convocando una huelga general, los dirigentes sindicales plantearon que la manifestación era la "última etapa" de la campaña de movilizaciones, consiguiendo una cierta desorientación del movimiento.
De hecho, las luchas posteriores se han caracterizado por la negativa rotunda a unificarlas, como en el caso de Tudor (ERE) y Balay (convenio) que coincidieron en el tiempo y acabaron con más de cien "bajas no traumáticas" una y un convenio vergonzoso, la otra.
Barilla-Bella Easo y Opel
Durante el mes de enero se dieron movilizaciones importantes a raíz del ERE salvaje presentado por Barilla-Bella Easo, donde tras huelgas parciales con seguimiento masivo las ganas de luchar de la plantilla llevaron a votar en asamblea la huelga indefinida en contra de la opinión mayoritaria del comité, y consiguiendo así que la empresa cediera inmediatamente y planteara sustituir el ERE de extinción por uno temporal. En nuestra opinión se podía haber aprovechado el apoyo mayoritario de la plantilla y conseguir la retirada total del ERE, pero no cabe duda de que fue una prueba de que un plan de lucha combativo y orientado hacia el conjunto del movimiento obrero como el que planteó la sección sindical de CCOO (minoritaria en el comité) puede tener éxito.
También en enero hubo manifestaciones de los trabajadores de Opel contra el ERE presentado por la empresa. A pesar de estar bastante mal convocadas (algunos trabajadores se enteraban el mismo día), tuvieron una respuesta considerable. Pero la negativa de las cúpulas sindicales a elaborar un plan de lucha y continuar las movilizaciones, y mucho menos a plantear una huelga general del sector ante lo que ocurría en las auxiliares, en Nissan, Ford, Seat... llevó a que a día de hoy se esté aplicando el ERE sin prácticamente oposición.
Negativa a unificar las luchas
El 18 de enero los sindicatos mayoritarios convocaron conjuntamente una manifestación en defensa del empleo y los derechos. El efecto de la caída de Fidalgo en CCOO, desplazándose Toxo a Zaragoza dos días antes para hablar con los delegados, y la buena convocatoria con repartos de panfletos y megafonía por toda la ciudad, contribuyeron a que fuera todo un éxito: 35.000 trabajadores salimos a la calle. Pero una vez más, en lugar de incrementar la presión sobre la burguesía y el gobierno continuando con las movilizaciones y convocando una huelga general, los dirigentes sindicales plantearon que la manifestación era la "última etapa" de la campaña de movilizaciones, consiguiendo una cierta desorientación del movimiento.
De hecho, las luchas posteriores se han caracterizado por la negativa rotunda a unificarlas, como en el caso de Tudor (ERE) y Balay (convenio) que coincidieron en el tiempo y acabaron con más de cien "bajas no traumáticas" una y un convenio vergonzoso, la otra.