Una demostración de la fuerza de la clase obrera a la que hay que dar continuidad con una huelga general en todo el Estado
La huelga general del 21 de mayo en Euskal Herria, convocada por ELA y LAB, ha sido la primera respuesta colectiva de la clase trabajadora en el Estado español a los profundos ataques que estamos sufriendo desde que estalló la crisis en el verano de 2008. Por eso, este acontecimiento tiene un significado político muy importante.
Una demostración de la fuerza de la clase obrera a la que hay que dar continuidad con una huelga general en todo el Estado
La huelga general del 21 de mayo en Euskal Herria, convocada por ELA y LAB, ha sido la primera respuesta colectiva de la clase trabajadora en el Estado español a los profundos ataques que estamos sufriendo desde que estalló la crisis en el verano de 2008. Por eso, este acontecimiento tiene un significado político muy importante.
Es muy difícil para los trabajadores hacer frente a la situación de crisis empresa a empresa. A pesar de la oposición activa de los dirigentes de CCOO y UGT, el 21-M ha sido un paso adelante en la unificación de la lucha en relación a los meses pasados, en los que distintas manifestaciones, de distintas empresas, corrían por separado por las calles de Euskal Herria. El 21-M ha sido un acontecimiento positivo también como punto de apoyo para una huelga general estatal. Sobre estos ejes, los marxistas de El Militante hemos apoyado de forma clara la huelga general del 21-M, y participado en ella de forma activa.
La repercusión de la huelga
El mismo día 21, antes de que tuvieran tiempo de poder apreciar el verdadero alcance del paro, Confebask, la patronal vasca, declaró las mágicas palabras que siguen a una huelga general: "ha sido un rotundo fracaso". Es habitual que gobiernos y medios de comunicación controlados por los poderosos se unan a este coro de mentiras para restar importancia a un acontecimiento de enorme trascendencia para la clase obrera como es una huelga general. Lo que no suele ser tan habitual, y además es un error tremendo, es que dirigentes de sindicatos de clase, como CCOO y UGT, coincidan plenamente con este "balance" para seguidamente extraer las peores de las conclusiones del supuesto "fracaso" de la huelga. Dámaso Casado, secretario general de UGT-Euskadi, dijo: "En UGT estamos hoy con normalidad. La gran mayoría de nuestros delegados no han secundado la huelga, lo mismo que los trabajadores vascos, que han decidido ir a sus trabajos. Y eso debe obligar a los sindicatos convocantes a hacer una reflexión seria". Luego continuó su discurso, enfatizando sobre la necesidad del diálogo con el gobierno y la patronal.
Antes de sacar la conclusión de si ha sido un fracaso o no, debemos ir a las cifras. Según los sindicatos convocantes, del total de empresas industriales con más de 50 trabajadores de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV), el paro de más del 70% en el 55,20% de ellas. En este tramo en el que el seguimiento ha sido masivo se incluyen grandes empresas como la CAF, que entre empleos directos e indirectos ronda los 4.000 trabajadores. En el 19,14% de estas empresas el paro alcanzó entre un 30 y 70%. Los medios han puesto el ejemplo de que Mercedes y Michelín de Vitoria no cerraron, pero no dicen que en ellas la mayoría del comité es de UGT y CCOO y que el papel de la dirección sindical ha sido el de hacer una vergonzosa campaña contra la huelga.
Otros datos importantes que dan ELA y LAB son que en el sector textil, la huelga ha sido prácticamente total en el Grupo Inditex (Zara, Pull and Bear, Massimo Duti, Bershka, Stradivarius, Oysho, y Kiddys Class) y en H y M. Cerraron a cal y canto grandes superficies como Carrefour Olaberria, Carrefour Oiartzun, Alcampo; también los mercados centrales y de abastos. Respecto al sector de limpieza el paro ha sido masivo en la limpieza viaria y en la limpieza de los edificios públicos y privados. También ha sido importante en la Administración Local y Foral. Ha sido secundado ampliamente en la mayor parte de los ayuntamientos, con la salvedad de la margen izquierda y muy significativo en los ayuntamientos de Bilbao y Donosita, con una incidencia superior al 60%, y un seguimiento menor en Gasteiz. Las empresas cementeras y las productoras y distribuidoras de hormigón han parado mayoritariamente (Lemona Industrial, Financiera y Minera de Añorga y Amorebieta, Hormigones Lazkano, Altuna y Uria, Amenabar...).
A esto hay que sumar las enormes manifestaciones de la mañana: 35.000 en Bilbo, 15.000 en Donosti, 10.000 en Gasteiz, 13.000 en Iruña. Una verdadera demostración de fuerza que volvió a repetirse por la tarde en decenas de manifestaciones esparcidas por toda Euskal Herria.
Es evidente que a esta huelga no se le puede llamar "fracaso" desde ningún punto de vista. Por el contrario, a pesar de todas las tremendas dificultades con las que han tenido que contar los trabajadores, el paro y la movilización han sido un éxito. También es evidente que si los dirigentes de UGT y CCOO la hubieran convocado, la huelga hubiese sido todavía más amplia.
CCOO y UGT tienen que escuchar a la clase obrera
Cuando los marxistas decidimos apoyar esta huelga lo hicimos porque la consideramos un claro paso adelante en la defensa de los derechos de la clase obrera en un momento en que está siendo machacada por la crisis capitalista, de la que no tiene ninguna responsabilidad. Nuestra participación en la huelga no significaba, en ningún caso, un apoyo acrítico a las direcciones de LAB y ELA. Apoyamos la huelga del 21 de mayo con nuestras propias reivindicaciones y programa de lucha: subsidio de desempleo indefinido para todos los parados; rechazo de los Eres y defensa de todos los puestos de trabajo; nacionalización de las empresas en crisis bajo control de los trabajadores; defensa de los servicios públicos (sanidad, educación...) y contra las privatizaciones; expropiación de la banca sin indemnización bajo control obrero; y, la necesidad de ligar todas estas demandas a la lucha por la transformación socialista de la sociedad. Para dar a conocer la posición de los marxistas en esta lucha, elaboramos una declaración de apoyo a la huelga general del 21 de mayo que fue firmada por decenas de compañeros y simpatizantes, sindicalistas afiliados a CCOO y UGT. Y esta declaración ha tenido un fuerte impacto entre la base de los sindicatos convocantes y también de CCOO y UGT.
Los marxistas mantuvimos una posición revolucionaria e internacionalista en esta huelga. Criticamos a la dirección de ELA y LAB por no haber convocado esta lucha antes e insistimos en la necesidad de la unidad de acción con el conjunto de los sindicatos de clase. La unidad de acción, rota durante muchos años, es una necesidad imperiosa de la clase trabajadora vasca. La falta de unidad de acción ha jugado un papel pernicioso en la negociación colectiva y en el día a día de las luchas obreras. Sin embargo la división sindical ha sido sólo una excusa por parte de los dirigentes de los sindicatos de ámbito estatal. No es correcto que las direcciones de ELA y LAB no llamaran a CCOO y UGT a secundar el paro. Pero uno no se queda fuera si no quiere. Las declaraciones de los secretarios de UGT y CCOO diciendo que "no nos han llamado para esta huelga", que han sido utilizadas como uno de los argumentos para no convocarla, parecen pataletas infantiles. En realidad, la causa de que CCOO y UGT no apoyaran la huelga no fue la falta de unidad de acción, sino el empeño de las direcciones de ambos sindicatos en negarse a unificar las luchas, en sostener la negociación con la patronal y el gobierno a cualquier precio y evitar, por cualquier medio, una dinámica que les lleve a convocar una huelga general en todo el Estado para responder a la crisis del capitalismo y a los ataques que estamos sufriendo. En este sentido la huelga general en Euskal Herria entraba en contradicción con toda la estrategia de los aparatos de CCOO y UGT.
Los argumentos contra la huelga
Se han utilizado otros "argumentos" contra la huelga que dejan en evidencia que la actitud de los dirigentes de UGT y CCOO no ha sido determinada por cuestiones de "protocolo" sino más de fondo. Se ha tachado esta huelga de "política", de "nacionalista", de "inoportuna", de carecer de "motivos" y de "divisionista". Sin embargo, buena parte de estos argumentos son los mismos que han estado utilizando no sólo contra la huelga general del 21 de mayo sino en contra de una huelga general a nivel estatal. Son razonamientos que no corresponden con las necesidades reales de la clase obrera, ni con el ambiente, ni con la gravedad de la crisis capitalista, ni con la dinámica real de la lucha de clases. Por eso no tienen ninguna solidez ni coherencia.
Que sí había razones para la huelga general lo demuestra que CCOO, en Euskal Herria, se lanzó a una campaña de movilizaciones amplia que culminó con una gran manifestación el 16 de mayo en Bilbao a la que asistieron más de 10.000 personas, cinco días antes de la huelga general. Los dirigentes de CCOO dicen que no hay razones para la huelga general pero al mismo tiempo reparten miles de octavillas defendiendo que "ahora es el momento de salir a la calle para defender nuestros derechos, demostrar que tenemos fuerza, oponernos a los EREs, la destrucción de empleo y las intenciones oportunistas de los empresarios, rechazar reformas y medidas que abaraten el despido, rebajen los salarios, modifique nuestras condiciones laborales y convenios a la baja y apostar por la protección social y reparto de riqueza". Todo esto está muy bien, que se movilice el día 16 también está muy bien. ¿Pero entonces, por qué se dice que no hay razones para una huelga? Acusar a los que convocan esta huelga de "dividir" el movimiento equivale a decir que la "unidad" sólo se puede conseguir si se opta por el pacto con el gobierno y con la patronal. No, esta unidad no es la que necesitan los trabajadores.
Huelga "nacionalista"
Entre los "argumentos" específicos contra la huelga en Euskal Herria que los dirigentes de CCOO y UGT han utilizado es la de calificarla de "nacionalista". Por supuesto que una huelga general en todo el Estado sería un paso adelante respecto a una huelga en Euskal Herria, pero esto no puede ser un argumento contra esta última, sobre todo cuando los dirigentes de CCOO y UGT no están defendiendo ni una cosa ni la otra: de momento, se oponen a las dos. Como hemos señalado, uno de los temores de los dirigentes sindicales es que la huelga general de Euskal Herria, como ocurriera con la huelga general en Galicia en 2001 (convocada por la CIG y UGT y duramente criticada por la dirección de CCOO), acabe siendo el preámbulo de una huelga general estatal. Este peligro también lo ha percibido la burguesía. Es muy sintomático que la prensa burguesa estatal, como El País, haya preferido silenciar absolutamente la convocatoria de la huelga del 21-M a mentir sobre su "escasa incidencia" o la "violencia de los piquetes" como sería lo habitual. No quieren que se hable de huelga general bajo ningún concepto. La razón es sencilla: existe ambiente para una huelga general en todas partes.
Por otro lado, en esta huelga, lo que ha prevalecido con rotundidad es el enfrentamiento de clase. El PNV y Confebask se ha opuesto a la huelga por consideraciones de clase (la defensa de los beneficios de la burguesía y del sistema capitalista), y los sindicatos convocantes, aunque sus dirigentes pertenecen al ámbito del nacionalismo vasco, han movilizado a los trabajadores con argumentos de clase. No hay que olvidar además que ELA y LAB tienen conjuntamente más de 10.000 delegados y representan a una parte muy importante de la clase obrera vasca, y su influencia se ha logrado acrecentar gracias a la política de desmovilización de los dirigentes de CCOO y UGT y de su posición errónea ante la cuestión nacional y su respaldo a la antidemocrática ley de partidos. La presión de la clase trabajadora también se ha dejado sentir en estos sindicatos, hasta el punto de que ELA incluso ha defendido la nacionalización de los bancos y las cajas de ahorro.
De la misma manera que los marxistas siempre hemos combatido todos los prejuicios que se han alimentado en Euskal Herria contra la unidad con los "trabajadores españoles" o la desvinculación del movimiento obrero vasco de las movilizaciones o huelgas de carácter estatal, también hemos combatido en esta ocasión todos los intentos de desprestigiar esta huelga por ser "nacionalista". En realidad, este tipo de argumentos son extremadamente perniciosos porque introducen, con la excusa de combatir el "nacionalismo", el nacionalismo español más reaccionario y no hay nada peor para el movimiento obrero que su división y el sectarismo en líneas nacionales, en un sentido o en otro.
Es un error, provenga del sindicato que provenga, dividir a la clase obrera en líneas nacionales. La única manera de superar esta división es con la defensa de un auténtico programa internacionalista, con un genuino llamamiento a la unidad de acción y con un método no sectario. Un obrero de la margen izquierda que no ha salido a la huelga por la vergonzosa campaña que han hecho los dirigentes de CCOO y UGT, no es un esquirol. Desde luego, un llamamiento claro, insistente y compañero por parte de los dirigentes de LAB y ELA a la base y a la dirección de CCOO y UGT, hubiera ayudado muchísimo a contrarrestar los argumentos y prejuicios que se han vertido contra la huelga. En todo caso hay una poderosísima tendencia, por encima de lo que hagan todos los aparatos sindicales, a la unidad de los trabajadores. Esta tendencia está alimentada por la necesidad de luchar y al papel de la clase obrera en la sociedad.
El gobierno de Patxi López
Respecto a la objeción de que es una huelga contra el gobierno del PSE habría varias cosas importantes que decir. En primer lugar, el nuevo gobierno vasco es el fruto de un pacto contra natura entre los dirigentes del PSE y del PP, es decir, un gobierno de colaboración de clases. Como era de esperar las primeras medidas de Patxi no están siendo precisamente muy progresistas. Su primer movimiento fue un acto de homenaje a un Guardia Civil. Posteriormente llamó a la patronal vasca a reunirse, antes de llamar a los sindicatos. En cuanto a los consejeros que ha nombrado, se ve su servidumbre a la clase dominante. Las carteras económicas más importantes, como Hacienda e Industria, las ha puesto en manos de "independientes" que ya tienen experiencia en privatizaciones y reconversiones. Igualmente, en sanidad y cultura ha nombrado a "independientes".
Como hizo Felipe González, está apoyándose en el ala de derechas del aparato de CCOO y UGT, con posturas antivascas viscerales, para el nombramiento de varios puestos importantes, como demuestra el de Nogales en el departamento de Educación. Obviamente la servidumbre del PP tiene un precio que ya han empezado a pagar, como puso en evidencia la reunión de Patxi López con toda la cúpula empresarial vasca de Confebask, a cuatro días de la huelga, antes de el nuevo gobierno se reuniera con los sindicatos, algo que provocó la ira de la dirección de la UGT.. El propio secretario general de Euskadi, Dámaso Casado, expresó públicamente sus "dudas" de que "Patxi López no esté en manos de la patronal". Desde estas páginas hemos denunciado la alianza que el PSE ha forjado con el PP en Euskadi. ¿Qué mejor que una huelga general para obligar al PSE a romper sus vínculos con la derecha y la patronal? ¿O acaso se puede esperar el menor atisbo de progresismo, sea en el terreno social o de los derechos democráticos, de un gobierno absolutamente condicionado por el apoyo del PP o del PNV?
Continuidad de la huelga
Las organizaciones convocantes de la huelga se han comprometido a continuar las movilizaciones después del 21 de mayo. La percepción de muchos trabajadores es que esta huelga es tan sólo el inicio, que lo peor está por llegar en el próximo otoño. Si la cosa no cambia, los expedientes de regulación serán de extinción de contratos y no de suspensión como hasta ahora. El subsidio de desempleo se irá agotando, habrá miles de despidos en la industria, la construcción y los servicios lo que podría provocar intensas explosiones sociales.
Ahora, aprovechando el ambiente y el debate generado por la huelga, es necesario hacer asambleas de balance en todas las fábricas, tajos, facultades e institutos, con el objetivo de ampliar y popularizar un programa de defensa de derechos básicos de los trabajadores y de la juventud contra la crisis, la denuncia del sistema capitalista, la defensa de la unidad de acción entre todos los sindicatos de clase, y la necesidad de dar continuidad a la movilización del 21-M con la convocatoria de una huelga general estatal. Lo más importante es fortalecer el movimiento por abajo, aumentando la participación de los trabajadores y de la juventud en los sindicatos, asambleas, comités de lucha, y su compresión política de la situación.
Ni la burguesía vasca, ni española, ni de ninguna parte renunciarán a sus planes de ataques, ni a descargar el peso de la crisis sobre los más desfavorecidos, como están haciendo, sino se encuentran con un movimiento masivo, organizado, ascendente y dotado de un plan decidido por parte de la clase obrera. En ese periodo de profunda crisis capitalista en el que hemos entrado, la lucha por la dignidad de los trabajadores está más claramente vinculada que nunca a la necesidad de luchar por la transformación socialista de la sociedad.