Los próximos 6, 7 y 8 de noviembre se celebrará en Madrid el XVIII Congreso del PCE. Los debates congresuales se desarrollan en el contexto de la mayor crisis del capitalismo desde el crack del 29. Este congreso debe servir para "implicar al PCE en una lucha contra una salida neoliberal e incluso fascista de la crisis, consiguiendo mejorar la correlación  de fuerzas en la lucha anticapitalista mediante un proceso de acumulación de fuerzas, en el camino de construir una alternativa que vaya desde lo concreto hasta el horizonte de la construcción del socialismo y el comunismo", según explica el propio documento que la dirección federal ha presentado a las bases para su discusión.

Los próximos 6, 7 y 8 de noviembre se celebrará en Madrid el XVIII Congreso del PCE. Los debates congresuales se desarrollan en el contexto de la mayor crisis del capitalismo desde el crack del 29. Este congreso debe servir para "implicar al PCE en una lucha contra una salida neoliberal e incluso fascista de la crisis, consiguiendo mejorar la correlación  de fuerzas en la lucha anticapitalista mediante un proceso de acumulación de fuerzas, en el camino de construir una alternativa que vaya desde lo concreto hasta el horizonte de la construcción del socialismo y el comunismo", según explica el propio documento que la dirección federal ha presentado a las bases para su discusión.
Además de lo anterior, podemos leer que: "Por ese motivo debemos seguir construyendo un tejido social que se fundamente en el debate político y en la práctica política. Por ello, apoyar las alternativas concretas y a corto plazo que se deben plantear frente a la crisis no puede significar renunciar a luchar por el cambio de sistema".
Se trata de una propuesta muy positiva, pues ha llegado el momento de que un partido como el PCE plantee con claridad lo que hace algunos años no planteaba, al menos de una forma tan clara: no se trata sólo de luchar contra la crisis, sino luchar contra el sistema que la provoca y, ese, no es otro que el sistema capitalista.
Sin embargo, cuando buscamos propuestas en el documento que concreten cómo acabar con el sistema encontramos: empleo público para acabar con el paro, expansión del gasto social para acabar con la desigualdad y toda una serie de medidas que pasarían por una banca pública y por establecer cambios en el sector inmobiliario.
La dificultad se presenta cuando se plantea la pregunta de quién debe realizar esos cambios y sobre qué bases ha de hacerlo. Ante estas cuestiones la respuesta de la dirección es el llamado "desarrollo sostenible". Desde el punto de vista del marxismo, acabar con el capitalismo y construir el socialismo pasa, inevitablemente, por la nacionalización de la banca y los monopolios bajo control obrero. Defender esto último sí es reivindicar un cambio de sistema. Estas reivindicaciones no son contempladas en ningún momento en la alternativa de la dirección del Partido, que nos propone que hay: "...  que optar entre alternativas, hay que forjar alianzas y hay que disputar el poder para llevar la respuesta a la práctica. Una alianza con sectores de la economía social, corporaciones de desarrollo vinculadas al territorio, pymes y empresas privadas innovadoras interesadas en nuevas especializaciones para, en cooperación con el sector público y en el marco de la planificación democrática de la economía, poner en marcha la dinámica del cambio de modelo". En definitiva, una alianza con empresas capitalistas para dirigir democráticamente la economía. ¿Se trata quizás de un acuerdo con la misma burguesía que pide una reforma laboral para abaratar el despido, dinero al gobierno para mantener sus beneficios o que permite que en el Estado español haya más de cuatro millones de parados? ¿Realmente puede creer alguien que esta alianza interclasista es posible en beneficio de todos?  Al tratarse de intereses antagónicos entre explotadores y explotados, dicho acuerdo sólo es posible en detrimento de una de las dos partes. Y, como la experiencia ha demostrado sobradamente, los empresarios no renunciarán voluntariamente ni a un céntimo de sus ganancias. No existe una "burguesía progresista", por más innovadora que ésta sea, que vaya a permitir una planificación democrática de la economía porque precisamente ahí está el quid de la cuestión: la burguesía no permitirá ningún control democrático sobre su derecho a obtener el mayor beneficio posible.

Política sindical

En el último periodo hemos visto como los dirigentes de CCOO y UGT han de-sarrollado una política de búsqueda del pacto social que se ha saldado en un retroceso de las condiciones de vida de la clase obrera. Durante un periodo, la dirección del PCE adoptó una política tímida, que no dejaba  nítidamente clara su oposición a esta actuación. CCOO, sindicato fundado gracias al sacrificio desinteresado de miles de militantes comunistas, tiene que recuperar unas señas de identidad marcadas por su carácter combativo, de clase y democrático. En el documento elaborado por la dirección federal del Partido se propone la vuelta a esas ideas, la defensa de una política de confrontación con la patronal y la necesidad de una huelga general como respuesta a todos los ataques a los que se enfrenta la clase obrera. Desde luego, es más necesario que nunca que la política sindical pase por todo lo anterior. En esa tarea, la propuesta de recuperar las agrupaciones en las fábricas del Partido será de gran utilidad. En definitiva, nuestro objetivo central es que la voz del PCE se escuche dentro de CCOO, o cualquier otro sindicato en el que sus militantes estén presentes, con una alternativa genuinamente marxista.
Más adelante, la dirección del Partido nos ofrece un análisis sobre la debilidad de la izquierda: "Considerando el proceso de los últimos años y teniendo en cuenta los más importantes hechos acontecidos (­caída de la URSS y hegemonía neoliberal de políticas económicas y los valores) la  conciencia de clase y/o conciencia crítica se ha difuminado. La  situación ha afectado al movimiento inicial, a la izquierda política y a la intelectualidad de izquierdas hasta el punto de que, en conjunto, la  propuesta que ha emanado de la izquierda ha sido nula desde el punto de vista de la lucha de clases o del apuntalamiento de una  conciencia crítica, abandonando el terreno de la lucha de ideas y de  alternativas de sociedad a la derecha y a las políticas de derecha".

La debilidad de la izquierda

Esta actitud crítica por parte de la dirección, que no duda en afirmar que la alternativa de la izquierda ha sido nula desde el punto de vista de la lucha de clases es un primer paso para empezar a resolver la crisis que aqueja a nuestro Partido. Sin embargo, la responsabilidad que cada cual debe asumir en esta realidad queda totalmente diluida, dándose a entender, incluso, que ésta recae precisamente sobre la clase obrera porque su conciencia de clase "se ha difuminado". Creemos sinceramente que el documento no acierta con en este tipo de análisis. La pregunta a responder es qué hubiera pasado, si los dirigentes sindicales en vez de aplicar una política de pacto social, aceptando toda una serie de retrocesos en las condiciones laborales -política que ahora el PCE trata de cambiar-, hubieran convocado a los trabajadores a una movilización masiva y unitaria.  No ha sido la falta de voluntad de la clase obrera a la hora de luchar la que ha permitido estos retrocesos. Prueba de ello han sido las luchas en sectores como el automóvil, el metal o la limpieza; movilizaciones que han contado además con una respuesta masiva y combativa.  Si éstas no han llegado más lejos o no han agrupado a más sectores de la clase se ha debido a la actitud de los dirigentes de CCOO y UGT, que en multitud de empresas han aceptado expedientes de regulación de empleo y recorte de plantillas.
Este Congreso es una gran oportunidad para el PCE. Hay que adoptar una política genuinamente marxista, que aparezca ante los ojos de miles y miles de jóvenes y trabajadores que sufren la crisis capitalista como una alternativa real y viable para luchar contra el capitalismo y por una sociedad sin clases

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