El Parque Nacional del las Tablas de Daimiel situado en la Mancha húmeda es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales, que se forma por el desbordamiento natural de los ríos Guadiana, de agua dulce y carácter permanente, y el Gigüela, de agua salada y carácter estacional. Ambos ríos al estar en una suave depresión del terreno y sobre roca caliza dan lugar a una laguna, inundada también con agua subterránea del acuífero, en la llanura manchega. Cuenta con una superficie de 1.928 hectáreas con multitud de áreas húmedas o tablas fluviales que cuando se inundan acogen una de las mayores riquezas faunísticas del Estado español.

El Parque Nacional del las Tablas de Daimiel situado en la Mancha húmeda es el último representante del ecosistema denominado tablas fluviales, que se forma por el desbordamiento natural de los ríos Guadiana, de agua dulce y carácter permanente, y el Gigüela, de agua salada y carácter estacional. Ambos ríos al estar en una suave depresión del terreno y sobre roca caliza dan lugar a una laguna, inundada también con agua subterránea del acuífero, en la llanura manchega. Cuenta con una superficie de 1.928 hectáreas con multitud de áreas húmedas o tablas fluviales que cuando se inundan acogen una de las mayores riquezas faunísticas del Estado español.

Debido a su alto valor, la UNESCO lo incluyó en la Red de Reserva Hombre y Biosfera y en 1982 fue incluido en la lista Ramsar de humedales de importancia internacional y es Parque Nacional desde 1973.

Desde hace varias semanas un incendio subterráneo está destruyendo dichas tablas. La extrema sequía y la sobreexplotación de los acuíferos han rebajado tanto el nivel freático que las lagunas están secas, agrietando el suelo, a través de dichas grietas penetra el aire en el subsuelo de turba provocando una combustión espontánea que ya ha arrasado más de 40 hectáreas. A finales de septiembre otro incendio en superficie arrasó otras 40 hectáreas de vegetación de rivera y que, según fuentes de la dirección del propio parque, fue ocasionado por la salida a la superficie del incendio subterráneo. Así que con toda probabilidad el incendio subterráneo llevará activo varios meses, probablemente desde julio cuando un incendio provocado por un tractor quemó 35 hectáreas.

Según las últimas noticias si no se toman medidas urgentes o empieza a llover este incendio quizás sea la puntilla para las Tablas de Daimiel. La sobreexplotación del Acuífero 23 (que tiene más de 5 kilómetros de largo y es otro de los importantes aportes de agua para las tablas), al calor de la transformación de los terrenos de secano en regadío y el aumento de éstos, está haciendo peligrar el parque natural, ya que la explotación masiva de este acuífero empezó en los años 60 del siglo pasado.

La zona inundada solía rondar las 1.800 hectáreas, pero ésta ha descendido drásticamente, los planes más optimistas se conforman con mantener 600 hectáreas en  la estación seca.

A mediados de los años 80 se estableció un programa de Regeneración Hídrica que consistía en la construcción de pozos, utilización del transvase Tajo-Segura, construcción de presas para regular los niveles de inundación y compensaciones económicas para comprar tierras o evitar más regadíos. Es evidente que este plan no se ha cumplido, de hecho el Acuífero 23 está declarado en sobreexplotación desde hace varios años.

De nuevo han primado los intereses económicos sobre los ecológicos, sin entender que, tarde o temprano, la desaparición de las tablas repercutirá sobre los cultivos y poblaciones ya que la calidad del agua presenta unos altos niveles de eutrofia (producción masiva de algas y de plantas superiores emergentes que dan lugar a una mayor acumulación de materia orgánica dentro del humedal).

Se calcula que serían necesarios 25 Hm3 de agua para apagar el incendio subterráneo, pero el problema es llevarla a la zona incendiada, ya que hay que hacerlo por cauces de ríos que ahora están secos.

El Ministerio de "Agricultura" es el responsable del parque, pero las políticas agrarias son responsabilidad de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, ambas gobernadas por el PSOE no han hecho nada por evitar la sobreexplotación del acuífero y no limitar las hectáreas de regadío. De nuevo, tanto los intereses económicos como el desprecio a intereses ecológicos a largo plazo se han puesto por encima de un entorno natural único que puede estar al borde de la desaparición.

 

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