jpg_vista_aeria.jpgEl 31 de octubre vivimos en Valencia una de las mayores manifestaciones del último año. 70.000 personas salimos a la calle contra el gobierno del PP. El detonante esta vez ha sido la trama de corrupción que afecta de lleno tanto al President de la Generalitat como a varios de sus Consellers, pero esta convocatoria de la plataforma No a la Corrupció no ha hecho sino canalizar parte de la rabia acumulada tras más de una década de gobierno de la derecha.

El 31 de octubre vivimos en Valencia una de las mayores manifestaciones del último año. 70.000 personas salimos a la calle contra el gobierno del PP. El detonante esta vez ha sido la trama de corrupción que afecta de lleno tanto al President de la Generalitat como a varios de sus Consellers, pero esta convocatoria de la plataforma No a la Corrupció no ha hecho sino canalizar parte de la rabia acumulada tras más de una década de gobierno de la derecha.

jpg_vista_aeria.jpgEl PP esperaba haber cerrado lo que seguramente consideraron un paréntesis de movilizaciones inmensas contra su política, centradas el año pasado en el terreno educativo, pero no ha sido así. Igual que el año pasado, la diversidad de pancartas (educación, sanidad, etc.) dejaban muy a las claras que no era una manifestación simplemente por los escándalos de la trama Gürtel y de financiación del PP, como tampoco las dos manifestaciones y la huelga general educativa del curso pasado expresaban sólo el malestar por la situación de los centros de enseñanza.

La situación a la que nos ha llevado el gobierno del PP, con más de 1.700 aulas prefabricadas en colegios e institutos, falta de medios en la sanidad, especulación urbanística en los barrios, desinversión en servicios públicos (que llevaron al accidente de la línea 1 del metro no hace muchos años), EREs, etc., es el combustible de estas movilizaciones.

Hay que aprovechar el impulso

Esta movilización demuestra que existe el ambiente social para organizar una lucha seria contra la derecha y su política. Que la mayoría del PP en el terreno electoral está asociada a la falta, durante mucho, demasiado tiempo, de un impulso organizado por parte de los sindicatos y la izquierda política que ponga en evidencia que es la clase obrera y no una minoría privilegiada la que realmente tiene la mayoría social. En la medida que no ha habido esta orientación, es normal que el ambiente de descontento se exprese asociado a factores más accidentales, y éste ha sido el caso.

La movilización del 31 de octubre debería tomarse como una nueva oportunidad para organizar un movimiento desde abajo en cada barrio, en cada fábrica, en cada centro de estudio, donde se vincule la lucha contra la corrupción con reivindicaciones en positivo que tengan como objetivo revertir el gasto público a favor de la mayoría, medidas contra la pobreza, el paro, la infravivienda, los barracones,... Hay que vincular la lucha contra la corrupción a la causa de esa corrupción: el capitalismo.

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