La misión militar en Afganistán es una operación de "estabilidad y reconstrucción", y las tropas españolas luchan allí para conseguir un país "viable, democrático y con un horizonte", según declaró Zapatero a Europa Press (10/10/09). Después de 8 años de cruenta guerra, de unos 350 civiles muertos (sólo en los 8 primeros meses del año pasado) por bombardeos aéreos o disparos de las tropas ocupantes, y de 88 soldados españoles fallecidos, ¿realmente Afganistán está más cerca de esos objetivos? Es más, ¿son los intereses de los campesinos y trabajadores afganos el motivo de la intervención allí?
Los propios dirigentes de la intervención militar de EEUU reconocen el fracaso de su misión. El nuevo responsable elegido por Obama, el general McCrystal, elaboró el pasado verano una nueva estrategia que parte de asumir este fracaso, tanto en el terreno militar como político. Esta estrategia, supuestamente más inteligente, pasa por incrementar drásticamente las tropas en el terreno, mejorar el adiestramiento de los soldados afganos, establecer un diálogo con los "líderes de opinión" para mejorar la relación con las comunidades. "Hay que centrarse en la gente", dice el general (Europa Press, 31/07/09). Según Andrew Exum, asesor del militar, los atentados con explosivos se evitan "convenciendo a la población de que no los pongan, y para ello hay que hablar con la gente" (sin comentarios). Por otra parte, la lucha contra la corrupción jugaría el papel más relevante; según otro de sus asesores, Stephen Biddle, "podemos perder la guerra desde ambos frentes" (el militar y el de la corrupción). Otros puntos de la estrategia son aumentar el desarrollo del país e impedir que el territorio paquistaní sea utilizado como retaguardia.
En el ranking que elabora Transparency International, Afganistán aparece como el país más corrupto del mundo. Hillary Clinton advirtió a Ahmed Karzai, el presidente afgano: el apoyo de Estados Unidos a su gobierno debe estar acompañado por un esfuerzo por "empezar a erradicar la corrupción". Parece que 8 años después del derrocamiento de los talibanes, el horizonte del que habla Zapatero es el de un régimen corrupto.
¿Y qué decir de la democracia? La ONU reconoció que la primera vuelta electoral de las presidenciales, el 20 de agosto, fue un "fraude generalizado". El escándalo fue mayúsculo, y las potencias imperialistas aprovecharon la situación para parar un poco los pies a Ahmed Karzai y obligarle a una segunda vuelta. Sin embargo, la retirada del segundo candidato, Abdulá Abdulá, denunciando el gigantesco fraude que se preparaba de nuevo, dejó a Karzai como presidente del país. Ban Ki-moon, secretario general de la ONU, declaró que ésta no respaldará ninguna nueva elección en Afganistán hasta que no se aprueben las reformas electorales necesarias para evitar pucherazos.
Mucho más clara es la diputada Malalai Joya, expulsada de la Loya Jirga (asamblea nacional) por denunciar que estaba llena de señores de la guerra, asesinos, corruptos y opresores de la mujer afgana. En una entrevista a la agencia IPS (Diario Noticias de Álava, 18/08/09), asegura que "para los afganos es igual un talibán que un diputado fundamentalista", es decir, entre el poder actual y los terroristas talibanes. "A qué grupos se etiqueta como terroristas o fundamentalistas depende de lo útiles que sean para los objetivos de EEUU (...). Existen dos lados que aterrorizan a las mujeres, pero los del lado anti-estadounidense son terroristas y los pro-estadounidenses son héroes". En cuanto a Obama, "en realidad está intensificando la política de George Bush (...). La política de EEUU está impulsada por la geopolítica, no por personalidades". El Gobierno de Obama "está gastando 18 millones de dólares en construir otro Guantánamo en Bagram. Será mejor que cambie de ruta o pronto dirán que es otro Bush".
La ‘nueva estrategia' ha fracasado desde el principio
¿En que quedó la nueva estrategia de McCrystal? En el envío masivo de tropas. Obama ha decidido enviar 30.000 marines más, y ha pedido un esfuerzo a sus aliados para enviar 10.000 soldados más. En cuanto al resto... han fracasado todos los ejes de la estrategia; ni desarrollo (la economía afgana depende de la exportación de opio), ni eliminación del poder talibán en Pakistán (a pesar de la machacona intervención de tropas de tierra y bombarderos en las zonas fronterizas, provocando innumerables víctimas en la población civil). En cuanto al diálogo con la población, ¡¿qué dialogo puede haber cuando el arma fundamental del imperialismo es el bombardeo masivo de poblaciones con alto número de víctimas civiles?! A pesar de todos los propósitos de enmienda, y a pesar de las demagógicas protestas de Karzai, estos bombardeos se siguen realizando impunemente.
El 4 de setiembre se produjo una de las peores matanzas de la guerra. 142 civiles afganos murieron cuando aviones USA bombardearon dos camiones cisterna en Kunduz. El bombardeo fue demandado por Georg Klein, comandante de la base alemana en dicha población. El ministro de Defensa del democrático Gobierno alemán, Franz-Josef Jung, negó al Parlamento que hubiera habido daños civiles, mientras tenía en su poder informes que demostraban lo contrario. El engaño fue público y costó el cargo a Jung, pero quién sabe cuánta información nos esconden los gobiernos implicados. El penúltimo producto conocido de las bombas democratizadoras son diez civiles (ocho menores) asesinados en Kunar el 26 de diciembre. Cinco días después la aviación USA bombardeó un poblado de la provincia de Helmand, sin que se conozca el número de víctimas.
Zapatero ha sucumbido a las presiones del imperialismo
¿Qué diferencias de fondo hay entre la ocupación imperialista de Iraq, por Estados Unidos y sus países aliados, y la de Afganistán? Ninguna. Entonces, ¿cómo es posible que Zapatero, que inició su primera legislatura retirando las tropas españolas del país mesopotámico -y en gran parte fue votado por ello-, se haya implicado militarmente en la agresión al pueblo afgano? La única explicación es que ha sucumbido a las presiones del imperialismo, más teniendo en cuenta que éste presenta ahora la cara amable de Obama.
El Ejército español consta de 1.068 efectivos en Afganistán (también hay guardias civiles y 18 agentes del Centro Nacional de Inteligencia), cifra que subirá hasta los 1.509 a mediados de año. Según El País (28/12/09), "Obama ha agradecido personalmente a José Luis Rodríguez Zapatero la decisión del Gobierno de enviar otros 511 soldados a Afganistán. Lo hizo el pasado 18 de diciembre en Copenhague (...). A diferencia de anteriores aumentos de tropas, en los que Zapatero acabó cediendo sin entusiasmo a las demandas del Ministerio de Defensa, en esta ocasión la iniciativa partió del propio presidente del Gobierno, como muestra de respaldo a la nueva estrategia para Afganistán". Las tropas españolas permanentes aumentarán un 50%, el mayor incremento (al menos de momento) de los países aliados de Estados Unidos (Italia aumentará un 40%, Polonia un 33% y Gran Bretaña un 13%). Es más. Mientras Obama ha hablado del segundo semestre de 2011 para el comienzo de la retirada (plazo que los responsables del Pentágono se han apresurado a relativizar como "hipótesis de trabajo"), Zapatero o Carme Chacón, ministra de Defensa, se han negado a dar ninguna fecha de retirada.
Estas tropas son para "reconstrucción del país", dice el Gobierno. No, son para la defensa militar de los intereses imperialistas. Han estado y están implicadas en el combate, y en la muerte de civiles. El 23 de diciembre dispararon contra una moto por no pararse a tiempo y mataron a uno de los dos ocupantes, hiriendo al otro. El "esfuerzo de reconstrucción del país" se puede medir en los 210 millones de euros comprometidos en 2006 para "la reconstrucción y el desarrollo" de Afganistán, una minucia (que además en su mayoría va a dirigentes corruptos y empresas occidentales), comparada con los 1.550 millones de gasto militar que hasta ahora ha costado al Estado español la intervención allá. En 2009 se gastaron 365 millones de euros en este capítulo (o sea, uno al día), dinero que, como indica Cayo Lara (Público, 2/01/10), coordinador de Izquierda Unida, podría haber servido para crear 60.000 puestos de trabajo, 40 centros de salud o 9.125 escuelas infantiles.
Ni talibanes ni imperialismo
Los marxistas somos acérrimos enemigos de los integristas islámicos, sea en su versión talibán o en cualquier otra. Pero no somos menos enemigos del imperialismo. En definitiva, son los imperialistas los que han entrenado, armado, financiado y aupado a los fundamentalistas, para usarlos contra las masas y los sectores más avanzados de los países sometidos por el capital internacional. Ellos han creado el monstruo de los talibanes, pero han perdido el control. Los imperialistas nunca jamás pueden crear las condiciones para exterminar esa plaga reaccionaria, porque no pueden desarrollar y elevar el nivel de países como Afganistán. Al contrario, juegan el mismo papel reaccionario, explotando más y más a estos países en beneficio de un puñado de capitalistas.
Los trabajadores no defendemos ningún interés con el bombardeo y la represión militar en Afganistán. Sólo podemos animar a los campesinos y trabajadores afganos a luchar contra la reacción talibán y contra los señores de la guerra y los imperialistas que se reparten hoy el poder.
Exigimos que el Gobierno del PSOE deje de hacer el juego al imperialismo, que rompa con ellos y les denuncie, y que retire de forma inmediata las tropas de Afganistán. ¡Ni un soldado, ni una bala, ni un euro, para la guerra imperialista!
Como dice Malalai Joya, "cuando su gobierno dice que la guerra en Iraq es mala y la de Afganistán buena, debe preguntarle por qué. Envío mi pésame a las madres canadienses [las declaraciones fueron realizadas en Vancouver] que perdieron a sus hijos e hijas en Afganistán en nombre de la llamada guerra contra el terrorismo. Ellas son las que tienen que presionar al gobierno (...) y elevar su voz contra esta guerra criminal".