Hace falta una huelga de 24 horas en todos los aeropuertos
El 5 de febrero se aprobaba el Real Decreto 1/2010, corroborado pocos días después por el Congreso de los Diputados para su publicación en el BOE. De esta forma el gobierno finalizaba una acción planificada al detalle para iniciar la privatización de la Navegación Aérea y mantener en el proceso a la población en la ignorancia. Días atrás había iniciado una campaña mediática para desacreditar a los controladores, con imágenes de indignación del ministro de Fomento, José Blanco, ante la sorprendente noticia de los elevados sueldos de los controladores, justo en una época en la que "todos los ciudadanos estamos apretándonos el cinturón en un esfuerzo conjunto para salir de esta crisis".
Hace falta una huelga de 24 horas en todos los aeropuertos
El 5 de febrero se aprobaba el Real Decreto 1/2010, corroborado pocos días después por el Congreso de los Diputados para su publicación en el BOE. De esta forma el gobierno finalizaba una acción planificada al detalle para iniciar la privatización de la Navegación Aérea y mantener en el proceso a la población en la ignorancia. Días atrás había iniciado una campaña mediática para desacreditar a los controladores, con imágenes de indignación del ministro de Fomento, José Blanco, ante la sorprendente noticia de los elevados sueldos de los controladores, justo en una época en la que "todos los ciudadanos estamos apretándonos el cinturón en un esfuerzo conjunto para salir de esta crisis".
El gobierno quiso transmitir una imagen de fuerza y populismo convirtiendo lo injusto en justo a golpe de decretazo; para ello la colección de ministros no tuvo ningún reparo en incumplir una constitución que tanto dicen defender (modificación de relaciones laborales sin pasar por la negociación colectiva) y pasar por encima del estado de derecho, un estado de derecho, por cierto, que se encuentra demasiadas veces al servicio de ricos y poderosos y demasiado pocas al servicio de los trabajadores.
El real decreto contempla una serie de medidas que permiten a los burócratas de la empresa cambiar las relaciones laborales pactadas en convenio tales como horas anuales trabajadas, horarios, salario, localidad de trabajo, fecha de vacaciones, añadiendo la amenaza de suspensión de empleo y sueldo inmediato sin indemnización si alguien hace peligrar la seguridad, la eficacia, la continuidad y sostenibilidad económica.
No es casualidad que con esas amenazas venga en el decreto otro paquete de medidas en formato de "llaves mágicas" que abren de par en par las puertas a la privatización de la navegación aérea, dando rienda suelta a lo que han denominado la liberalización de proveedores de servicio en régimen de competencia, preparando el terreno para que megaempresas como INDRA, EMTE o NUCLEO, se conviertan en los verdaderos dueños de la navegación aérea.
Lo que no cuenta Pepe Blanco en sus apariciones es que este real decreto está planteado en términos tan ambiguos que puede aplicarse a cualquier trabajador. Lo que no cuenta Pepe Blanco en televisión es que la Administración siempre ha conocido y permitido desde el principio que el colectivo de controladores tuviera un convenio aparte del resto y se convirtiera en élite. La Administración es quien paga, sabe lo que paga y a quién paga. Hacerse los despistados ahora es querer ocultar que detrás de las medidas contra los controladores (anunciadas a bombo y platillo, ahora que interesa) se esconde la privatización de un servicio público, ocultar que siempre interesa dividir a los trabajadores, crear una casta de élite para machacarla después, metiendo al resto en el lote y convertir así en jugoso negocio un servicio público tan importante y estratégico como la navegación aérea.
Para justificar el decretazo se ha utilizado básicamente argumentos económicos, y es por ello que los trabajadores vamos comprendiendo la auténtica realidad en la que nos encontramos inmersos, una realidad en la que los derechos laborales se amoldan a las necesidades del sistema económico y no a las verdaderas necesidades de la gente.
La negligencia de la burocracia de AENA
Los trabajadores venimos padeciendo, como si de una enfermedad se tratara, desde el mismo origen de AENA, la gestión deficiente de la burocracia, en sus dos versiones mecánica-militar y profesionalizada-civil.
En navegación aérea, el problema de la gestión viene cuando esta casta que se piensa mejor empieza a organizar el trabajo de los demás sin contar con ellos y sin tener ni idea del mismo, y así surgen "ideas brillantes", tan usadas ya en otros procesos de privatización, como degradar la formación de los trabajadores y externalizar el "trabajo serio", convirtiéndonos al resto en meros vigilantes de lo que otros hacen.
Para imponer sus ideas crean "Normativas de Obligado Cumplimiento", y así, desde su profunda ignorancia, materializan con hechos unas ideas creadas en la cima del capital para usurpar el trabajo a una estructura pública y entregarla a manos privadas, transformando a una plantilla de trabajadores, casi todos licenciados o diplomados, en piezas oxidadas e inservibles que se dedican la mayor parte del tiempo a rellenar impresos para empapelar al cabeza de turco en caso de accidente aéreo.
Estos burócratas, llamados personal de estructura, son nombrados a dedo y a dedo pueden ser retirados de sus cargos, de ahí su miedo a cuestionar a la autoridad, es por eso que sus relaciones laborales se encuentran fuera del convenio y su función es fabricar o adaptar normativas que vienen de arriba, silenciar nuestras quejas, privatizar nuestros puestos y aplicar el convenio cuando se trata de obligaciones o ignorarlo cuando se trata de derechos mientras repiten "lo importante es que haya buen ambiente".
¡Sólo falta que nos anestesien por las mañanas mientras fichamos!
Unificar la lucha de los trabajadores en todos los aeropuertos
Entretanto los trabajadores para cambiar de ocupación, aunque sea a otra de menor remuneración, tenemos que competir entre nosotros mediante exámenes. Los trabajadores de AENA estamos observando ante nuestras narices cómo las empresas privadas, tanto en aeropuertos como en navegación aérea, ganan territorio y usurpan ingentes cantidades de dinero de las arcas públicas mediante presupuestos estratosféricos que no llegan a unos trabajadores subcontratados precariamente.
AENA empezó siendo una entidad pública y con el tiempo la Administración la separó en dos, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, sin embargo, los trabajadores de AENA, a pesar de desempeñar diferentes tareas no entendemos ni compartimos división alguna que nos separe. Tan trabajadores somos los unos como los otros y nos sentimos completamente identificados en derechos y obligaciones, estamos radicalmente en contra de que existan grandes diferencias salariales y estamos a favor de un convenio único que regule nuestras relaciones laborales en una empresa pública.
La conciencia de lo que somos es el pegamento que nos une para formar un organismo más complejo y como cualquier organismo vivo tenemos nuestro propio orden que surge de participar en las asambleas democráticas, y también como cualquier organismo vivo tenemos nuestros mecanismos de defensa: las manifestaciones y la huelgas.
Tanto es así que en 2008 el proyecto de privatización del gobierno se paralizó porque estábamos dispuestos a movilizarnos. La reanudación de dichos planes motivó que el 25 de marzo de 2009 nuestra conciencia, nuestra organización y nuestra lucha dieran un paso adelante, parando y manifestándonos durante una hora en todos los aeropuertos, expresando así nuestro rechazo. Los que allí estábamos mantuvimos con entusiasmo nuestra dignidad, pero desgraciadamente la dirección de CCOO no mantuvo la continuidad.
El gobierno se empecina en hacer pagar a la clase trabajadora esta crisis y los ataques se han vuelto últimamente más crudos, evidentes y descarnados. En este plan general de meternos la mano en el bolsillo evidentemente no se han olvidado de AENA y han reemprendido el plan de privatización de una forma más inteligente, utilizando la impopularidad de los controladores.
¿Qué debemos hacer? La respuesta debe ser contundente, ante sus medidas debemos imponer las nuestras, una huelga general de 24 horas en toda AENA, aeropuertos y Navegación, incluyendo las contratas, y paralizando así el tráfico aéreo, para que se retire definitivamente el proyecto de privatización y las medidas del Real Decreto.
Sin embargo, lo que está en juego no es tan sólo la privatización de los aeropuertos y la navegación, también la sanidad, la educación, las pensiones y las condiciones laborales de todos los trabajadores se encuentran en la misma tesitura, por eso la mejor manera de defender las entidades públicas y paralizar los planes del capital es mediante una huelga general de 24 horas en todo el Estado.