El pasado 10 de marzo, día de la clase obrera gallega, el sector naval de la provincia de Pontevedra se volvía a poner en huelga. En ella, se exigía, principalmente, la inmediata reincorporación de los despedidos que hubo con motivo de la huelga por el convenio provincial del metal en Pontevedra entre mayo y junio de 2009, pero también "que no se renegocie el convenio a espaldas de los trabajadores", como afirman desde la CIG. La huelga fue convocada en solitario por la CIG, sindicato mayoritario en el naval, que no firmó el acuerdo al que llegaron los dirigentes de UGT y CCOO con las patronales del sector y en el que, entre otras cosas, firmaron la eliminación de la Bolsa de Empleo, conquista lograda después de la huelga por el convenio en 2006.
El pasado 10 de marzo, día de la clase obrera gallega, el sector naval de la provincia de Pontevedra se volvía a poner en huelga. En ella, se exigía, principalmente, la inmediata reincorporación de los despedidos que hubo con motivo de la huelga por el convenio provincial del metal en Pontevedra entre mayo y junio de 2009, pero también "que no se renegocie el convenio a espaldas de los trabajadores", como afirman desde la CIG. La huelga fue convocada en solitario por la CIG, sindicato mayoritario en el naval, que no firmó el acuerdo al que llegaron los dirigentes de UGT y CCOO con las patronales del sector y en el que, entre otras cosas, firmaron la eliminación de la Bolsa de Empleo, conquista lograda después de la huelga por el convenio en 2006.
La Bolsa de Empleo suponía la regulación de la contratación en el sector, controlada por los sindicatos. De este modo, todo trabajador que había acabado contrato en una empresa entraba en la bolsa y volvería a ser contratado por orden de entrada en la misma, con lo que se garantizaría que el empresario no podría represaliar a los trabajadores más "conflictivos", es decir, a los más combativos y reivindicativos.
La convocatoria de huelga desató nuevamente la hostilidad de la patronal y la prensa burguesa. Pero lo más desconcertante fue la oposición de los dirigentes de UGT y CCOO a la misma, con argumentos que en nada diferían a los de los empresarios, además de acusar a la CIG de haber firmado también esa supresión de la Bolsa, cuando lo que en realidad firmaron, según afirma la propia CIG, fue una moratoria de 45 días.
Con todo esto, y a pesar de la abusiva presencia policial (cacheos e identificaciones incluidas), el seguimiento fue muy importante: un 80%, según afirma la CIG. La manifestación que recorrió las calles de Vigo, hizo una parada en la acampada que tienen montada otros compañeros despedidos del Naval.

Un mes acampados ante la Xunta

Justo el día antes de la huelga estuvimos charlando con algunos trabajadores de la Asamblea de Parados del Naval, acampados desde el día 1 de marzo enfrente del edificio de la Xunta en Vigo. Son unos cuarenta trabajadores, aunque por el día hay alguno más. Su principal reivindicación es un puesto de trabajo, el cual perdieron con la "regulación" de la contratación. Tienen la idea de estar acampados permanentemente, hasta conseguir su objetivo. Llevan más de cinco meses protestando, más de 30.000 octavillas repartidas entre la población viguesa, asambleas en astilleros como Freire, Barreras, Santo Domingo y cierres pacíficos en los vestuarios de Barreras, donde "la policía nos desalojó como si fuéramos terroristas". Saben perfectamente que no les queda otro camino que luchar porque como dicen "lo que tenemos que perder lo llevamos puesto; no vamos a pedir limosna porque tenemos un oficio (...) no vamos a parar". Cada día que pasa son más los compañeros que deciden acampar con ellos, cosa que causa preocupación entre las "autoridades" laborales, que esperaban que la iniciativa durara poco tiempo. Entre los apoyos que reciben, está el de los delegados sindicales de la CIG y el de buena parte de la población trabajadora viguesa. De hecho, mucha gente se acerca para mostrarles apoyo y les traen alimentos, que es lo único que necesitan y piden para poder resistir acampados.
La razón por la que fueron despedidos fue que "no había trabajo", cosa totalmente falsa porque como ellos explican "mandan a casa a 30 compañeros un viernes y el lunes entran 50 trabajadores extranjeros". Por supuesto, a estos trabajadores los explotan sobremanera, "cobran menos de 800 euros incluyendo pagas y extras, cuando el sueldo de oficial es de 1.300 euros; trabajan sábados y domingos, 11 horas diarias", es decir, "rozan la esclavitud". Estos negreros saben perfectamente las necesidades que tienen estas personas, que además de cobrar menos, debido a su situación, son menos "conflictivos". La patronal trata de tirar por la borda todas las conquistas históricas e introducir el veneno del racismo con respecto a esos compañeros de fuera, a los que explotan vilmente. Los compañeros de la Asamblea de parados lo tienen muy claro: "la culpa es del empresario, que aún por encima de no cumplir lo estipulado en el convenio, nos quieren tachar de racistas, pero de eso nada, nosotros estamos protestando porque se nos despidió", y además, contratando a estos compañeros también "están empeorando las condiciones laborales dentro de los astilleros", llegando al punto incluso de "controlar a la gente el tiempo de ir al baño o incluso compañeros que duermen en los coches o en los vestuarios". Algo totalmente inhumano y que nos devuelve a las condiciones del siglo XIX.
Trabajo hay, "Barreras tiene carga de trabajo a tope hasta 2013". Queda claro que los motivos de los despidos son de represión sindical, y no laborales. Saben que "hay listas negras de la patronal" y ellos están en ellas.
El ambiente entre gran parte de los trabajadores del sector "es de miedo a perder el puesto de trabajo si protestan o reivindican" y "debido a las represalias que toman los empresarios". Nos cuentan, por ejemplo, que "cuando fuimos a hacer una asamblea, hubo represión al resto de trabajadores; sacaron hasta fotos de los compañeros que asistían, que luego llegaron a la dirección". Pese a todo, hacia ellos "hay un gran sentimiento de solidaridad y compañerismo; incluso cuando fuimos a alguna fábrica a informar de nuestra situación, muchos compañeros quisieron parar ese mismo día".
Comentan que "nosotros queremos que esto sea la chispa; hay cuatro millones de parados, ¿qué hacemos en casa? Nosotros lo que queremos es que la gente nos mire y diga: ¿por qué no?". También opinan que "una huelga general sería ideal", pero "tienen que involucrarse los sindicatos, ellos tienen los medios". Y aunque no tienen mucha confianza en las direcciones de CCOO y UGT y son muy críticos con el papel que han jugado en todo este conflicto, tienen claro que "con la base de CCOO y UGT sí hay relación de compañerismo y solidaridad". En definitiva, que estos compañeros saben perfectamente que no les queda otra salida que luchar.
Desde El Militante les deseamos éxito en su objetivo y les queremos agradecer su amabilidad durante toda la charla. Por nuestra parte, estamos con vosotros, compañeros.

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