Durante los últimos meses, estamos asistiendo a una campaña consciente y organizada por parte de la burguesía, arrojando oscuridad y confusión a la población con el fin de alimentar los prejuicios racistas. El objetivo de fondo es dividir a la clase trabajadora entre inmigrantes y nativos y desviar la atención de ambos de la lucha contra las medidas antisociales que los capitalistas quieren imponer a todos los trabajadores, independientemente de su origen nacional, su religión o cultural.
Durante los últimos meses, estamos asistiendo a una campaña consciente y organizada por parte de la burguesía, arrojando oscuridad y confusión a la población con el fin de alimentar los prejuicios racistas. El objetivo de fondo es dividir a la clase trabajadora entre inmigrantes y nativos y desviar la atención de ambos de la lucha contra las medidas antisociales que los capitalistas quieren imponer a todos los trabajadores, independientemente de su origen nacional, su religión o cultural.
En el mes de enero empezó la escalada de racismo oficial cuando el gobierno municipal de Vic (CiU, PSC y ERC) proponía no empadronar a los inmigrantes "sin papeles" (dejándoles, por tanto, sin atención sanitaria ni tampoco escuela para sus hijos) bajo el pretexto de "defender" a los vecinos.
Siguiendo la misma línea, en el mes de abril se desató otra campaña de histeria de la derecha, esta vez focalizada contra el hiyab (el pañuelo que cubre el pelo), cuando Najwa Malha, una alumna de un instituto de Pozuelo de Alarcón (Madrid), fue expulsada de su centro de estudios sólo por usar esta prenda.
La burguesía, mediante sus representantes políticos, aprovechó el revuelo mediático para relacionar directamente a la inmigración con la delincuencia y con otras lacras de la sociedad capitalista, incluso acusándolos de ser los responsables del desempleo. Naturalmente, no explican que es la propia dinámica del sistema capitalista la que genera estas lacras crónicas e, incluso, la que "expulsa" de la sociedad a miles de personas (al negarles el acceso a la educación, vivienda y trabajo) y les arroja directamente a la marginalidad.
Por eso, no nos ha de extrañar que los mismos "salvadores de la patria" que quisieran dejar totalmente desamparados a los sin papeles (tanto en Vic, como en Torrejón de Ardoz) sean aquellos que más sacan provecho de la mano de obra "ilegal" y barata, los mismos que abogan por reforzar el aparato represivo del Estado para luchar contra la delincuencia (es decir, más policía y cárceles que se llenan de jóvenes de barrios obreros pero nunca de banqueros ni especuladores) en vez de preocuparse en ofrecer unas condiciones de vida dignas para toda la sociedad, en base a lo que se aniquilaría la delincuencia de un plumazo.

Se prohíbe el ‘burka' y el ‘niqab' en municipios de Catalunya

La ciudad pionera en prohibir en los recintos municipales el burka y el niqab (velo integral) fue Lleida, aprobando a finales de mayo tal decisión en el pleno municipal, a lo que le siguió el Vendrell (municipio donde el partido xenófobo Plataforma per Catalunya tiene regidores), Tarragona y, luego, Barcelona (que lo hará por decreto de alcaldía). El papel de la socialdemocracia no ha sido otro que el de suministrar un barniz supuestamente progresista a medidas profundamente reaccionarias.
Al PP y a CiU, bajo la excusa de defender los derechos de las mujeres, les ha faltado tiempo para apostillar que, si por ellos fuera, la prohibición se llevaría a cabo también en la calle. Pero la hipocresía de la derecha no tiene límites: mientras prohiben el burka "en defensa" de los derechos de las mujeres, se oponen al derecho de abortar libremente o se callan en cuanto a la discriminación salarial que sufre la mujer. No les interesa "liberar" a las mujeres musulmanas, sino continuar con su campaña de criminalización de la inmigración.
Antes que nada, es importante diferenciar claramente el hiyab del velo integral o niqab (raramente utilizado en el Estado español), ya que el segundo no permite una vida normal a la mujer y atenta seriamente, en la inmensa mayoría de casos, contra la libertad y la igualdad de género. Los marxistas nos oponemos a la imposición del uso del burka y del niqab sobre la mujer, como a cualquier otra imposición, pero su erradicación tiene que ir vinculada a la emancipación real de la mujer trabajadora, la mejora de las condiciones de vida de los inmigrantes y el reconocimiento de todos sus derechos democráticos. Todo eso implica medidas de mayor inversión en infraestructuras sanitarias, educativas y culturales. Este problema no se resuelve con medidas represivas y discriminatorias. ¿En qué beneficia a la mujer que lleva un burka prohibirle la entrada en una escuela pública, una universidad pública o en un hospital público, cuando ya son víctimas de la opresión que pueda significar el llevar esta prenda?

¿Liberación de la mujer o más represión?

La prohibición de estas prendas en la calle (como pretende la derecha, tanto catalanista como españolista) podría dejar encerradas en casa a estas mujeres, literalmente. Desgraciadamente, los dirigentes del PSC, se han subido a los faldones de la derecha. ICV y ERC, a pesar de oponerse, no son capaces de dar una alternativa de clase y caen en el error de confiar en las instituciones burguesas para velar por la igualdad de las mujeres.
La prohibición del burka y del niqab crea en el Estado español un problema donde no lo hay. Lejos de ser un gesto liberador (como algunos hacen creer) es una imposición que favorecerá el racismo y la marginación de los jóvenes inmigrantes, además de regalarles más motivos a los fundamentalistas islámicos. Es más, la prohibición podrá ser sentida como una nueva muestra de opresión hacia este colectivo. Debemos denunciar el enfoque racista que se le está dando a lo largo de las semanas, intentando relacionar el burka con el conjunto de los inmigrantes y, a su vez, a los inmigrantes con el fundamentalismo y el terrorismo, dando paso a más odio xenófobo interesado.
Debemos defender cualquier derecho democrático elemental, como la libertad de culto, o la de llevar o no el hiyab, denunciando a la vez la demagogia reaccionaria de los fundamentalistas islámicos y de la derecha española y catalana. Esta es la única vía para facilitar la unión en la lucha de los trabajadores nativos e inmigrantes, fundamental para la transformación socialista de la sociedad, la única solución a todas las necesidades a las que se enfrenta la clase trabajadora y a la abolición de todo tipo de opresión, tanto social como nacional, religiosa o de género.

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