Hay que preparar el siguiente paso hasta obligar el gobierno a retirar la reforma laboral, la reforma de las pensiones y los planes de recorte del gasto social
La huelga general del 29 de septiembre ha sido un claro éxito considerando no sólo el alto seguimiento del paro y el carácter multitudinario de las manifestaciones, sino también el contexto que se produjo la convocatoria, sobre todo el descarado e intenso chantaje patronal en las empresas, con amenazas generalizadas de despido en una situación de paro masivo.
Hay que preparar el siguiente paso hasta obligar el gobierno a retirar la reforma laboral, la reforma de las pensiones y los planes de recorte del gasto social
La huelga general del 29 de septiembre ha sido un claro éxito considerando no sólo el alto seguimiento del paro y el carácter multitudinario de las manifestaciones, sino también el contexto que se produjo la convocatoria, sobre todo el descarado e intenso chantaje patronal en las empresas, con amenazas generalizadas de despido en una situación de paro masivo.
Los sectores claves, paralizados
En los sectores claves la huelga ha tenido un seguimiento amplísimo, particularmente en los polígonos industriales de las ciudades, donde el paro ha sido casi total. La parálisis de las 17 plantas de producción de coches, todas las que existen, es un exponente de la intensidad que tuvo la huelga en la industria. También pararon los mercados mayoristas de alimentación de Madrid, Barcelona, Valladolid, Valencia, Sevilla y Zaragoza, los puertos de Barcelona, Valencia y Algeciras. En el sector del transporte público la huelga ha sido generalizada en la mayoría de las grandes ciudades. Medios de comunicación como Canal Sur y TV3, y sobre todo Telemadrid, principal vehículo propagandístico de hostigamiento de Esperanza Aguirre contra la huelga y contra la organización sindical de los trabajadores, no pudieron emitir. En los transportes el seguimiento ha sido también muy elevado. Todos los datos apuntan que la huelga ha tenido un seguimiento muy similar a la del 20 de junio de 2002 contra el decretazo del PP. En Galicia, donde la CIG convocó junto a CCOO y UGT, y Asturias el paro fue muy intenso, afectando no sólo a la industria, donde fue total, sino incluso el pequeño comercio, que cerró de forma bastante generalizada. En Catalunya, donde se concentra el 20% de la producción industrial, la huelga fue también un éxito rotundo, lo mismo que Andalucía y en el País Valencià. Sólo en Euskadi, por la división sindical, y la no convocatoria por parte de los dirigentes de ELA y LAB, la huelga ha tenido un seguimiento más parcial.
Un dato muy sintomático del ambiente entre la clase trabajadora fue la participación masiva en las manifestaciones. Según cifras de CCOO y UGT más un millón y medio de personas salieron a la calle. La manifestación de Madrid fue gigantesca; a las 17:30 h, una hora antes del inicio previsto, todo el recorrido de la manifestación, de Neptuno a Sol, estaba ya lleno a rebosar. No fue hasta pasadas las 21:00 h cuando se empezó a despejar la Puerta del Sol. Los sindicatos cifran la asistencia en medio millón de personas. Del ambiente de la manifestación cabe destacar la participación de muchos trabajadores jóvenes y la sensación de fuerza que había. Una situación similar se vivió en Barcelona, con una asistencia de 400.000, en las principales ciudades de Galicia, con una demostración de fuerza tremenda en Vigo y en Ferrol, en Oviedo, con una participación histórica, y en Valencia. La tónica ha sido de manifestaciones masivas a lo largo y ancho y de toda la geografía del Estado español.
Un éxito a pesar de la hostilidad de la derecha, la patronal y el gobierno
La huelga general del 29-S ha sido una impresionante demostración de fuerza de la clase obrera, en la que una vez más se ha puesto de manifiesto su capacidad de movilización y de lucha. Hay que tener muy en cuenta que el amplio seguimiento de la huelga y la participación masiva en las manifestaciones se han producido a pesar de la intensa campaña de hostigamiento contra la huelga desde los medios de comunicación, de la derecha, de los empresarios y del gobierno. La derecha, particularmente el PP de Madrid, y la CEOE, tomaron esta huelga como una oportunidad para tratar de golpear duramente a los trabajadores, lanzando una furibunda campaña de criminalización contra los sindicatos y una intensa ofensiva de amenazas y represión sindical en las empresas. Querían demostrar que ellos sí saben "cómo se hacen las cosas", pero han fracasado completamente en su plan de hacer fracasar la huelga.
Otro factor importante en la valoración de la huelga ha sido el hecho de que esta se ha producido contra las medidas de un gobierno del PSOE, que fue votado masivamente por los trabajadores para cerrar el paso al PP y para que hiciera una política social y económica sustancialmente distinta a la practicada por la derecha. El contexto político de la huelga era más difícil que el del 20-J de 2002, con el PP de Aznar en el gobierno y sin la amenaza de una crisis económica salvaje. Sin embargo, los trabajadores han demostrado tener bien claro que el peligro de que vuelva el PP lo está provocando el propio gobierno del PSOE con su política de favorecer a los banqueros y los empresarios, y que la mejor forma de cerrar el paso a la derecha es obligar al gobierno del PSOE a que retire todos y cada uno de los ataques que está llevando a cabo cumpliendo con las exigencias de los grandes poderes económicos, de la banca y la patronal. En esta huelga general, una inmensa mayoría de la clase obrera ha entendido lo que está en juego respondiendo masivamente a la llamada de la lucha.
Los dirigentes sindicales también deben rectificar. No a la política de pactos y concesiones, por un sindicalismo de clase, combativo y democrático
Finalmente, y este es el factor político más importante, la huelga ha sido un éxito a pesar de los errores tácticos y la orientación de los propios dirigentes de CCOO y UGT. En la preparación previa de la huelga el aparato de los sindicatos ha dado pruebas de que esta muy oxidado, le ha faltado confianza a la hora de realizar una masiva campaña de asambleas, no ha sido lo suficientemente contundente a la hora de divulgar las consecuencias de la reforma laboral y de las demás medidas en marcha, y tampoco han planteado con claridad la necesidad de continuar la lucha hasta vencer. Es verdad que tanto Toxo como Méndez en los últimos días hablaron en sus discursos de la gravedad de los ataques y la importancia del éxito de la huelga y de la movilización. Sin embargo, estos mensajes se mezclan constantemente con claras señales de predisposición a volver por la senda del llamado "diálogo social", es decir, de las componendas, los pactos y las concesiones. Esto es un error que hay que rectificar. Los dirigentes de CCOO y UGT tendrían que haber sido mucho más claros antes de la huelga, y desde luego lo tienen que ser ahora si quieren conectar con el sentimiento y las aspiraciones de los millones de trabajadores que han secundado la lucha activamente este 29 de septiembre, de que el objetivo de la movilización es uno e irrenunciable: la completa retirada de las medidas de ataque, tanto de la reforma laboral como las que están por aprobar. Deberían decir bien alto, y demostrarlo con los hechos, que el único escenario en que los sindicatos volverán a la mesa de negociación será cuando el gobierno retire los ataques que ha aprobado y los que ha anunciado. Negociar retoques cosméticos o aspectos parciales es un grave error, que además será pagado con una caída de la credibilidad de los dirigentes sindicales en el conjunto del movimiento obrero. Los trabajadores no han dado un cheque en blanco a los sindicatos. Les han dicho que la lucha debe servir para ir hasta el final, no para volver a una estrategia sindical de pactos y concesiones que sólo has servido para cerrar empresas, aprobar Eres, perder conquistas históricas y debilitar a la case obrera.
Los trabajadores no queremos ningún tipo de ataques y recortes a nuestros derechos, ya sean sin consensuar o consensuados. Además, ha sido el desprestigio sindical provocado por la política de concesiones permanentes al gobierno y la patronal mediante la "concertación y el diálogo" durante largos años uno de los factores que ha animado al gobierno y la burguesía para pasar a la ofensiva. ¡Hay que sacar las conclusiones hasta las últimas consecuencias de lo que está sucediendo! Una rectificación profunda, abierta y honesta de la política sindical anterior sería la forma más eficaz de animar a los trabajadores a organizarse y fortalecer los sindicatos frente a la brutal ofensiva de la patronal y de los medios de comunicación.
La importancia y la utilidad de la huelga general. Continuar con la movilización, más fuerte, más extensa.
La clase obrera tiene capacidad para detener estos ataques, pero para materializar su fuerza y desplegar todo su potencial de lucha es fundamental una táctica, una estrategia, unos métodos, un programa y una perspectiva en consonancia con la gravedad de la situación. Realmente la única manera de hacer que el gobierno retroceda es que el movimiento de respuesta de la clase obrera y de la juventud alcance un grado tal de amplitud y consistencia que se transforme en una rebelión social. El gobierno ya ha dicho que va a mantener la reforma laboral y los demás planes de ataque. Los capitalistas, con la rebaja de la calificación de la deuda española al día siguiente del 29-S, han dado una clara señal al gobierno: tenéis que manteneros firmes en los ataques a pesar de la huelga. La disyuntiva es bastante clara: o se hace una política que favorezca a una minoría de ricos o se hace una política que favorezca a los trabajadores y por lo tanto a la mayoría de la sociedad. No hay medias tintas.
Es verdad que con una huelga general no es suficiente para obligar al gobierno a rectificar pero no es verdad que la huelga "no sirva para nada", como se está insistiendo desde los medios de comunicación con el fin de desmoralizar a los trabajadores. La huelga, que ha sido un éxito, ha servido y ha servido para mucho. Ha servido para desentumecer los músculos de la clase obrera, para que esta sea más consciente de su fuerza, para que más trabajadores sean concientes de los ataques y de la necesidad de organizarse y de luchar. La huelga ha sido una gran sacudida y tiene una importancia política y sicológica muy importante para el movimiento obrero. Lo que sí es verdad es que una huelga general no es suficiente. La huelga general es el principio de una lucha que tiene que continuar e ir a más. Ahora es el momento para hacer un balance en profundidad en todas las empresas y formar comités de movilización con el fin de llegar con la información a absolutamente todos los trabajadores y preparar el terreno para el siguiente paso en esta lucha, que debería ser la convocatoria de otra huelga general, más preparada, más organizada y de 48 horas.
Con una orientación decidida en la acción y coherente en las ideas, enarbolando una alternativa socialista a la crisis del capitalismo, los trabajadores podrían avanzar mucho más rápidamente y derrotar más fácilmente los ataques que están en marcha. La lucha sindical, la lucha por derrotar la reforma laboral y toda la involución que se está produciendo en las conquistas sociales y los derechos de los trabajadores, no se puede desligar de la lucha contra el sistema capitalista. El último recurso de los burgueses y de todos los que defienden el capitalismo como único sistema posibles es retar a los trabajadores con la siguiente pregunta: ¿y cual es vuestra alternativa? A esta pregunta hay que contestar claramente y sin ambigüedad: la crisis del capitalismo no se puede resolver con más capitalismo. Al capitalismo enfermo oponemos la lucha por una sociedad socialista, sin propiedad privada de los medios de producción, donde la clase trabajadora planifique democráticamente las tremendas riquezas que existen en beneficio de todos. Hay que decir alto y claro que sí se pueden defender los puestos de trabajo, luchar contra el paro, y mantener el gasto social. Para ello hay que acabar con el control asfixiante que los banqueros y los grandes monopolios ejercen sobre la sociedad. Hay que garantizar que los recursos económicos, la tecnología y la ciencia estén al servicio de la mayoría de la población y no subordinadas al máximo beneficio de una pequeña minoría de parásitos. Hay que ligar este movimiento a la lucha por el socialismo.
El 29-S ha sido un éxito, ahora debemos aprovecharlo al máximo, fortaleciendo al máximo la organización de la clase obrera, defendiendo la continuidad de la lucha hasta obligar al gobierno a retroceder y defendiendo una alternativa verdaderamente socialista a la crisis del capitalismo. ¡Únete a la Corriente Marxista El Militante!