Tres días después, una quincena de sujetos de España 2000, encabezada por El Cojo (secretario general de la patronal de puti-clubs, dueño de la empresa filofascista Levantina de Seguridad, y empresario de ropa militar y de ropa de lujo, entre otras cosas), se introdujo con ánimo provocativo en el Centro Social Terra (casal independentista), sito en el mismo barrio. Estos elementos amenazaron de muerte a algunos de los presentes, jactándose de poder quemar el local cuando quisieran.
Además de estas provocaciones, El Cojo, también dueño de un despacho de 30 abogados, ha denunciado al Terra por negarse a servirles consumiciones, y a Amadeu Sanchís, coordinador de IU en Valencia, por exigir la inmediata prohibición de la manifestación del 19.
Impunidad fascista
Estas agresiones fascistas se inscriben en una grave oleada de ataques que se produce en la última década. El asesinato de Carlos Palomino no es más que un brutal y evidente ejemplo de esto. En particular, en el caso del País Valenciano, la impunidad de la que disfruta España 2000 ha animado a este y otros grupos (como el GAV) a estar a la ofensiva. Palizas en la calle, ataques (incluso con artefactos explosivos caseros) a la sede de la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado), campañas de intimidación en barrios populares como El Cabanyal (en junio pasado) o Russafa... se han sucedido sin que la policía abra ninguna investigación ni ninguna institución tome medidas.
Los grupos fascistas están siendo utilizados para amedrentar a jóvenes que luchan, a inmigrantes y a sectores poco organizados de la sociedad. Si no lo evitamos, mañana pueden ser reorientados hacia el grueso del movimiento obrero. Pero, ¿utilizados, reorientados, por quién? Por la reacción, en concreto por ese estrecho grupo de poder que tiene el poder real, el poder económico. Los fascistas siempre han sido un arma de los capitalistas. Por eso el PP permite su impunidad, mientras los reformistas callan (en el mejor de los casos). La Generalitat de derechas ampara las actividades de El Cojo (actividades que aparte de ser muy lucrativas financian las acciones de España 2000). La Levantina de Seguridad tiene numerosos contratos con centros públicos (Centros de Día, IES, etc.). También ha obtenido autorización gubernamental para recibir adiestramiento de metralletas y otros armamentos militares, con la excusa de defender a los pesqueros de los piratas somalíes. Esto a pesar de ser líderes en denuncias por agresiones (en sólo dos años acumuló doscientas denuncias). La empresa textil de El Cojo suministra los uniformes de numerosas policías locales de Madrid. El propio José Luis Roberto fue detenido durante la transición por la colocación de bombas en un local independentista, hecho por el que nunca fue juzgado. La hipocresía y catadura moral de los racistas se refleja en declaraciones suyas, justificando la necesidad de la importación masiva de prostitutas (para sus negocios). De igual forma, los empresarios más vociferantes contra la inmigración justifican contratar a inmigrantes sin papeles; es precisamente la represión de la inmigración masiva lo que les permite una mejor explotación.
Ricardo Peralta, delegado del Gobierno en Valencia, debe dimitir por autorizar una manifestación de marcado carácter racista y fascista, pese a la petición de la mayoría de asociaciones del barrio (hasta la parroquial). Mientras permite la impunidad fascista manda cargar a la policía contra los pacíficos vecinos de El Cabanyal. Más escandalosas si caben son las declaraciones posteriores de este señor, que según el diario Público (29-XI-10), afirmó que la manifestación fascista en Benimaclet fue "parte de la riqueza democràtica".
Luchar en la calle
Ante estas agresiones y provocaciones ha existido una coordinación de la mayoría de asociaciones del barrio, desde la de Vecinos y la de Comerciantes hasta los centros escolares y el Terra, así como Sindicat d'Estudiants y El Militante. El 24 de noviembre una rueda de Prensa en la plaza céntrica del barrio congregó a un centenar de vecinos, convocados por el boca boca desde la tarde anterior. Esta respuesta, y los comentarios de mucha gente durante la semana de provocaciones, demuestran que hay indignación, que hay una base para responder en la calle de forma organizada. Sin embargo, desde el primer momento la mayoría de asociaciones descartaron la convocatoria de ninguna movilización, frente a nuestra propuesta. El argumento fue el temor de posibles enfrentamientos violentos. Sin embargo, la ausencia de movilización (sólo se repartió una hoja, con una distribución limitada) no evitó las agresiones ni intimidaciones. Sólo la lucha en la calle (eso sí, de forma seria, masiva y organizada) puede pararles los pies.
Muy posiblemente las provocaciones continuarán. El barrio hierve de indignación. Es necesario movilizarlo, cada muestra de debilidad llama a la agresión. Una campaña masiva, buzoneando en cada finca, y explicando que el veneno racista sólo sirve para dividirnos a los trabajadores, en mayor beneficio de nuestros explotadores, tendría un eco tremendo. Por supuesto, hay que intentar vincular a las organizaciones sindicales y políticas de la izquierda (sería muy positivo que IU se implicara con fuerza en esta lucha), y sacar la lucha del barrio, ya que éste es un problema de toda la clase obrera y la juventud.