La celebración anual del 25 d’Abril (conmemoración de la pérdida de los fueros valencianos en 1717) se ha concretado esta vez en una demostración de rabia e indignación por parte de amplias capas de la población contra la censura, la prepotencia y la corrupción del Gobierno del PP. Actitudes que se han expresado de forma rotunda con la prohibición de los repetidores de TV3 y con el intento de acabar con Acción Cultural del País Valenciano (convocante de la conmemoración).
El intento de limitar la libre expresión con excusas burocráticas, que ni siquiera están sólidamente sustentadas jurídicamente (la Generalitat Valenciana carece de competencia para clausurar los repetidores), es un hecho gravísimo que entronca con las sucesivas tentativas de atentar contra las libertades de expresión, manifestación, etc., por parte del Gobierno y de los Ayuntamientos gobernados por el PP. Son innumerables los actos, conciertos, manifestaciones, de diferentes grupos de izquierda o reivindicativos, que han intentado prohibir, en algunos casos con el beneplácito de la Delegación de Gobierno. De hecho, el recorrido habitual de las manifestaciones fue denegado a Acció Cultural, con la excusa de que dos grupos fascistas (Coalición Valenciana y el Grup d’Acció Valencianista) habían pedido antes ese recorrido; al final, cien individuos se pasearon impunemente por el centro de la ciudad, llamando al encarcelamiento de Eliseu Climent (dirigente de Acció), a ‘darle en la ceja’ a Zapatero, etc. A la misma hora, el previsto concierto de Lluís Llach, en solidaridad con Acció, no pudo realizarse en la plaza de toros porque la Diputación no dio el permiso, y el Ayuntamiento de Rita ni siquiera permitió instalar una estructura al acabar la manifestación para poder escuchar a este cantautor.
La persecución de TV3 es coherente con la demostrada catalanofobia de la derecha valenciana. Es uno de sus rasgos más identificables. Históricamente le ha servido para atraer a sectores de capas medias atrasadas, asustadas convenientemente ante el espantajo de la absorción catalana. Mientras tanto, han arrinconado socialmente el uso del valenciano. Más de 30 años después del Estatuto de Autonomía y de la Ley de Uso y Enseñanza del Valenciano, una abrumadora parte de la cultura y de la comunicación se expresan en castellano, y la mayor parte de los estudiantes no pueden aprender de forma mínimamente óptima la lengua. De hecho, este curso escolar, protagonizado por drásticos recortes en la FP, en la plantilla de profesores, y en general en la enseñanza pública, también ha significado un alto coste para la normalización del valenciano, miles de estudiantes que lo eligieron como idioma vehicular han sido obligados a escolarizarse en castellano. Por otra parte, Canal 9, famoso a nivel estatal (junto a Telemadrid) por su manipulación (el último ejemplo sonado fue su silencio sobre la manifestación de 60.000 personas contra la corrupción, el 26 de marzo), hace lustros que ha abandonado, prácticamente, su objetivo oficial de fomento del uso y normalización del valenciano.
Más allá del intento de desterrar las imágenes y el sonido de TV3, la derecha pretende acabar con Acció Cultural a base de multas. Ante la dificultad de ilegalizarla, el PP asfixia económicamente a Acció, exigiéndole la brutalidad de 600.000 euros, recargables según pasan los días, por no haber cerrado los repetidores en el plazo que la Generalitat ha dictado. En menos de dos meses, si la ACPV no paga esa cantidad más el recargo (que podrían ser hasta 200.000 euros más), los bienes y cuentas de la asociación serán embargados. Se trata de una medida salvajemente antidemocrática, contra una organización que tiene presencia en todas las comarcas valencianas y a la que la derecha ve como un enemigo a batir.
¿Es posible acabar con el Gobierno del PP?
Las encuestas electorales, que prevén un aumento del PP y el descenso del voto al PSOE, son un bálsamo para los dirigentes peperos, que piensan que la corrupción generalizada, el alto nivel de paro, los recortes, no tienen efecto sobre la población. Sin embargo, esa sensación de invulnerabilidad es falsa. Las mismas encuestas que reflejan una gran distancia entre los dos grandes partidos (realmente, reflejan un pequeño aumento en porcentaje del PP, y una bajada drástica del voto a los socialistas reformistas), expresan un fenómeno interesante. Si el equilibrio PP-PSOE-IU es del 55-30-7%, esa ventaja a favor de la derecha desaparece si se hacen otras preguntas (según la encuesta publicada por la COPE el 18 de abril). Así, un 43% piensa que Camps lo ha hecho bien (frente al 38% que dicen que no), y un 48% no quiere un cambio de partido en el Govern (y un 46% sí). Es decir, existe una polarización muy clara, que sólo se refleja en parte en los resultados electorales.
En esta ocasión más que en otras, los resultados de las próximas elecciones no reflejan más que de forma muy distorsionada el ambiente social, ya que, mientras los sectores de derecha van a votar masivamente (una vez más) al PP, amplios sectores de la izquierda no se ven en absoluto motivados para votar, dada la connivencia absoluta de la dirección del PSOE con los capitalistas y sus recortes, y también la escasa presencia en la calle, con un programa claramente diferenciado, de Izquierda Unida.
Hay fuerza, necesitamos un programa socialista para extraerla
La reciente manifestación contra la corrupción, de 60.000 personas, y la del 25 d’Abril, reflejan que sí existe fuerza para, al menos, enfrentarse de forma masiva y seria a la política del PP. Correctamente, Acció Cultural, al convocar la manifestación, declaró que ésta ‘también recoge todas las inquietudes expresadas por las movilizaciones de las últimas semanas por la situación económica, contra la corrupción, por la educación pública o por el territorio’. Como reflejo de esta situación, colectivos como la Plataforma por la Ley de Dependencia (en lucha por que se apliquen las medidas positivas de esta ley), la Federación de Sociedades Musicales (que mantiene una posición crítica ante el brutal recorte oficial a las bandas), Salvem El Cabanyal, o la Asociación de Actores y Actrices (movilizada contra el recorte en los gastos culturales), se adhirieron a la convocatoria del 25 d’Abril.
Aprovechar el substrato de energía de lucha que yace en la sociedad valenciana, y especialmente en la clase obrera, y darle continuidad, con el primer objetivo de acabar con el Gobierno del PP con la lucha masiva en la calle, no es posible exigiendo ‘transparencia’, ‘Gobierno sin imputados’, o ‘democracia’. A las reivindicaciones democráticas, como el cese de la persecución a organizaciones críticas y a los elementos culturales que nos ligan a Cataluña, la libertad de expresión, la depuración de elementos corruptos, el desarrollo integral del valenciano (normalizando de forma real su uso), o un Canal 9 público, en valenciano y de calidad, hay que añadir la exigencia de no aprobar ni un solo ERE más, de no permitir un despido más, y de desarrollar los servicios públicos con suficiente financiación, garantizando una educación, una sanidad, unos transportes, públicos, seguros y de calidad. La Generalitat puede y debe crear miles de puestos de trabajo necesarios para cubrir las más variadas necesidades sociales, empezando por viviendas baratas. En vez de recortes, lo que necesitamos es poner los medios al servicio, no de ‘los mercados’, sino de la mayoría de la población. Es necesario nacionalizar la banca –sin tocar los capitales de los pequeños ahorradores- y las grandes empresas para garantizar una vida digna a la mayoría. En definitiva, sólo un programa socialista puede romper con la lógica infernal que domina este sistema.