Tras casi ocho años de paz social, los días 20 y 21 de junio cerca de 22.000 trabajadores del sector del Metal asturiano estaban llamados a la huelga, ante la cerrazón de la patronal respecto a la negociación del convenio colectivo. Una huelga que se realiza en un escenario complicado, donde los empresarios endurecen su postura, animados, entre otras cosas, por las últimas medidas aprobadas por el gobierno a nivel estatal.
Entrevistamos a Alejandro Viciosa, presidente del comité de empresa de Zener y miembro de la mesa negociadora por CCOO.
El Militante.— ¿Cómo abordasteis la negociación del nuevo convenio colectivo?
Alejandro Viciosa.— Las reivindicaciones vienen determinadas por el convenio anterior, que fue lo que se llama un pacto de rentas, entendiendo que la situación del sector era bastante negativa. Se firmó ese convenio de excepción, donde se acordaba iniciar las negociaciones del nuevo en octubre de 2010. Nosotros nos presentamos en la mesa de negociación con una plataforma que reivindicaba cuestiones históricas, como las 35 horas, la tercera paga…, y otras cosas novedosas como la figura del aprendiz para acabar con la precariedad que tiene este sector.
Femetal, ya desde las primeras reuniones, nos acusa de estar anclados en un tipo de negociación “arcaica”, mientras que ellos traían una propuesta muy innovadora… lo innovador era coger el convenio actual y decir: “esto es nuestro tope, y a partir de aquí vamos a negociar: a la baja”, cuando nuestro convenio está muy por debajo de otros similares, como el de la industria auxiliar o la automoción. Los salarios del convenio de la Limpieza son parecidos a los del Metal, cuando se supone que existe mucha más cualificación. Aquí un oficial de primera se lleva para casa alrededor de mil euros, no llega a 1.100. Llegó un momento que entendíamos que la única manera de abrir la negociación era convocando la huelga.
EM.— ¿A qué achacáis la actitud de la patronal?
AV.— Hubo una fecha determinante, las elecciones del 22-M, que pienso que influyó en que se mantuvieran firmes en su posición, porque entendían que antes de las elecciones no se iba a hacer nada, como así fue. Y luego tenían también otra fecha clave, en torno a la firma de la reforma de la negociación colectiva. Femetal está integrada en Confemetal, que tiene las posturas más radicalizadas dentro de la CEOE, y para reforzar esa postura nos utilizaron de pica de lanza.
Tampoco esperaban que la huelga tuviera la incidencia que tuvo. Hicieron declaraciones en la línea de que esta no era una “huelga de trabajadores”, sino que era una “huelga sindical”, que las reivindicaciones nos las sacábamos de la manga y que la gente no la iba a apoyar.
EM.— Sin embargo, el seguimiento fue muy importante, en algunos casos del 100%.
AV.— Sí, aunque también en el sindicato había cierto temor. Una huelga en un sector que está muy atomizado, donde el 90% son pymes y micro pymes, tiene su dificultad. Siempre está el temor de que no tengas gente detrás…, y una vez más hubo gente detrás.
Yo estuve en el Polígono de Roces Porceyo y estaba prácticamente cerrado. Siempre hay 4 o 5 esquiroles en todos los sitios, pero lo que yo vi es un seguimiento del 90-95%. Ahora hay que esperar la reacción de Femetal, creo que se va a producir una apertura en sus posiciones, que permita abrir la negociación. Si no es así, se volverá a las movilizaciones. Y mi opinión es que no sean ni dos ni tres días, sino una huelga indefinida.
EM.— Mencionabas antes el decreto que reforma la negociación colectiva como una dificultad añadida. ¿Qué implica esta nueva reforma?
AV.— Ya de mano, el decreto de negociación colectiva permite que el convenio de empresa pueda ser peor que el autonómico, que antes no pasaba. Podías modificar el convenio, pero para mejorarlo. Esta reforma va a dar pie a que las empresas sean las más interesadas en tener representación sindical, pero una representación afín a sus intereses, que se preste a firmar todo lo que les pongan delante. Quizás ahora, para despistar, incluso algunas tengan convenios algo mejores que el provincial, pero a la larga empeorarán. Esto va a fomentar el sindicalismo amarillo y a cargarse el sindicalismo de clase, porque dificulta su penetración en multitud de empresas.
EM.— ¿Qué opinas del seguimiento que están teniendo las convocatorias del 15-M? Para nosotros es el mejor argumento contra quienes pretenden que no hay condiciones para luchar contra los ataques…
AV.— El movimiento 15-M merece todos mis respetos, aunque no lo llego a comprender bien, cuando se define como antipolítico, antisindical… pero demuestra que los sindicatos no son capaces de conectar con la gente, creo que debido principalmente a que las direcciones sindicales están totalmente alejadas de la realidad.
Aunque yo quiero romper una lanza por todos esos delegados y también cuadros intermedios que hacen una labor difícil, a veces muy ingrata… y reclamar un sindicalismo más reivindicativo, un sindicalismo que sea de clase, que sea capaz de acercarse a los problemas reales que tienen los trabajadores y de solucionarlos, que es lo más importante.