Los trabajadores de las dos factorías de los astilleros Navantia en la ría de Ferrol estamos movilizándonos en demanda de carga de trabajo. El 6 de noviembre se celebrará una gran manifestación, para la que los comités de empresa de ambas factorías buscaron el apoyo de todas las “fuerzas vivas” de la comarca, incluidos los empresarios y el Partido Popular, que por supuesto en tiempo electoral se muestra encantado de tener la oportunidad de darnos apoyo de boquilla. Los marxistas no sólo pensamos que ese enfoque es erróneo por principios; también creemos que la realidad ya se encargó de demostrarlo cuando el 21 de octubre el PP no quiso concretar en el parlamento gallego ese supuesto apoyo.
La perspectiva de fin de la carga de trabajo nos obliga a luchar y los marxistas llamamos a todos los trabajadores a participar masivamente en todas las movilizaciones. Pero el día 6 tiene que marcar un punto de inflexión que cambie la estrategia y los métodos de la lucha.
¿Qué pasa con el otro empleo?
Estamos luchando para defender el empleo. Pero ese empleo que tenemos que defender no sólo es el empleo futuro. Aquí y ahora ya hay otro empleo que defender: el que se está perdiendo en las compañías auxiliares, que ya empezaron a despedir gente, aunque sea a cuentagotas. No se puede repetir lo de la carga de trabajo, los dirigentes sindicales no pueden esperar a tener el problema encima para empezar a hacer algo, tienen que tener más iniciativa. Además del dique, hay que incluir en nuestras reivindicaciones la defensa de todos los puestos de trabajo.
Durante los años de vacas gordas, los empresarios de las compañías amasaron beneficios millonarios gracias a sus trabajadores. Ahora que prevén que esos beneficios van a desaparecer o simplemente disminuir, se lo agradecen despidiéndolos. Y aun encima pretenden que los comprendamos porque “si no hay trabajo, no podemos mantener los empleos, como es lógico”.
Pues justamente eso es lo que hay que exigirles: que destinen una pequeña parte de sus fortunas a conservar unos empleos que para miles de personas significan bienestar. Y también hay que reivindicar la creación de una bolsa de trabajo que regule las contrataciones y ponga límites a las arbitrariedades y las listas negras de la patronal.
Evidentemente, son reivindicaciones que los empresarios no van a asumir voluntariamente. Por lo tanto, la lucha en defensa del empleo es una lucha contra ellos y su brazo político, el PP. Por eso el enfoque interclasista, de unidad de toda la sociedad ferrolana, que los comités de empresa le están dando a la movilización es un error.
Por una estrategia propia
Para obtener nuestras reivindicaciones necesitamos una estrategia propia basada en la unidad de clase y en la lucha obrera independiente.
Esa unidad de clase debe empezar por nosotros mismos. Es una contradicción que los mismos dirigentes sindicales que defienden la confluencia con los empresarios y la derecha en la manifestación del día 6, mantengan divididos a los trabajadores dentro del recinto y traten a los trabajadores subcontratados como si fuesen de segunda. Esta situación nos debilita y debe ser resuelta conformando un único movimiento obrero. Es una lucha por el futuro de todos y todos debemos estar en pie de igualdad. Asimismo, se hace necesaria una coordinadora de los trabajadores de las compañías porque sólo a través de la organización puede su fuerza potencial convertirse en fuerza real.
Pero la unidad de clase tiene que ir más allá. La situación de Navantia o de Ferrol está totalmente condicionada por la crisis gravísima de la economía capitalista. No va a haber soluciones locales; el problema es global y su solución también será global, y pasa por cambiar las prioridades de la política económica, que en la actualidad defiende exclusivamente los intereses empresariales. Para conseguir ese cambio es necesario que toda la clase obrera nos levantemos. Por eso, en vez de confluir con los empresarios, con quien debemos confluir es con el resto de los trabajadores, que tienen los mismos problemas que nosotros, empezando por los compañeros del sector naval de Vigo, que también están en lucha.
Por unos métodos asamblearios
La otra corrección necesaria es en los métodos. En primer lugar, hace falta mucha más información, que brilla por su ausencia. Los trabajadores no se pueden enterar por la prensa burguesa de cuándo nos movilizamos o no. Una lucha exige información permanente. En este sentido, además de notas informativas en los tablones, el comité de empresa debe celebrar periódicamente rondas de asambleas parciales, que son las más participativas y en las que los trabajadores pueden opinar más fácilmente.
Lo mismo se puede decir respecto a la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, que a día de hoy se toman entre cuatro. Esa participación ayudaría a compensar las enormes carencias políticas de los actuales dirigentes sindicales.
Es la hora de luchar
La lucha por nuestro futuro está empezando. Lamentablemente, las perspectivas económicas son muy sombrías y todo indica que los ataques arreciarán, sobre todo si el 20 de noviembre gana el PP. Los empresarios quieren hacer desaparecer todos los derechos conquistados por la clase obrera en una lucha de décadas, quieren una esclavitud capitalista donde el único derecho que nos quede a los trabajadores sea el derecho a callar. No podemos consentirlo.
Los empresarios lo tienen claro y pedirles que cambien de actitud sólo servirá para que nos desprecien y aumenten sus ataques. Lo que tenemos que hacer es organizarnos para resistir y devolver golpe por golpe. Tenemos que prepararnos para una guerra de clases que ya empezó. En esa guerra, nuestras únicas armas son las ideas políticas, la organización y la movilización. Necesitamos pensar por nosotros mismos, tenemos que dejar de ver el mundo desde la óptica de ellos, empezando por comprender que mientras los beneficios empresariales sean el salario no pagado a los trabajadores, nuestros intereses y los suyos serán absolutamente incompatibles en todo momento y lugar sin excepción. Las únicas ideas que nos pueden proporcionar esta independencia son las mismas que permitieron las grandes conquistas del pasado: las ideas revolucionarias del marxismo.