Los trabajadores de las dos factorías de los astilleros Navantia en la ría de Ferrol, tanto de la empresa principal como de las compañías auxiliares, están en lucha por el empleo, y desde finales del verano llevaron a cabo un calendario de movilizaciones que culminó el pasado 20 de noviembre. Los trabajadores marxistas están participando muy activamente en todo el proceso y esta misma semana han repartido una nueva hoja con sus propuestas para continuar la lucha en enero. Este es su contenido:

[Acto público el jueves 15 a las 7 de la tarde en la Librería Marxista de Ferrol]

Puede ser discutible que pasará en el futuro con el empleo de los trabajadores de Navantia si no aparece carga de trabajo, pero no es discutible qué pasará con el empleo de los trabajadores de las compañías. Todos sabemos la respuesta.

Por la defensa de todos los empleos

De hecho, los despidos en las compañías ya empezaron. ¿Es coherente estar movilizándonos en defensa del empleo mientras no hacemos nada contra esa pérdida de puestos de trabajo que ya se está produciendo? Los marxistas pensamos que no.

Por lo tanto, la primera propuesta es que al dique flotante se le sume el mantenimiento de todos los puestos de trabajo como reivindicación central. Nuestra lucha no puede ser sólo una lucha en defensa del empleo en el futuro, también debe ser una lucha en defensa de los empleos que ya se están perdiendo aquí y ahora.

Ya sabemos que hay compañeros, empezando lamentablemente por los dirigentes sindicales, que piensan que esto es utópico y que lo realista es firmar EREs, como alguno defendió en la asamblea general conjunta de la factoría de Ferrol hace dos semanas. Pero no defender los empleos en las compañías hoy es la mejor manera de poner en peligro el resto de los empleos mañana.

Hay capas de trabajadores que ven “lógico” que, si no hay trabajo, los empleos desaparezcan. Pero esa lógica no es una lógica neutra, es una lógica de clase, es la lógica empresarial, en la que lo único importante son los beneficios.

Los trabajadores debemos adoptar una lógica propia que sirva a nuestros intereses: las personas antes que los beneficios. Esto significa que hay que exigirles a los empresarios que utilicen los beneficios amasados durante todos estos años para mantener unos puestos de trabajo de los que depende el bienestar de muchas familias. Y como es obvio que no van a acceder a esto voluntariamente, tenemos que movilizarnos para presionarlos con nuestra fuerza.

La resignación no conducirá a ningún lado. Ver lógico el despido de trabajadores eventuales para lo único que sirve es para reforzar a la patronal, que mañana argumentará lo mismo para despedir trabajadores fijos. Todos los trabajadores (fijos o eventuales, de Navantia o de las compañías) tenemos los mismos intereses: no pagar una crisis que es culpa de los empresarios porque los actuales problemas que afrontamos están causados por su sistema.

Por un único movimiento obrero

Por lo tanto, la segunda propuesta es actuar como un único movimiento obrero, sin distinciones entre Navantia y compañías o entre unas compañías y otras. Defendemos no sólo las movilizaciones conjuntas, sino también las asambleas conjuntas y que las decisiones las tomemos entre todos. El esquema utilizado hasta ahora (movilizaciones conjuntas, pero asambleas y decisiones por separado) no sólo es sindicalmente erróneo, sino que no funciona porque crea contradicciones y problemas, como demuestra la experiencia de estos meses. De hecho, a pesar de los esfuerzos de los dirigentes sindicales para evitar incluso la realización de asambleas generales conjuntas informativas, la realidad las está imponiendo, como en el futuro impondrá también las asambleas generales conjuntas decisorias.

Por la participación de los trabajadores

Es imposible que las cosas salgan bien cuando las decisiones se toman entre cuatro. Los dirigentes sindicales se ven a sí mismos como directores de orquesta que deciden con su batuta cuando toca cada instrumento. Pero una lucha obrera tiene su propia dinámica. El papel de los dirigentes es darle un cauce, pero no a base de maniobras, sino convenciendo a los trabajadores con ideas, datos y argumentos. Por lo tanto, la tercera propuesta es:

1) El comité de empresa debe realizar una labor permanente de información a los trabajadores a través de cauces propios (o sea, no a través de la prensa burguesa), esencialmente notas en los tablones, asambleas parciales y presencia de los representantes sindicales en los tajos.

2) Como esquema general, cuando haya que tomar una decisión relevante, la información debe ser transmitida a través de asambleas parciales informativas (fundamentales para la participación de los trabajadores) y culminar el proceso en una asamblea general decisoria.

Por la reorganización del movimiento obrero

Los problemas actuales no se van a solucionar a través del diálogo social, que sólo puede significar recortes con aval sindical. Es necesario que los trabajadores recuperemos nuestra fuerza, lo que sólo puede venir de la organización. La atomización de un gran número de trabajadores entre múltiples empresas es un factor de debilidad que puede y debe ser superado a través de la organización. Por lo tanto, la cuarta propuesta es la formación de una coordinadora de compañías compuesta por representantes elegidos en asambleas de trabajadores.

Es necesaria una estrategia de clase

El futuro de Navantia, como el futuro de cualquier otra empresa, vendrá determinado por la evolución de la crisis del capitalismo. En el contexto actual, no hay ninguna posibilidad de que un grupo de trabajadores vea mejorada su situación si la clase obrera sufre en general un descenso de sus condiciones de vida y trabajo.

De hecho, aunque mañana apareciera trabajo inmediato para varios años, esto no evitaría que los trabajadores del sector naval ferrolano sufriéramos las brutales medidas de recorte que los capitalistas quieren imponernos: deterioro de la sanidad y otros servicios públicos, aumento de la jornada laboral, recorte de salarios, aumento de impuestos indirectos como el IVA, etc.

Los dirigentes sindicales ridiculizan nuestras propuestas diciendo que queremos acabar con el hambre en el mundo desde Navantia. Pero lo que nosotros decimos realmente es que la crisis global del capitalismo lo condiciona todo y que, por lo tanto, es imposible luchar aisladamente, que un colectivo de trabajadores (de una empresa, de un sector, de una comarca, de una autonomía) no puede solucionar sus problemas al margen del resto de los trabajadores. El problema es de clase: o hay solución para todos o no la habrá para nadie. El verdadero problema es que los empresarios quieren hacernos retroceder cien años en nuestras condiciones laborales y sociales, quieren hacer desaparecer todos los derechos conquistados por el movimiento obrero a través de una lucha de generaciones. Si no se entiende esto, no se puede entender la situación que vive Navantia o cualquier otra empresa.

Es necesaria una política revolucionaria

El problema es complejo y una solución definitiva sólo es posible a largo plazo. Pero esa solución no es otro modelo de capitalismo, sino acabar con el poder del capital. Esta crisis es una crisis política porque es una crisis del sistema. Por lo tanto, las reivindicaciones de los trabajadores también tienen que tener una componente política; no hay alternativas puramente sindicales. Si los trabajadores no nos armamos con una estrategia de clase y una perspectiva política anticapitalista a la hora de luchar, estamos condenados a la derrota.

Pero a la hora de luchar, uno de los problemas es que los primeros despolitizados, los primeros que carecen de una perspectiva revolucionaria de transformación de la sociedad y aceptan el capitalismo como el único sistema posible, son justo los dirigentes sindicales. Presumen de realistas, pero en realidad no entienden nada; desprecian el marxismo por anticuado, pero aspiran a reformar un capitalismo caduco. En el fondo, desean que las cosas vuelvan milagrosamente a ser como antes, para poder seguir instalados en la placidez del diálogo social y huir así de la turbulencia de la lucha de clases. No va a ser así: habrá lucha y será muy aguda. La victoria de los trabajadores dependerá de las ideas que orienten la acción de nuestras organizaciones. Es imprescindible organizar dentro de los sindicatos y partidos obreros una corriente marxista para transformarlos desde dentro y convertirlos de nuevo en lo que nunca debieron dejar de ser: herramientas al servicio de la lucha de los trabajadores.

Estas son las ideas y propuestas que defendemos los marxistas de El Militante, y para hablar de las mismas celebraremos una reunión abierta a todos los trabajadores interesados en llevarlas adelante. La reunión será el jueves 15 a las 7 de la tarde en la Librería Marxista de Ferrol.

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