Sus señorías andan mosqueadas por lo que se dice de ellas, pero la verdad es que no paran de dar motivos. Veamos tres ejemplos del mes pasado:
1) En relación con la comparecencia ante un tribunal del yerno del rey, la portavoz del Consejo General del Poder Judicial declaró: “No todos los imputados son iguales”. Pues gracias por reconocerlo, pero ya nos habíamos dado cuenta.
2) La única forma legal de la ciudad de A Coruña es la gallega, como establecen diversas sentencias y resoluciones del Tribunal Constitucional. A pesar de ello, Antonio Fraga Mandín, juez decano de A Coruña, cuya misión se supone que es cumplir y hacer cumplir la ley, declaró ante periodistas: “No tengo ningún rubor en usar la ilegalidad del topónimo La Coruña”. Carlos Callón, presidente de la Mesa pola Normalización Lingüística, opinó sobre el asunto: “Me pregunto qué otras leyes no tendría rubor en incumplir”. ¿Resultado? Sí, el que os imagináis: Fraga Mandín demandó a Carlos Callón por injurias, la demanda fue admitida y el 10 de febrero fue juzgado. Se admiten apuestas sobre la sentencia.
3) A raíz de la condena contra Garzón, la portavoz del Consejo General del Poder Judicial consideró inadmisible que se dijese que el Tribunal Supremo está lleno de fachas. Pues visto que el único juicio por los crímenes del franquismo es precisamente contra el juez que se atrevió a investigarlos, hay derecho a pensarlo, a decirlo y a indignarse. Quien no tiene derecho a indignarse es Santiago Carrillo porque su política de reconciliación nacional con los franquistas durante la Transición fue la que impidió que hubiese una depuración de los elementos fascistas en el aparato del Estado. Ahora se ven las consecuencias.