A continuación publicamos diversas crónicas que nos han llegado desde diversas comunidades autónomas. Este apartado lo iremos ampliando conforme recibamos más artículos. [Galicia - País Valencià - Catalunya]
Galicia: medio millón de trabajadores en las calles
Lucas Picó
La jornada de huelga en Galicia fue histórica. Varios de los 16 municipios gallegos en los que se celebraron manifestaciones fueron testigos de la mayor movilización de su historia. Y por si a alguien le quedaban dudas, las 500.000 personas que tomaron las calles lo hicieron entre las 11 de la mañana y las 3 de la tarde, evidenciando que no estaban en sus puestos de trabajo. Hasta un periódico tan poco sospechoso de izquierdista como La Voz de Galicia se vio obligado a dar por buena esta cifra de manifestantes.
Vigo, una ciudad de 300.00 habitantes, presenció una manifestación de más de 150.000 personas. Se trata de la huelga más exitosa en un cuarto de siglo, desde el 14-D de 1988.
Los sectores fundamentales de la economía gallega quedaron completamente paralizados. Citroen de Vigo, la empresa más grande, con casi 8.000 trabajadores no pudo hacer funcionar la cadena de montaje. Lo mismo ocurrió en los astilleros de Ferrol, la Celulosa de Pontevedra, la fábrica de aluminio del norte de Lugo, la de autobuses de Compostela, la industria conservera de Ribeira, o Zara de A Coruña, por citar sólo a las empresas de mayor tamaño.
Los polígonos industriales de las ciudades y comarcas se paralizaron. En la administración pública, a diferencia de anteriores ocasiones, el paro también fue masivo. Lo mismo ocurrió en la educación, la limpieza, los puertos o el transporte. Los empresarios del pequeño comercio y la hostelería sólo pudieron abrir en los barrios periféricos, pero no en el centro de las ciudades.
Las manifestaciones colapsaron, literalmente, ciudades como Compostela, Coruña, Vigo y Ferrol. Ourense presenció la que posiblemente sea la mayor manifestación laboral de su historia.
Presión a favor de la unidad sindical y la continuidad de la lucha
CCOO y UGT, por un lado y CIG, por otro, organizaron manifestaciones separadas. La asistencia masiva a las mismas provocó que en Compostela, Coruña o Vigo estuviesen a punto de confluir. Esto hacía todavía más incomprensible para muchos trabajadores que se celebrasen manifestaciones separadas, que aun encima en alguna localidad transcurrieron casi en paralelo.
De hecho, en Vigo, esta división impuesta fue parcialmente rota. Los trabajadores del sector de la automoción organizaron una manifestación unitaria. Y aún más llamativo fue lo que ocurrió después. A las 4 de la tarde, CCOO, UGT y CIG habían organizado un piquete unitario. Al finalizar su recorrido, ante 4.000 personas, tomaron la palabra los responsables comarcales. Pero, antes de que empezasen a hablar, los gritos de “Unidad sindical, unidad sindical”, proferidos por afiliados a los tres sindicatos, dejaron patente cuál es el deseo de los trabajadores. Juste, de UGT, reclamó la necesidad de manifestaciones unitarias. El responsable de la CIG tomó la palabra para afirmar que, en la próxima huelga general, la ciudad no vería dos manifestaciones, sino una sola manifestación gigante, lo que hizo rebrotar los gritos reclamando una unidad de acción completa.
Este mismo ambiente unitario por la base se evidenció en Ferrol, donde numerosos afiliados de la CIG participaron en la manifestación de CCOO y UGT, y viceversa.
Las manifestaciones también exigieron a los dirigentes sindicales la continuación de la lucha. Durante el mitin de CCOO y UGT en Compostela, los gritos de “otra huelga general” resonaron audiblemente. En A Coruña esta idea, coreada por el amplio y combativo cortejo del Sindicato de Estudiantes, conectó claramente con el sentir general. Y en la mencionada asamblea abierta de Vigo, el secretario comarcal de UGT, contradiciendo el discurso público de Méndez y Toxo, afirmó que no había nada que negociar porque lo que había que exigir era la retirada inmediata de la reforma, que esta huelga general no era el final, sino el inicio de una lucha que va a ser muy dura y sostenida en el tiempo, y que “muy pronto” nos vamos a volver a encontrar en las calles.
Catalunya: la clase obrera demuestra su fuerza
Jaume Garcia
Policía y provocadores tratan de eclipsar el éxito de la jornada
La huelga general en Catalunya ha sido un tremendo éxito. El 82% de los trabajadores secundaron el llamado de los sindicatos. En industria el paro se elevó hasta el 95%. Todas las grandes empresas como SEAT o Nissan pararon por completo así como las empresas que están actualmente en lucha contra los despidos: Yamaha, Panrico, Derbi… En Correos el paro fue también del 100%, así como en BCNeta (responsable de la limpieza de Barcelona), o en el transporte público donde se pactaron servicios mínimos. Mercabarna también cesó su actividad, así como el Mercado central de pescado. El puerto de la ciudad también paró por completo, salvo los servicios mínimos, un 70% de los profesores no universitarios secundaron la huelga, el 95% de los estudiantes de institutos públicos y de las universidades, el 78% de los trabajadores de la administración pública, el 70% de los taxistas, el 60% de la sanidad… Centros comerciales emblemáticos como los de El Corte Inglés tuvieron que cerrar sus puertas y en el pequeño comercio, aunque en general abrió, se quedaron sin suministros y sin clientes.
Más participación y manifestaciones multitudinarias
Pese a la descarada campaña de calumnias y mentiras de la patronal y de la Generalitat (que para más escándalo hizo suyos los datos ofrecidos por Foment) no hay ninguna duda de que el seguimiento de la huelga ha sido muy superior al de las dos últimas huelgas generales convocadas en Catalunya, la del 20J del 2002 y la del 29S del 2010. De hecho, FECSA-ENDESA ha reconocido una caída del consumo eléctrico del 25%. Ese aumento de la participación se notó de entrada en los piquetes, donde más de 20.000 trabajadores participaron en los mismos desde madrugada con una importante incorporación de jóvenes. A diferencia de los organizados hace dos años, apenas hubo trabajo en los polígonos industriales que se encontraban desiertos. Ya al medio día, miles de personas participaron en manifestaciones-piquetes en los municipios catalanes más importantes y en los barrios obreros de Barcelona.
Las manifestaciones de por la tarde fueron las más numerosas celebradas en Catalunya desde las movilizaciones contra la guerra de Iraq en 2003. La manifestación de Barcelona superó con creces el millón de asistentes, aunque los sindicatos rebajaron la cifra hasta las 800.000 personas. Más que una manifestación, lo que hubo fue una macro-concentración, con todo el Passeig de Gràcia colapsado por los participantes desde Diagonal hasta Plaça Catalunya. El ambiente era tremendamente combativo con presencia de cientos de pancartas de distintas empresas, secciones sindicales, colegios e institutos, colectivos, se gritaban consignas contra la reforma laboral y los recortes y se notaba la incorporación de miles de personas que no habían participado en anteriores manifestaciones. En las otras capitales también se celebraron manifestaciones históricas: 25.000 en Tarragona, 20.000 en Girona y 10.000 en Lleida.
Represión salvaje
Pero no era la imagen de una Catalunya paralizada y combativa la que quería transmitir la burguesía catalana. Como ya va siendo habitual últimamente, el Departament d’Interior tuvo la última palabra y trató de reventar la manifestación de Barcelona. Utilizando provocadores policiales infiltrados, grupúsculos sectarios completamente al margen del movimiento y lúmpenes, Felip Puig organizó una batalla campal en Plaça Catalunya y las calles aledañas que aceleró el final de la manifestación. La mecha la prendieron una vez más, policías infiltrados que agredieron a un manifestante y fueron descubiertos (http://www.youtube.com/watch?v=LzTAFHprqRA&feature=player_embedded y http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=V7w9nSQBJ6Y). A partir de entonces los Mossos d’Esquadra se emplearon a fondo con pelotas de goma y botes de humo y gases lacrimógenos que no se utilizaban en Barcelona desde hacía 16 años y cuyos efectos se dejaron notar hasta más arriba de la Gran Vía. Nos dejaron imagines que a todo el mundo le recordaban a Grecia. 39 manifestantes resultaron heridos (23 tuvieron que ser ingresados, de los cuales 2 continúan hospitalizados en estado grave e intervenidos por rotura de brazo, y otros 2, en estado leve, uno con un hematoma en la pared abdominal y otro con fractura costal, contusión pulmonar y hemitórax leve). Además la policía realizó 51 arrestos (74 en toda Catalunya).
Es muy sintomático que CiU se halla situado a la vanguardia del Estado en el uso de la represión. Ya sucedió durante el 15M en las movilizaciones ante La Ciudadela, o más recientemente en la manifestación de estudiantes del pasado 29 de febrero. La reacción utiliza la represión para empañar las movilizaciones de masas, al tiempo que tratan de amedrentarnos. La burguesía catalana es consciente de la situación límite en que se encuentra Catalunya. En la crónica del 30 de marzo de La Vanguardia, aunque el articulista se apresuraba a afirmar que “Catalunya está lejos de una rebelión social” está claro que cuando el río suena, agua lleva. El mismo día, el Departament d’Interior anunciaba un plan especial contra la “guerrilla urbana” que incluirá cambios legislativos y en el código penal y que, desde luego, emplearán contra el conjunto de la clase obrera y la juventud. La burguesía se prepara para tiempos convulsos. La clase obrera demostró ayer que también lo está haciendo.
La huelga general en el País Valenciano
La fuerza de la clase obrera en acción
Ulises Benito
Golpeando con un potente puño el muro de papel de nuestra debilidad, prejuicio propagado por los medios burgueses, la clase obrera ha paralizado casi de forma total la producción y ha arrastrado al paro y a la movilización a otros sectores sociales. De tal forma se ha demostrado la fuerza de los trabajadores en marcha y su papel decisivo en la sociedad.
El paro ha sido del 90% en la industria. Los polígonos industriales han estado casi vacíos, sólo algunos talleres han abierto. En todas las grandes empresas el paro ha sido total, empezando por la Ford (principal empresa valenciana) y sus empresas auxiliares. La actividad se ha paralizado en los polígonos del entorno de Valencia (Fuente del Jarro, Vara de Quart, L’Oliveral, Albuixech…), de Alicante, de Elche, de Alcoi… La industria azulejera de Castellón ha parado en un 70%. Un resultado similar a la industria se ha dado en la construcción y la agricultura.
Los servicios públicos han tenido también un paro muy mayoritario, aunque inferior. El 60% de los profesores ha parado, siendo la inasistencia a clase de los estudiantes prácticamente unánime; tampoco la gran mayoría de padres y madres han llevado a sus hijos al colegio, contribuyendo al éxito de la huelga. Los campus universitarios permanecieron vacíos, algunas facultades como la de Història en Valencia incluso cerraron sus puertas. Los teatros públicos y privados permanecieron cerrados.
Los abusivos servicios mínimos impuestos en Ràdio Televisió Valenciana (50% en los servicios informativos) impidieron el cierre de emisión como en otros canales del Estado, si bien la huelga fue del 75% y la dirección tuvo que echar mano de programas enlatados.
En la Administración Pública y la sanidad pública la huelga fue mayoritaria, de entre el 55 y el 65%. En la sanidad el paro tuvo un impacto menor que en otros sectores por unos servicios mínimos máximos y por el boicot esquirol a la huelga por parte de los sindicatos corporativos médicos y de enfermería. Aun así, la afluencia de pacientes fue anecdótica.
En el comercio y la hostelería, donde abunda el pequeño negocio, los piquetes patronales funcionan desde mucho antes de la huelga, coaccionando diariamente a los trabajadores para que no paren. Aun así, alrededor de la mitad de trabajadores del comercio (o propietarios) hicieron huelga. También entre los comerciantes se aprecia el impacto del contacto con la clase obrera: en los barrios populares (por ejemplo, Russafa o Benimaclet) el paro era mucho mayor, mayoritario muchas veces, mientras en las arterias comerciales principales (Colón, Duque de Austria, Gran Vía), donde los empresarios que se pueden permitir alquileres desorbitados hacen grandes negocios, el paro fue mínimo.
Los transportes públicos se paralizaron al unísono, salvo contadísimas ocasiones. Todos los trabajadores (no afectados por servicios mínimos) de la EMT valenciana pararon, como tuvo que reconocer la Generalitat. También pararon todos los autobuses públicos de Alicante y su entorno, y toda la actividad del Puerto de Valencia (el principal puerto valenciano). De los 385 coches que recorren las calles de Valencia un día habitual, sólo hubo 75, los afectados por los servicios mínimos. La actividad en los aeropuertos de Manises y El Altet (los de la provincia de Valencia y Alicante) fue similar a la del famoso aeropuerto de Castellón: nula. Los ferrocarriles de Cercanías y de largo recorrido no se movieron, salvo los de servicios mínimos, y la primera huelga en el AVE valenciano fue un éxito total.
Los trabajadores de la recogida de basuras también hicieron huelga, así como multitud de obreros de mil y un tipos de actividad.
El poder de la clase trabajadora, movilizada y unida, también se reflejó gráficamente en las históricas manifestaciones de la tarde, las más grandes desde la Guerra de Irak. 350.000 manifestantes en Valencia, 100.000 en Alicante, 50.000 en Castellón, 20.000 en Elche, 10.000 en Alcoi… crearon una ‘sensación multitudinaria’, en palabras de Paco Molina (secretario general de CCOO-País Valencià). Miles de trabajadores presionados u obligados a ir a trabajar (CCOO y UGT han denunciado a 70 empresas, de momento, por coacciones) acudieron, junto a jubilados, parados, familias enteras… En Valencia, mientras la cola permanecía (dos horas después del inicio formal de la manifestación) casi en el punto de partida (enfrente del famoso IES Lluís Vives), la multitud ya había atravesado el río por el Puente de las Flores, llenando la Alameda hasta el Jardín de Viveros.
El Sindicat d’Estudiants y la corriente marxista El Militante participamos, codo a codo con los compañeros de la EMT valenciana, en el piquete de la Cochera de S. Isidro. En un ambiente muy combativo, pero sin apenas faena (no hubo ningún esquirol), fuimos saludando a los diferentes trabajadores que cumplían los servicios mínimos. Sus autobuses salieron con un enorme retraso, alguno de hasta una hora, debido a inexplicables averías, seguramente por el inadecuado gasto en mantenimiento de la empresa municipal. Todos estos autobuses iban decorados con pegatinas del Sindicat d’Estudiants y Militant, y también con la hoja que el Sindicat ha editado para la ocasión. En los accesos a la cochera colocamos una pancarta contra la privatización de los servicios públicos. Los trabajadores valoraron muy positivamente nuestra participación; hay que decir que están en lucha contra un recorte salarial del 15% y que el Sindicat d’Estudiants ha apoyado esta lucha, asistiendo a diferentes concentraciones e interviniendo públicamente en las asambleas (una por cada turno) que realizaron el miércoles 28. También participamos en la concentración de piquetes frente a El Corte Inglés de Colón, y después en la concentración de trabajadores de la EMT frente al Consejo de Administración de la empresa (que ha elegido el día de la huelga para aprobar sus medidas antiobreras). Posteriormente nos llamó un delegado de CCOO del metro, para acudir a la Cotxera Nord del tranvía, de donde salieron algunos esquiroles. Allí estuvimos con los compañeros delegados.
El autobús de la lucha de clases, que nunca para, continúa su recorrido hacia el destino final: acabar con el capitalismo explotador.