Entre los días 21 y 24 de junio se ha desarrollado una impresionante movilización de la EMT valenciana. El 21, 22 y 24 se produjeron cuatro horas de paro por turno, y el 23, día clave por coincidir la Nit de Sant Joan con la Fórmula 1, la huelga fue de 24 horas. El resultado: unanimidad en la plantilla, ambiente de fuerza, presencia de trabajadores y sus camisetas rojas (con el lema “Rita no paga a sus trabajadores. Menos despilfarro y más servicios públicos. EMT”) en los barrios de Pobles al Mar, donde coincidían esos dos eventos. Los paseantes, y usuarios de los abusivos servicios mínimos (50%), mostraban comprensión o abierta solidaridad. Estos paros han supuesto una inyección de moral y un paso adelante. La clave para continuar es la extensión de la lucha, que es cada vez más factible, y el endurecimiento del conflicto, preparando con detalle la convocatoria de una huelga indefinida.
La agresión verbal de Rita Barberá a una conductora —contada en estas páginas por ella misma— expresa muy bien, no sólo la arrogancia de la caciquil burguesía valenciana tradicional, sino su nerviosismo ante la lucha, ante la extensión del malestar social. La persistencia de la movilización desde hace meses, con manifestaciones (cuatro a la semana), encuentros sorpresivos con Rita en inauguraciones, y ahora las jornadas de huelga, tienen un efecto en el Ayuntamiento, porque esta lucha se produce en un terreno abonado por la masividad, continuidad y contundencia de los recortes y despidos en todos los frentes. La intervención de tres viandantes, mujeres mayores, en defensa de la conductora aludida, al grito de “¡Rita, fuera de Valencia, aquí no te queremos!”, cuando hace años era intocable, es significativa. Aún así, el PP, desde Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno central, quiere dar una lección al sector público, no sólo valenciano sino estatal (la EMT valenciana es una referencia para otras empresas de autobuses urbanos). No se trata sólo de rebajar costes, de quitar un 17%, en diferentes conceptos, a los trabajadores, sino de derrotarles, de crear un ambiente de desmoralización que les permita nuevos ataques. De ahí el órdago del ERE, que probablemente el lunes 2 de julio sea anunciado.
La plantilla, de forma instintiva ante la intensa experiencia de su lucha, asume la necesidad de la extensión de la lucha. Cada empresa por sí misma no se salvará. Sólo la amenaza de que la llama de la lucha se extienda puede conseguir concesiones determinantes. En este sentido, se aprobó en asamblea, a propuesta de varios trabajadores y del comité, y recogiendo la iniciativa del Sindicat d’Estudiants, un grupo para la extensión de la lucha. En este grupo participan los Comités de la EMT (y sus cinco sindicatos), de Ferrocarrils de la Generalitat (FGV, pendiente del anuncio inmediato de un ERE), y de Renfe y ADIF (que el sábado 23 se manifestaron contra la privatización). También participan trabajadores a título individual de la EMT y el aeropuerto, bomberos, la Asamblea de Parados, la Coordinadora Anti-Privatización de la Sanidad, el Sindicat d’Estudiants y miembros del 15-M, entre otros. Además, está en contacto con el Comité de RTVV (en lucha), el del Institut Valencià de la Vivenda (la Generalitat pretende cerrarlo y dejar de ofrecer vivienda social), y el del astillero Unión Naval de Levante (en huelga indefinida por anuncio de cierre). Este grupo de extensión ha repartido hojas en manifestaciones, unificado convocatorias (el sábado 23 se sumaron los trabajadores de la EMT y los movilizados contra el circuito urbano de la Fórmula 1), y defendido públicamente la necesidad de una huelga general de todo el sector público valenciano.
Organizar una asamblea conjunta de EMT y Ferrocarrils
La idea más interesante, si se lleva a cabo, surgida en el grupo de extensión, la plantearon, a título individual, los tres delegados presentes de FGV, entre ellos la presidenta y la secretaria del Comité: una asamblea conjunta de trabajadores de EMT y FGV, convocada por los dos Comités, y abierta a otras plantillas (la de RTVV, por ejemplo). Esta iniciativa sería extremadamente útil para estimular la unidad de los trabajadores, daría una tremenda fuerza a la movilización que allí se decidiera. Al parecer, en estos momentos el comité de FGV ha rechazado esta propuesta, si bien desde el grupo animamos a los trabajadores de las dos empresas a presionar en este sentido.
La extensión de la lucha ha de ir de la mano de una mayor contundencia en la movilización. Desde El Militante y el Sindicat d’Estudiants estamos defendiendo en la plantilla, con muy buena acogida, la preparación de una huelga indefinida, convocando asambleas que decidan en este sentido justo después del anuncio del ERE. Ante un ataque de esa naturaleza sólo queda responder con toda nuestra fuerza. Este paso debe prepararse milimétricamente, aprovechando el enorme potencial de apoyo entre los usuarios, a través de hojas informativas. Hay que combatir la campaña de desprestigio de los trabajadores, tachados de insolidarios por supuestamente cobrar 3.300 euros mensuales, cuando realmente cobran entre 1.600 y 1.800 y, en todo caso, cobrar un salario digno no es ningún privilegio, al contrario, debe ser un acicate para que todo trabajador lo cobre. Además, los medios burgueses esconden las condiciones laborales, que dificultan la conciliación con la vida personal y familiar. Sería muy efectivo sacar hojas con la información de lo que realmente cobra un autobusero, lo que cobran Rita y sus concejales, lo que cobran los directivos de la empresa (una media de 95.000 euros anuales), las condiciones de trabajo, y el recorte brutal de servicio (un 25% menos de servicio que hace diez años; este año, de las cinco líneas habituales de verano, hacia la playa, se han eliminado dos).
Si la EMT no anuncia rápidamente el ERE (lo cual es poco probable), para mantener la presión proponemos una huelga de 48 horas, que no es incompatible con el anuncio de huelga indefinida. En ambos casos, la extensión de la lucha es fundamental. Conseguir al menos un día de paro total en el sector público sería un fuerte empuje a la lucha. No sólo para la EMT, sino para el resto, que debe aprovechar la energía de los autobuses para impulsar la movilización. Recordemos que los planes de la Generalitat pasan por despedir a entre 5.000 y 6.000 trabajadores del sector (la mitad), con lo que ello implica en recorte de prestaciones. Desde el grupo de extensión de la lucha, desde la plantilla de la EMT, desde cada empresa pública, hemos de arreciar la presión hacia nuestros comités: ¡es el momento de responder colectivamente! Incluso, una huelga del sector público aumentaría la presión sobre los dirigentes sindicales para que convoquen una nueva huelga general en todo el Estado, esta vez de 48 horas.