Ante la postura de la patronal de cara a la negociación del convenio colectivo, CCOO y UGT convocaron huelga indefinida en el sector que, durante los cinco días que duró, fue todo un éxito, sobre todo en viajeros con casi un 100% de seguimiento, a pesar de los servicios mínimos abusivos. En mercancías también tuvo un rotundo éxito, como se vieron forzadas a reconocer empresas como Arcelor, Asturiana de Zinc, Cristalería, etc., que tenían serios problemas para hacer llegar sus productos a los clientes. Esto a pesar de que en mercancías hay predominio de pequeñas empresas y autónomos.
Según pasaban los días de huelga ésta se iba organizando, extendiendo y radicalizando. La coincidencia con la huelga minera, y la atracción que ambos conflictos generaban en otros sectores amenazaba con convertir Asturias en un polvorín. Desde el primer momento la simpatía con el conflicto de los mineros fue total, como quedó claro en muchas intervenciones de los trabajadores en las asambleas del transporte llamando a la unidad con los mineros y de nuevo, tras la asamblea del 6 de junio en la que se decidió la continuidad de la huelga, cuando los trabajadores fueron a visitar a los mineros acampados frente a las consejerías para hacerles llegar su solidaridad y ánimo para la lucha.
Condiciones laborales a la baja
El transporte por carretera es un sector en el que las condiciones laborales y sobre todo salariales han ido a la baja en los últimos años. Jornadas laborales interminables, incluidos sábados y festivos, bajos salarios e incumplimientos en el convenio (sobre todo en mercancías) son la nota predominante. La pérdida de poder adquisitivo, sumado a que la norma es no cobrar ni las horas extras ni las dietas correspondientes, unido al aumento en los gastos derivados de la realización del trabajo (el precio del menú del día y comprar productos en las gasolineras es mucho más caro), hacen que el salario real vaya disminuyendo con los años. Por si fuera poco dura la vida en la carretera (en mercancías lo normal es dormir en el camión con la consiguiente peligrosidad de robos) nos vemos obligados a realizar tareas que no son competencias de un conductor, como la limpieza interior de los autobuses o la carga y descarga de los camiones.
El convenio colectivo afecta a más de 8.000 trabajadores asturianos. La patronal, aprovechando la vía que abre la reforma laboral para la eliminación de los convenios sectoriales en beneficio de los convenios de empresa, sigue en su estrategia de dividir para vencer insistiendo en la necesidad de partir el convenio en dos, uno para mercancías y otro para viajeros. Desde un principio la propuesta de la patronal ha sido inaceptable: congelación salarial durante los próximos cuatro años, aumentar la “flexibilidad” horaria, “eliminar” el exceso de jornada a través de su cómputo anual, eliminar dietas, permisos retribuidos e incluso la antigüedad, y no generar el derecho a ser indefinido a los tres años, entre otras cuestiones. Por si fuera poco, la figura del Conductor en Desarrollo abriría la puerta a más divisiones salariales y laborales entre las propias plantillas.
Todo esto usando la crisis como excusa y que los trabajadores debemos arrimar el hombro y apretarnos más todavía el cinturón para sacar adelante la empresa. Sin embargo, sobre todo en el sector de viajeros las empresas siguen manteniendo, si no aumentando, sus beneficios debido a que un puñado de empresas tienen el monopolio del transporte de viajeros en Asturias. En el sector de mercancías aunque hay otra problemática distinta, también hay quien amasa buenos beneficios: las agencias de transportes, que tienen el monopolio de los clientes, son las que manejan el mundo del transporte y contratan a un transportista para que realice los portes al precio que ellas marcan y por supuesto sin asumir los costes ni los riesgos del servicio. Estas agencias hacen recaer el incremento de los costes (el gasóleo supone casi el 50% del precio del porte) sobre los transportistas, que suelen ser pequeñas empresas o autónomos, asfixiando a estos últimos y forzándoles a una competencia suicida por conseguir trabajo llegando a llevar a la ruina a muchos de ellos, con la consiguiente pérdida de puestos de trabajo.
Gran combatividad y unidad con los mineros
El ambiente entre los trabajadores era de lucha sin cuartel hasta el final, ya que entendían que se estaban jugando el todo por el todo. Sin embargo, a última hora del viernes 8 de junio se desconvoca la huelga tras llegar CCOO y UGT a un acuerdo salarial con la patronal de viajeros. Este acuerdo mantiene el convenio anterior, pero la patronal consigue su objetivo de congelación salarial para este año, una subida del 0,5% para 2013 y del 0,6% para 2014, sin revisión salarial. Es decir, continuar perdiendo poder adquisitivo mientras todo sube. Pero, lo principal es que al estar firmado sólo con la patronal de viajeros (minoritaria en el sector), la patronal de mercancías puede impugnarlo, con lo cual habría que partir de cero en la próxima negociación. De esta forma se desaprovecha un momento tremendamente favorable para la lucha, a cambio probablemente de aplazar el conflicto unos pocos meses para quizá retomarlo en peores condiciones. Porque es innegable que difícilmente se podrían haber dado condiciones más favorables que las que había en esta ocasión para haber presionado con éxito a la patronal. Sin embargo, éstas fueron totalmente ignoradas por las direcciones de CCOO y UGT. Lejos de esto, se ha firmado un acuerdo insuficiente, desde nuestro punto de vista, cuya aplicación final no está clara, y que dará más argumentos a la patronal a la hora de separar ambos convenios (viajeros y mercancías), algo que supondría un auténtico desastre para los trabajadores. Estamos seguros que la unificación del conflicto de transportes con la minería y un llamamiento serio a otros sectores para que se unieran a la lucha, hubiera conseguido un poder de presión y de movilización tal que hubiera hecho temblar tanto a las patronales como al gobierno, haciendo girar la correlación de fuerzas hacia el lado de los trabajadores.