Las elecciones gallegas del próximo 21 de octubre constituyen un acontecimiento político importante en el Estado español. El anticipo electoral, impulsado por el PP, tiene la finalidad de que dichas elecciones no coincidan con la aprobación de una nueva oleada de recortes que se desprenderá del rescate de la economía española que se está negociando con los capitalistas europeos.
La legislatura del PP
La campaña electoral del PP se centra en afirmar que en Galicia, a diferencia del resto del estado, apenas se han hecho recortes y que la situación económica es comparativamente mejor. Feijoo justifica esta afirmación (repetida hasta la náusea por la televisión pública gallega) señalando la menor subida de las tasas universitarias sufrida en Galicia o el hecho de que en la comunidad autónoma no se va a retirar la asistencia sanitaria a los inmigrantes irregulares. Por su parte, las ONGs gallegas ya han señalado que los requisitos legales que ha impuesto el PP a los inmigrantes para poder seguir teniendo asistencia sanitaria son de tal complejidad que serán de imposible cumplimiento.
A pesar de la montaña de propaganda, lo cierto es que la Xunta del PP ha sido de las primeras en aplicar los recortes en toda una serie de ámbitos, como el sanitario —donde ha aplicado el copago de medicamentos— y especialmente el educativo. Este curso escolar va a empezar con 1.000 profesores menos y desde el inicio de la legislatura habrán sido 2.500 las plazas de profesor eliminadas. Los recortes en la educación pública no han sido un obstáculo para que el PP subvencione nuevos centros concertados, incluidos aquellos que segregan a estudiantes por género. También en el terreno educativo el PP lanzó una auténtica guerra contra el gallego, aprobando el decreto de plurilingüismo, que, lejos de aumentar el aprendizaje de inglés —que era la excusa formal— ha hecho retroceder gravemente el gallego en las aulas. En esta misma línea la Xunta recortó un 69% el presupuesto para los equipos de normalización lingüística de los centros de estudio, evidenciando una vez más el desprecio de la derecha hacia esta lengua.
Y la situación económica de Galicia es dramática, con más de un cuarto de millón de desempleados, entre los que hay 107.000 que han agotado ya cualquier prestación y el sector naval vigués —y pronto también el de Ferrol— absolutamente paralizado. Desde que el PP llegó a la Xunta, en 2009, hasta hoy, la tasa de paro pasó del 12% al 20%. Desde luego, son pocas las cosas de las que puede vanagloriarse Feijoo.
En cualquier caso, es evidente que el PP de Galicia ha retrasado toda una nueva batería de ajustes hasta después de las elecciones. Son abundantes los informes que hablan de una falsificación de la deuda real de la comunidad autónoma y no puede caber la menor duda de que si el PP revalida su mayoría absoluta lanzará una nueva ofensiva contra el gasto sanitario y educativo.
Se puede desalojar al PP
de la Xunta
El PP recuperó la Xunta en 2009, tras tres años y medio de gobierno bipartito PSOE-BNG. El bipartito defraudó profundamente las aspiraciones de cambio. Amplios sectores de la clase trabajadora y la juventud gallega se abstuvieron en 2009, profundamente decepcionados. Simultáneamente, la entrada del Estado español en recesión tuvo como primer efecto arrojar a las capas medias urbanas hacia el PP (Ver El Militante nº 225, marzo de 2009). Este doble efecto —abstención de la clase obrera y corrimiento de las capas medias hacia la derecha— permitió al PP obtener la mayoría absoluta, aunque con un escaso margen de un solo diputado autonómico. Tres años y medio después, la política del PP, tanto en la Xunta como en el gobierno central, ha golpeado con dureza también a su base electoral tradicional: pequeños propietarios, comerciantes, autónomos, trabajadores de cuello blanco y sectores atrasados de la clase trabajadora. Sin duda, el PP va a ver mermado su apoyo electoral. Sin embargo, aunque el PP retroceda en términos absolutos, la victoria de la izquierda va a depender de que ésta logre aumentar o al menos mantener el apoyo electoral que logró en 2009.
Es necesaria una izquierda con un programa revolucionario
El enorme divorcio entre la política de la dirección del BNG y el PSOE y las masas no se ha reducido. El giro hacia la derecha emprendido desde hace años por el Bloque, por una parte, y la política procapitalista de la dirección del PSOE, por la otra, son el principal obstáculo para vencer al PP. La política que ambas organizaciones aplican allí donde gobiernan no resuelven ni uno solo de los problemas de la clase trabajadora y no parece probable que aumenten sustancialmente sus votos. De cara a estas elecciones, sin embargo, sí hay novedades en la izquierda. Izquierda Unida podría por primera vez, lograr representación en el parlamento gallego y todo indica que se presentará en coalición con Anova, el grupo liderado por el histórico dirigente del BNG Beiras, recientemente escindido de la coalición nacionalista. Beiras tiene aún autoridad entre sectores —especialmente de la juventud— a raíz de su pasado combativo. Sin embargo, el grupo que lidera es extremadamente ambiguo ideológicamente. Si bien se opone correctamente a los recortes en el gasto social y denuncia la política oficial, no tiene reparos en intentar alianzas con Compromiso por Galicia, el otro grupo escindido del BNG —claramente por la derecha— y que cuenta entre sus filas a ex miembros del PP. El principio de acuerdo entre IU y Anova presenta la alianza como “anticapitalista”, lo cual es un paso muy positivo y de entrada resulta contradictorio con cualquier eventual acuerdo con agrupamientos de derechas. Efectivamente, existe en Galicia (y en todo el Estado) un gran espacio para una alternativa revolucionaria. Por eso esta coalición tiene un enorme potencial de atracción, pero es necesario concretar su perfil anticapitalista con un programa que la convierta en una herramienta eficaz de organización y lucha por el socialismo.
Izquierda Unida (tanto en solitario como en coalición con Anova) tiene una gran oportunidad, no solo electoral, de enraizarse entre la clase trabajadora gallega y contribuir a hacer frente a los ataques de la burguesía. Sin embargo, es imprescindible que se dote de un genuino programa socialista y que se vuelque seriamente en organizar la lucha en la calle.
Los jóvenes y los trabajadores gallegos tenemos que votar a la izquierda el día 21 y expulsar al PP de la Xunta. Pero eso es sólo parte de la tarea que tenemos por delante. Un gobierno de izquierdas que no rompa con el capitalismo aplicará, aunque no lo quiera, las mismas políticas de recortes sociales masivos que la derecha. Votar no basta. Tenemos que luchar, de forma organizada, dentro de los partidos y sindicatos de los trabajadores para dotarlos de un programa socialista revolucionario, que acabe con el capitalismo, que es la única forma de salir del drama social en el que estamos inmersos.