El 8 de agosto miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), encabezados por el diputado de IU y alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo, y por el secretario general de dicho sindicato, Diego Cañamero, entraron en un Mercadona en Écija y en un Carrefour en Arcos de la Frontera llevándose varios carros de comida que repartieron en barrios y entre personas que ya no pueden acceder a una cuestión tan básica como la alimentación. Inmediatamente el ministro del Interior y el PP salieron a la palestra para condenar este ataque contra la propiedad privada, deteniéndose poco después a tres sindicalistas del SAT.

Se iniciaba una brutal campaña de criminalización calificando dicha acción y a los compañeros del SAT de simples ladrones, tratando de omitir el carácter político de la misma. El ministro del Interior la calificó como “intolerable”, remarcando que no permitiría que se vulnerara la ley ya que “esto sería la ley de la selva”. El ministro no se ha percatado de que ya estamos inmersos en la “ley de la selva” como consecuencia de los brutales recortes que está impulsando su gobierno y que están hundiendo al conjunto de la población en la más absoluta miseria. Una “ley de la selva” impuesta por banqueros, especuladores y multinacionales, como es el caso de Carrefour y Mercadona, tal y como ya demostró el presidente de esta última, Juan Roig, cuando exigió una reforma laboral aún más dura poniendo como ejemplo los bazares chinos, con jornadas laborales interminables y ausencia total de cualquier derecho para los trabajadores. Justamente son estas multinacionales de la alimentación unas de las que más han incrementado sus beneficios en los últimos años, haciendo de este sector una fuente ingente de negocios mediante el incremento constante del precio de los alimentos, especulando con las necesidades básicas de la población. El propio Mercadona consiguió en 2011 un beneficio neto de 474 millones de euros, un 19% más respecto al año 2010.

Recibimiento masivo a la Marcha

Con su histérica campaña el PP ha contribuido a extender la simpatía a la Marcha Obrera dentro y fuera de Andalucía. A lo largo de dos semanas decenas de miles de personas han acompañado a los activistas del SAT: en Jaén más de 2.000; 12.000 en Granada; en Palma del Río (Córdoba), donde horas antes la Guardia Civil y la Policía Nacional sitiaron el pueblo obligando a cerrar comercios y bares, y ocuparon las principales vías para tratar de impedir la marcha. Las “fuerzas del orden” tuvieron que replegarse ante el desafío de más de 500 vecinos que salieron a la calle a recibirla; la jornada se coronó con una imponente y emotiva asamblea. También fue impotente la represión en Málaga, donde el desmedido despliegue policial trataba de provocar el enfrentamiento con los manifestantes para desvirtuar su carácter pacífico. La intervención policial se saldó con 11 detenidos, incluyendo dos compañeros de la corriente marxista El Militante, que fueron puestos en libertad acusados de “desobediencia pacífica”.
Muy masivo fue también el recibimiento en Cádiz y especialmente importante en Puerto Real, corazón de la Bahía, donde más de 10.000 personas participaron en la concentración y asamblea en el centro del pueblo. También hubo una marea humana de 15.000 personas recorriendo las calles de Sevilla. Decenas de comités de empresa y secciones sindicales de todos los sindicatos de clase a lo largo del país han querido transmitir su solidaridad, como por ejemplo los trabajadores de astilleros en Sevilla que, además de ir a recibirles, elaboraron un comunicado vinculando los motivos que hacían salir a los compañeros del SAT a luchar con el propio conflicto de los astilleros.
Estas demostraciones de solidaridad y de fuerza muestran que existen las condiciones para organizar una auténtica rebelión social capaz de retirar todos los recortes y tumbar al gobierno del PP. Esto sería posible si los dirigentes de CCOO y UGT organizaran toda esta fuerza en un plan de lucha contundente, empezando por unificar todas las luchas en una huelga general de 48 horas. También debería servirle a la dirección del PSOE e IU para tomar nota y entender que la única manera de no resignarse a los recortes dictados por el gobierno pasa inevitablemente por rechazarlos, liderando un movimiento que cuestione la lógica del sistema capitalista y apoyándose en la fuerza y determinación que está demostrando la clase trabajadora.

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