Entrevista con Ivonne García, delegada sindical por CCOO en Europastry oficinas, despedida por luchar
El Militante.— ¿Por qué se ha producido tu despido?
Ivonne García.— Desde el mes de diciembre, en el que participé en una reunión con CCOO para tratar el tema de mi presentación en la candidatura para las próximas elecciones sindicales el trato hacia mí ha sido discriminatorio. Esta discriminación se ha ido intensificando, sobre todo después de la huelga del 23 de mayo en el sector de masas congeladas, cuyo convenio está condenado a desaparecer. Es uno de los muchos sectores afectados por la pérdida de la ultraactividad de los convenios colectivos. Así ocurre con mercancías por carretera, panaderías, metal, chocolates, y un largo etc., que en Catalunya incluye a unos 800.000 trabajadores y que pierden todos los derechos que se han ido ganando en las negociaciones de sus respectivos convenios.
Después de secundar esta huelga, como decía, ha habido un incremento de la hostilidad hacia mí, buscando cualquier excusa para llamarme la atención. Para defenderme ante esta situación, envié un burofax a la empresa, en la que le solicitaba el cese de esta actitud hacia mí, simplemente por ejercer mi derecho a huelga y a presentarme en la candidatura de CCOO para las próximas elecciones sindicales.
EM.— ¿Qué pasó entonces?
IG.— Para desvirtuar el contenido del burofax, la empresa me abrió un expediente disciplinario por una supuesta falta muy grave, aprovechando un error en la facturación esa misma semana. Error que yo misma detecté y solventé, pero que sirvió de excusa a la empresa para alegar que lo había cometido a propósito, con el fin de empañar la imagen de la empresa, y que posteriormente, envié el burofax para protegerme. Una justificación para imponerme un despido disciplinario, que fue lo que me encontré cuando, tras haber presentado mis alegaciones, la empresa se reunió conmigo para comunicarme su decisión.
EM.— Es un despido por represión sindical
IG.— Desgraciadamente, así es. En muchas empresas como Europastry se persigue a los que luchamos, aunque por defender derechos tan básicos y elementales como organizarnos sindicalmente en la empresa y participar en las movilizaciones, con el fin de resistir a los numerosos ataques que recibimos de la patronal y de los capitalistas.
Los empresarios pretenden retrotraernos a las condiciones laborales que vivieron nuestros padres y abuelos, y con despidos como el mío intentan que sirva de escarmiento para cualquier trabajador o trabajadora que plante cara a esta sangría, aplicando la política del miedo.
Además, te despiden de la peor manera posible, con un despido disciplinario y sin indemnización, para hacerte sentir fracasada y humillada, con falta de profesionalidad, con el fin de anularte como persona. Las empresas saben del poder que los trabajadores tenemos cuando nos organizamos, y por eso intentan evitarlo de raíz. Ese es el verdadero motivo de mi despido.
EM.— ¿Cómo vas a responder a tu despido?
IG.— Pues vamos a luchar por esta injusticia, denunciando el despido a los tribunales, pero también haciendo una campaña que difunda y denuncie esta grave vulneración de mis derechos a la huelga, a la libertad sindical y al trabajo, con el fin de conseguir la mayor solidaridad y apoyo posible, pues en esta situación, lo más importante que tenemos los trabajadores a nuestro favor es la solidaridad y la unidad de la clase obrera, que junto al apoyo de un sindicato combativo, son las claves fundamentales para plantar cara a estos impresentables que quieren a los trabajadores con la cabeza agachada, aguantando lo que les echen, aguantando la presión que cada día ejerce el sistema capitalista en cada puesto de trabajo y sin quejarse. A la vista está lo que pasa cuando no sigues sus esquemas. Pero no tienen ni mucho menos la última palabra. La clase obrera organizada será la que finalmente, y como ha ocurrido siempre históricamente, la que consiga a través de la lucha unas condiciones laborales y de vida dignas.