El 5 de agosto la planta de Galmed del Puerto de Sagunto produjo su última bobina de acero galvanizado, cumpliendo con los planes de cierre que la multinacional Thyssen-Krupp anunció en febrero y que amenazan de muerte al empleo de toda la comarca del Camp de Morvedre, una de las zonas industriales más importantes en el País Valencià.
El comité de empresa y los trabajadores comenzaron las movilizaciones en mayo, destacando la manifestación del 24 de mayo en el Puerto de Sagunto en la que participaron más de 8.000 personas. Una muestra de que toda la comarca se volcaría en esta lucha lo que hiciese falta. Después de estas movilizaciones los trabajadores decidieron ir a la huelga indefinida el 7 de junio, el mismo día que el comité de empresa se reunía con la dirección de la multinacional en Alemania. Los trabajadores también recibieron el apoyo del Sindicat d’Estudiants.
Había condiciones para una huelga comarcal
El segundo día de huelga indefinida el comité de empresa organizó una asamblea y argumentó que la empresa no había planteado oficialmente el ERE de extinción y que la mejor manera de obtener buenos resultados en las negociaciones era no agredir a la empresa para no agravar el conflicto, como si el propio cierre no fuera una agresión. El resultado de la asamblea fue la desconvocatoria de la huelga indefinida al día siguiente, a propuesta del comité de empresa. A partir de aquí, aunque se convocaron dos manifestaciones más (una en Madrid para concentrarse en una reunión de los directivos de Thyssen-Krupp y otra en el Puerto de Sagunto el 24 de julio) la orientación fundamental del comité fue centrar los esfuerzos en el frente institucional, valorando positivamente la implicación pública del alcalde de Sagunto y del conseller de Industria, ambos del PP. En nuestra opinión esta orientación no era la correcta. Cuando la clase trabajadora de toda la comarca había dado una estupenda muestra de querer luchar, lo más adecuado hubiese sido aprovechar el empuje de la masiva manifestación del 24 de mayo para lanzar inmediatamente una huelga comarcal, que hubiera convertido la lucha de Galmed en una fuente de presión aún mayor no solo para la empresa sino para el gobierno valenciano.
En la manifestación del 24 de julio, con una asistencia de más de 6.000 personas, los compañeros de El Militante y el Sindicat d’Estudiants además de la huelga comarcal propusimos la extensión de la lucha organizando asambleas en las empresas del metal a las que Galmed suministra, entre ellas las factorías de Ford, Renault, Opel y Seat. También planteamos que la reivindicación inamovible de “no al cierre” debía de ir vinculada con la oposición a todos los recortes, la dimisión del corrupto gobierno del PP y un plan de empleo público, reivindicaciones de la Plataforma de Parados del Camp de Morvedre (la comarca de Sagunto), donde hay 10.000 parados y un paro juvenil del 50%. Por último, denunciamos que el PP nunca es un apoyo en una lucha de nuestra clase, este es el partido de los empresarios y los ricos y crear esperanzas en que puedan jugar un papel positivo en defensa de los derechos de los trabajadores supone un engaño fatal.
Sólo la lucha masiva y contundente sirve
A pesar de que la manifestación del día 24 de julio fue todo un éxito, y había condiciones claras para continuar, extender y endurecer la lucha, el comité aceptó el ERE de despido, echando un jarro de agua fría sobre los trabajadores, que en la asamblea del 31 de julio, ante la falta de alternativa, lo aceptaron. Las condiciones son: prejubilaciones a los trabajadores entre 52 y 60 años, la recolocación de 66 de ellos en plantas de Alemania (tras un proceso de selección) y para el resto despido de 45 días por año trabajado hasta la reforma laboral y 33 días por año después de ésta, además de ofrecer compensaciones de 20 días por año trabajado para los que empezaron en subcontratas. Respecto a la planta, ésta quedará inactiva con lo que la maquinaria se oxidará puesto que la empresa no quiere venderla para no tener competencia en la zona. Este acuerdo deja en la estacada, además, a los aproximadamente 800 empleos indirectos que se destruyen.
Nuestra opinión es que había condiciones para extender la lucha, a la comarca, a empresas automovilísticas y al resto de factorías de Thyssen-Krupp, también afectadas por despidos. Por parte de los dirigentes sindicales (en este caso, de CCOO) no se ha puesto toda la carne en el asador. Las condiciones de los despidos son mejores que en muchos otros casos, pero esto no es más que un reflejo de la fuerza potencial de la clase, y no de que los directivos de la multinacional sean razonables.
La lucha de los trabajadores de Galmed ha sido un emblema para la comarca, el Puerto de Sagunto ha vivido las manifestaciones más grandes (junto a las de la lucha de Pilkington) desde los años 80. La clase trabajadora de la comarca ha identificado en este ataque a Galmed un ataque conjunto a ella misma y ha recordado la época de la reconversión de esos años, que cerró los altos hornos y provocó la lucha más dura e importante en la comarca.
Ante la situación de cierre de una planta industrial que es rentable y que cierra porque unos cuantos parásitos quieren obtener más beneficios, la única alternativa era la extensión de la lucha para exigir el mantenimiento de la factoría y, si Thyssen Krupp se negaba, proceder a la ocupación de la planta y a exigir su nacionalización bajo el control democrático de los trabajadores.