Una buena señal del enorme éxito de la huelga de los trabajadores de Limpieza Viaria y Jardinería de Madrid ha sido que el propio Presidente del Gobierno haya vuelto a poner sobre la mesa la propuesta de aprobar una ley que restrinja el ejercicio del derecho de huelga con la excusa de asegurar el cumplimiento de los servicios mínimos que se imponen en todas las huelgas en las que la Administración considera afectado algún supuesto “derecho ciudadano”.
La firme determinación de los trabajadores de Limpieza y Jardinería de no tolerar ni un solo despido ni un recorte de sus tablas salariales, expresada en la convocatoria de una huelga indefinida, les ha permitido conquistar un enorme apoyo social y ha obligado a las empresas concesionarias a dejar aparcados su plan de despedir a más de 1.100 trabajadores y de reducir bruscamente los salarios. Los planes de empresas como OHL, Sacyr o FCC, que se benefician desde hace décadas de sustanciosos contratos de obra pública gracias a sus íntimos contactos con el poder político, han sufrido un serio revés.
La victoria de los trabajadores de Limpieza y Jardinería de Madrid, un punto de inflexión
Pero para ese pequeño clan de grandes constructores - y para el conjunto de la Patronal - lo peor no ha sido la frustración de su plan de grandes negocios en Madrid. Lo peor ha sido que son plenamente conscientes de que el resultado de la huelga es un ejemplo y un estímulo para que en otras empresas y en otros sectores se emprenda con decisión el camino de la lucha contra los recortes salariales y de derechos sociales que los empresarios nos intentan imponer.
Durante muchos años, y muy especialmente desde el inicio de la crisis en 2007, los empresarios han aprovechado las políticas de pacto social de las direcciones de CCOO y UGT para hacer retroceder las conquistas históricas de la clase obrera. Pero la huelga de Limpieza y Jardinería de Madrid ha marcado un punto de inflexión y su victoria contrasta de forma rotunda con el completo fracaso de las políticas conciliadoras.
Ante el temor de que los acuerdos con las direcciones sindicales mayoritarias empiecen a ser insuficientes para frenar la protesta obrera, el Gobierno ha decidido reforzar su arsenal de medidas represivas para convertir en papel mojado el derecho a huelga conquistado a un precio altísimo en las luchas de la Transición.
No contentos con el arsenal de medidas antihuelga que ya aplican intensamente – servicios mínimos tan abusivos que en ocasiones son incluso mayores que el servicio prestado en un día laborable normal, recurso a la contratación de otras empresas para romper la huelga, como acaban de intentar en Madrid con la contratación de Tragsa para barrer las calles, utilización ilimitada de la violencia de las fuerzas represivas del Estado como auténtico contrapiquete patronal – la propuesta del PP quiere dar un paso decisivo para ahogar definitivamente la capacidad de los trabajadores de realizar una huelga legal con unas mínimas probabilidades de éxito.
Pero la propuesta de una restricción legal del derecho de huelga no es una novedad. En 1993 el gobierno de Felipe González intentó formular una ley similar, después de haber comprobado con la huelga general de 1988 la enorme fuerza de la clase obrera movilizada. Y en verano de 2010, después de la extraordinaria huelga del Metro de Madrid, de nuevo el PSOE volvió a poner sobre la mesa una propuesta de este tipo. Pero en ambas ocasiones el temor a la respuesta que los trabajadores pudiéramos dar ante este claro intento de sujetarnos aun más al poder del patrono hizo que el gobierno se viera obligado a aparcar sus planes.
Y en esta ocasión podemos estar seguros de que este nuevo intento volverá a ser derrotado mediante la movilización y la lucha. Precisamente en los días siguientes al final de la huelga de la Limpieza y Jardinería madrileña se han multiplicado las convocatorias de huelga, con la relevante característica de que muchas de ellas son huelgas indefinidas.
Nuevas huelgas indefinidas en Barberà del Vallès, Navarra, Guipúzcoa y Madrid
Así, los trabajadores del servicio municipal de limpieza de Barberá del Vallés (Barcelona), los del sector de Artes Gráficas de Navarra, los de la fábrica de Marie Brizard de Zizúrkil (Gipuzkoa) están convocados ya a la huelga indefinida ante los graves ataques que les plantean sus patronales. Y los trabajadores de Aserpinto, la empresa de servicios municipales de Pinto (Madrid), acaban de aprobar en votación secreta la convocatoria de una huelga indefinida para defender unas condiciones de trabajo dignas. Y los trabajadores de Alimentación El Pozo, también se han pronunciado por la huelga ante las agresiones patronales. Todas estas convocatorias son representativas del ambiente que reina hoy en un número cada vez mayor de empresas: plena disposición a una lucha decidida y firme, sin aceptar recortes o despidos pactados, siguiendo el ejemplo de los barrenderos y jardineros de Madrid.
Este ambiente de lucha garantiza que cualquier intento del PP de limitar legalmente el derecho a huelga será desbordado por la movilización y la lucha obrera. Al igual que hace unas décadas la clase trabajadora del Estado español conquistamos en la práctica el derecho a huelga a pesar del régimen opresor del General Franco, de nuevo volveremos a imponer mediante la lucha el respeto a nuestros derechos laborales.
La condición para que esa victoria sea posible, y que la derrota de su propuesta de Ley de Huelga sea un clavo más en el ataúd del Gobierno del PP, es que unifiquemos estas luchas ejemplares un una gran movilización orientada a poner fin definitivamente a la batería de ataques que los trabajadores estamos sufriendo. Por eso es urgente que las direcciones de CCOO y UGT abandonen su fracasada política de “diálogo social” y convoquen como primer paso de la movilización una huelga general que ponga de manifiesto el poder real de los trabajadores.
¡¡Impidamos cualquier restricción a nuestro derecho a la huelga!!
¡¡La movilización y la lucha son el único camino!!