La reunión, que se estaba celebrando en la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense de Madrid con más de 60 asistentes, fue interrumpida cuando Tohil Delgado, presidente del Sindicato de Estudiantes iba a comenzar su intervención. En ese momento diez fascistas entraron en la sala y empezaron a increparnos.
Incremento de la actividad de los grupos de ultraderecha
Al grito de “fuera fascistas de la universidad” nos levantamos de nuestras sillas para echarles, lo que hizo que el grupo de fascistas saliera corriendo. En su huida los fascistas cogieron botellas, paraguas y sillas para golpear a los asistentes que encontraban a su paso. Tres de ellos quedaron atrapados y llamamos a la policía para que se hiciese cargo de ellos. Posteriormente representantes de La Comuna y del Sindicato de Estudiantes nos trasladamos a la comisaría de policía e interpusimos una denuncia por lo sucedido. Posteriormente, la organización de ultraderecha Liga Joven, reivindicaba el asalto a través de Twitter.
Fue gracias a esta respuesta inmediata como conseguimos evitar su objetivo, romper el acto que estábamos desarrollando, pues una vez la policía se llevó a los tres fascistas, la reunión continuó con normalidad.
Sin embargo, esta nueva agresión viene a confirmar un incremento en la actividad de estas bandas fascistas. Recientemente, en el marco de unas Jornadas Marxistas de debate, organizadas por el Sindicato de Estudiantes y la Fundación Federico Engels en la Universidad Autónoma de Madrid, se produjo otro intento de asalto por parte del mismo grupo fascista, Liga Joven, a la sala en la que decenas de estudiantes se encontraban. También en esta ocasión la reacción del servicio de orden de la puerta consiguió echarles de allí y continuar el acto.
Por otra parte, los asaltos a locales de la izquierda se han incrementado en los últimos meses; Izquierda Unida de Madrid denunciaba en enero que nueve de sus locales en la Comunidad de Madrid habían sufrido ataques de grupos de ultraderecha en los últimos dos años, el último de ellos en la sede de su agrupación en el barrio de Chamberí. También la sede de la asociación proderechos humanos SOS Racismo, situada en el barrio de Lavapiés, era víctima de un ataque el pasado mes de febrero, cuando durante la noche aparecieron bengalas y una pancarta que decía “Denunciáis a los que protegen nuestras fronteras. Alto a la invasión. Los españoles también nos ahogamos. SOS Racismo, organización antiespañola” junto a pegatinas racistas del grupo de ultraderecha Democracia Nacional.
Alto a la impunidad de los grupos fascistas
No es casualidad que el aumento en la actividad de los grupos fascistas se produzca en un momento de auge de la protesta social, en el que la izquierda está ocupando constantemente la calle (por mencionar los ejemplos más recientes: 22-M, huelgas estudiantiles contra los recortes, trabajadores de Coca-Cola y Panrico, protesta vecinal en Gamonal, acciones de la PAH contra los desahucios…) y en el que existe un cuestionamiento cada vez más extendido del sistema capitalista. El objetivo de las agresiones fascistas es amedrentar a los sectores más conscientes de la juventud y de la clase obrera, a la gente que lucha y se organiza. Estos grupos están al servicio de los banqueros y de los empresarios, de los que recortan, de los que roban a los pobres para dárselo a los ricos.
Grupos reconocidos como Liga Joven o Democracia Nacional no tienen ningún empacho en reivindicar públicamente sus acciones. Y el motivo de esto no es otro que la impunidad completa y absoluta de la que gozan por parte de las autoridades, de la policía y del aparato del Estado. La falta de depuración del aparato del Estado tras la dictadura franquista dejó una judicatura en la que los elementos fascistas nunca fueron cesados. De ahí el hecho de tener a día de hoy un aparato judicial controlada por elementos conservadores y de ultraderecha, o de que a día de hoy el movimiento de la Memoria Histórica siga denunciando la permanencia de torturadores del franquismo que nunca han sido juzgados. Los hilos entre el poder político, comenzando por el PP, el Estado y los grupos fascistas son un hecho y la impunidad de la que estos grupos gozan no es más que un ejemplo.
Los fascistas son una ínfima minoría, el ascenso en la lucha de clases y el aumento de la movilización de la izquierda en la calle les aísla socialmente y por eso actúan de manera rabiosa. Los trabajadores y los jóvenes de izquierdas tenemos una fuerza infinitamente superior a estos grupúsculos, pero es necesario hacer frente a sus agresiones a través de la lucha consciente y organizada, y la denuncia pública de cada una de sus acciones.